Granada, fruto milenario

Algunas de las más antiguas civilizaciones veneraban esta deliciosa fruta. Clarissa Hyman y Juan Pablo Montes consideran que, por su frescura, sabor dulce y color vibrante, la milenaria granada le aporta personalidad a tus platillos.

Pocas situaciones me satisfacen tanto como ir al mercado por la mañana —justo entre agosto y octubre— y caminar hacia el puesto de frutas hasta encontrar, en una hilera algo irregular, vasos rebosantes de semillas de granada. Suelo comprar uno grande, con chile piquín y limón, así como unas cuatro o cinco granadas grandes para el resto de la semana.

Definitivamente ésta es una de las frutas que apasionan en México. A la gente le gusta comerlas solas, aunque sin duda la preparación más famosa en la que se incluye esta fruta es en los chiles en nogada, no sólo por presentación, sino para complementar el barroquismo del clásico platillo poblano. Su acidez y frescura contrastan a la perfección con la nogada y el relleno de carne (que suelen ser dulces).

En su tierra de origen, Medio Oriente y Asia Central, la granada tiene un significado religioso importante que representa la prosperidad y la fertilidad, además de tener un papel protagónico en la cultura culinaria. Nadie conoce a ciencia cierta el origen de esta fruta. Se dice que Afganistán es un candidato popular, pero Persia, Armenia y la región del Cáucaso también son fuertes contendientes.

Los antiguos habitantes de Asia Menor consideraban que la granada era igual de valiosa que el higo y la uva. En Persia y Egipto se encontraban variedades ácidas y dulces; en el Antiguo Testamento se describe a los exploradores de Moisés a su regreso de Canaán trayendo consigo granadas como prueba de la fertilidad de la tierra prometida.

En la Antigua Grecia también se apreciaba este fruto, pues se creía que Zeus era el responsable de su creación. La mitología griega asocia a las granadas con la fertilidad, especialmente en la historia de Perséfone, hija de Deméter, quien fue condenada a pasar la mitad del año en el inframundo tras haber comido seis granadas.

Aparentemente, los romanos preferían importarlas de Cartago, donde las describían como malum punicum, la manzana cartaginesa. Pinio, el naturalista romano, aportó los detalles de nueve variedades de granada, y el tratadista agronómico Columela, dejó algunas instrucciones de cómo preservarlas.

El nombre de granada deriva de Pomum granatum, definición del latín medieval para “semillas de manzana”. Ibn al-Awwam, escritor árabe del siglo XII describió 10 variedades que posteriormente fueron llevadas hasta España. Shakespeare mencionó al granado en la famosa escena del balcón entre Romeo y Julieta.

A México llegó en 1769 gracias a los colonizadores españoles, quienes decidieron sembrar granados en California. Hoy, se cultiva en los estados de Jalisco, Colima y Michoacán…