Carta Editorial Noviembre 2016

 

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Todo viaje es iniciático. En el momento que hacemos algo que nunca hemos hecho antes, ya estamos en el camino de la transformación, incluso de la sanación.

Despertar en un sitio distinto al acostumbrado significa una separación de lo conocido y una incorporación de lo nuevo, una aceptación profunda a la naturaleza cambiante que supone la vida.

Los viajes traen consigo la disposición a la impermanencia. Por eso, cuando nos entregamos a un recorrido renunciamos al apego. Sabemos que los paisajes, los encuentros, las sensaciones se irán modificando a nuestro paso. Los viajeros partimos huyendo o buscando algo, nos sometemos a un sinfín de experiencias mediante las cuales adquirimos ciertos conocimientos, una conciencia más amplia, para finalmente regresar, transformados. Si sabemos mirar, degustar, escuchar la cotidianidad que se nos presenta, cada momento nos promete un renacimiento y volveremos a casa convertidos en lo que realmente somos por esencia: seres completos. 

El psiquiatra suizo Carl Jung consideró a las historias míticas de los viajes iniciáticos, como los de Odiseo, Dante o Marco Polo,  como un símbolo del proceso de transformación interior. Se trata de una experiencia que todos estamos tentados a hacer por lo menos una vez en la vida. Jung lo denominó como el viaje del héroe: una pulsión hacia la realización de nosotros mismos. Es una fuerza que nos incita a vivir por primera vez aquello que no hemos experimentado con el fin de encontrar la tierra prometida: la conquista de nosotros mismos. La sabiduría escondida en cada itinerario que vivimos en el equipo de Food and Travel con el fin de compartir una historia con ustedes, me recuerda la premisa de la vida misma como un viaje constante.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial