Estas frutas carnosas eran básicas en la antigüedad. Hoy en día, son protagonistas tanto de platillos salados como dulces, dicen Clarissa Hyman y Juan Pablo Montes.

Seguro has visto aquellas palmeras gruesas y altas de la Ciudad de México que adornan los camellones y algunas casas, y puede que hayas dado por hecho que se trata de cocoteras; sin embargo, todas ellas son de dátiles. Al empezar noviembre, los grandes racimos en donde crecen estos frutos comienzan a aparecer, pero no es recomendable que los bajes, pues en el mejor de los casos, sólo algunos estarán maduros y los demás seguirán ácidos y duros, debido a que el clima no es el apropiado para lograr que maduren adecuadamente. Además, la mayoría de estas palmeras crece entre 20 y 30 metros de altura, por lo que la caída puede ser más que dolorosa.

Los dátiles son un alimento básico de las regiones desérticas, ya que sus raíces pueden alcanzar agua en lugares profundos a los que otras plantas no llegan, y necesitan que la temperatura sea superior a los 32°C. De ahí que los cinco productores comerciales principales sean Egipto, Irán, Arabia Saudita, Pakistán e Irak, aunque también se cultivan en Israel, California y Baja California. La palmera datilera crece en todo México, aunque sus frutos sólo se dan bien en Mexicali, debido a su terreno árido y calor extremo.

Hay una enorme variedad de dátiles

Tan sólo en Basora, Irak, se han contabilizado 350, entre ellas las más comunes a nivel mundial: Barhi, Dayri, Halawi y Maktoom. Los dátiles más jugosos y suaves comúnmente se cultivan para comerse frescos, mientras los más duros se emplean para deshidratarlos y así poder disfrutar de este fruto todo el año. En México, la mejor época para consumir dátiles frescos va de septiembre a febrero. Para almacenarlos, es recomendable guardarlos en un recipiente hermético; a temperatura ambiente te durarán un par de semanas, pero en refrigeración puedes conservarlos hasta un año, siempre y cuando estén secos.

Los dátiles deshidratados son dulces y pegajosos —claro que, para ciertas personas, eso es parte de su encanto—, pero también tienen un maravilloso y complejo sabor a caramelo, azúcar morena y mantequilla.

En México, una de las variedades que se cultiva es el dátil Medjool. Recién deshidratados son voluptuosos y tienen una textura carnosa que los hace tan exquisitos que no querrás cocinar con ellos. En lugar de esto, combínalos con un pedazo de queso manchego semicurado o con algún otro queso suave y fresco. Son algo costosos, sí, pero son tan grandes y ricos, que no necesitarás demasiados. En la Ciudad de México puedes encontrarlos en la Central de Abastos, en los pequeños mercados y en los supermercados…

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