Kia Ora! es de las primeras frases que se escuchan al llegar a Nueva Zelanda, una joya verde esmeralda bañada por las aguas del océano Pacífico, que se destaca en las mesas del mundo por sus vibrantes vinos. Alejandro Mendoza recorre tres zonas al estilo kiwi para degustar las delicias de esta tierra.

Nueva Zelanda —en maorí: Aotearoa, “la tierra de la larga nube blanca”— es un país pequeño en dimensión, pero grande en sabores. Desde las alturas se dibuja como una escultura escarpada en verde esmeralda, delineada por el litoral infinito de tonos azules. Al caminar entre sus viñedos, es fácil amar esta tierra, hogar de grandes vinos, elaborados a conciencia.

Para iniciar esta travesía, hay que llegar a Auckland, desde donde resulta sencillo volar hacia tres de las principales zonas vitivinícolas: Hawke’s Bay, Martinborough y Marlborough; las primeras dos, en la isla Norte, y la tercera, en la isla Sur. Con paisajes que roban el aliento, surge la pregunta: ¿Cuál es el origen de las maravillas enológicas?

La respuesta es la geografía, al contar con una franja de 1,600 kilómetros con climas diversos, desde el subtropical de la isla Norte hasta la región de Otago Central, en la isla Sur. Aquí los viñedos se favorecen por la influencia marítima (la mayoría están plantados a no más de 120 kilómetros de la costa), largas horas de luz solar y noches frescas. Esta amplitud térmica permite a las uvas de Nueva Zelanda desarrollar su sabor y con ello obtener vinos de elegante acidez, con una distintiva pureza e intensidad.

En la abundancia de Hawke’s Bay

Craggy Range Gimblett Gravels Vineyard Meandering Vines and Winery Nueva Zelanda

 

Hawke’s Bay es conocida como “el frutero de Nueva Zelanda”. La razón está en sus tierras fértiles, donde se cultivan frutas y vegetales, y las vides no son la excepción. Con más de 4,845 hectáreas sembradas, Hawke’s Bay es la más antigua y la segunda región vitivinícola más grande del país. El vino de Hawke’s Bay proviene de más de 72 bodegas y más de 100 viticultores independientes.

Lo que distingue a la región son sus vinos tintos premium, a partir de variedades como merlot, malbec y cabernet sauvignon. Además, se cultivan uvas como chardonnay, sauvignon blanc y syrah.

La historia vitivinícola de Hawke’s Bay está anclada en la fe y la oportunidad, pues en 1851 misioneros maristas franceses fundaron Mission Estate (missionestate.co.nz), la primera bodega del país. Las vides sembradas proveían a los misioneros tanto de vino de consagración como de vino de mesa. Finalmente, en 1870 se registró la primera transacción comercial de vino. La región es famosa por sus bodegas vanguardistas, que apuestan por combinar tecnología de punta y diseño. Craggy Range (craggyrange.com) es una de ellas.

Esta bodega fue una apuesta de Mary y Terry Peabody por la tierra neozelandesa, al dejarse encantar por su espíritu emprendedor y su diversidad de suelos. Su decisión por elegir Nueva Zelanda para establecer su legado estuvo influida por uno de los grandes hombres del vino en Francia: Eric de Rothschild, pues al preguntarle qué lugar elegiría en caso de expandir su imperio, él contesto: Nueva Zelanda.

Winery 13 Nueva Zelanda

 

Lo que ha distinguido a Craggy Range es la filosofía de usar single vineyards, pues fue la primera bodega del hemisferio sur en adoptar la idea de producir vinos de un solo viñedo, distribuidos en diferentes regiones del país, con el fin de encontrar el lugar perfecto para cada varietal. Otra bodega imperdible es Elephant Hill (elephanthill.co.nz); fundada en 2003, su edificio está construido con paneles de cobre con una pátina verde-azulada, que se integra con los colores de los viñedos y del océano Pacífico: armonía pura que combina estilo y conciencia. La bodega cuenta con una planta biológica de tratamiento de aguas, lo que permite reutilizar el agua de  los procesos de vinificación y evitar su desperdicio.

Para rematar su compromiso ambiental, entre los viñedos se han plantado especies silvestres con el fin de atraer insectos que ayuden a enriquecer la biodiversidad de la zona; además, los viñedos de Elephant Hill están acreditados por la asociación Sustainable Winegrowers of New Zealand.

Dónde quedarse

The Dome Es un edificio mítico en Napier: consiste en un conjunto de tres estudios y cuatro apartamentos de lujo. Desde el exterior resaltan su cúpula de bronce y la torre del reloj, y al ingresar se revela un estilo contemporáneo y pulcro. Dame Studio desde $270 USD. thedome.co.nz

Ohtel Uno de los refugios boutique favoritos en Wellington. Cuenta con 10 habitaciones de estilo contemporáneo. Está localizado a unos pasos del museo Te Papa, la playa Oriental Bay, así como de la vibrante escena de la ciudad. Habitación Studio desde $189 USD. ohtel.com

Millar Road Para un escape entre los viñedos de Hawke’s Bay, las suites fueron diseñadas por la firma de arquitectos bevin+slessor. Cuentan con lo necesario para disfrutar del panorama con una buena copa de vino. Villa hasta para 4 huéspedes desde $285 USD. millarroad.co.nz

Peppers Parehua Country Estate Ofrece 30 villas y suites de lujo para descansar en el corazón de la Milla Dorada de Martinborough con vistas a las montañas de Tararua. Winemakers Cottage desde $122 USD. peppers.co.nz

Marlborough Vintners Hotel Cómodas suites a solo unos pasos de los viñedos. Su ubicación es perfecta para explorar el área de Marlborough. Garden View Suite desde $117 USD. mvh.co.nz

Martinborough o donde se escucha el viento

Villa 1 from vineyard

 

A 30 kilómetros de Wellington se encuentra la región de Wairarapa, donde se ubica Martinborough. Al contar con más de 50 viñedos, es difícil elegir cuál visitar. Por ello, para degustar su escena gourmet, Zest Food tours lleva a los visitantes por sitios icónicos de la región. Lo mejor es dejarse guiar por paladares expertos y apasionados como el de Sue McLeary, quien considera a todos los habitantes de la zona como “wine friends”. Durante el tour, Sue explica: “Somos una región privilegiada, que se destaca por su clima templado y lluvias constantes, que permiten tener pastos la mayor parte del año”. La imagen no podría ser más idílica: colinas verdes con animales pastando apaciblemente, que invitan a olvidarse del estrés de las ciudades.

Este clima también impulsó a la gente a sembrar viñedos, por lo que la era moderna de la vitivinicultura en Martinborough empezó hace 30 años. Ésta se consolidó al sembrar variedades como pinot noir, sauvignon blanc, pinot gris y riesling. Actualmente se producen cerca de 5.7 toneladas de uva, con las cuales se elaboran algunos de los mejores vinos de Nueva Zelanda.

Para entender la historia de la región, lo mejor es acercarse a la que fuera punta de lanza a principios de la década de 1980: Martinborough vineyard ( martinborough-vineyard.co.nz ). Lo que distingue a esta bodega es haber plantado por primera vez la variedad pinot noir en la zona, hoy su varietal insignia. Un imperdible en Martinborough es Ata Rangi ( atarangi.co.nz ). Además de ofrecer vinos clásicos como el pinot noir (del cual uno debe estar apasionado para producirlo, aseguran), el tema de la sostenibilidad es clave.

Aquí nunca han usado insecticidas, promueven la biodiversidad al plantar flores silvestres entre los viñedos, realizan prácticas de composteo y se han involucrado en un proyecto de conservación de la vegetación endémica de Wairarapa. Incluso, Ata Rangi es de las pocas bodegas a nivel internacional en tener la acreditación de manejo ambiental  iSO 14001. Este compromiso se puede apreciar en las etiquetas de la bodega, ilustradas con la flor roja del árbol rata, que junto con el pohutukawa, han buscado reforestar a través del Proyecto Crimson, que siembra casi 30,000 árboles cada año.

El ícono que nació en Marlborough

Nueva Zelanda es el ejemplo de que el tamaño no siempre es lo más importante al momento de figurar en las listas. Aquí se encuentra Marlborough, que con 22,907 hectáreas sembradas de viñedos, es la principal zona vitivinícola y la que puso el nombre del país en las copas del mundo entero. Las variedades que le han dado fama mundial han sido la sauvignon blanc y la pinot noir. La historia de la zona se remonta a los primeros viñedos plantados en 1873. Sin embargo, no fue sino hasta las décadas de 1960 y 1970 que se comenzaron a sembrar los viñedos con  los que se produce el vino actualmente. Al igual que en el resto de Nueva Zelanda, la integración entre las actividades vitivinícolas con la conservación del medio ambiente es esencial aquí; el compromiso es claro y la pasión por el terruño habla en cada botella.

Visitar Seresin Estate ( seresin.co.nz ) resulta un acercamiento claro a esta tendencia. Aquí cultivan las uvas bajo un esquema orgánico y biodinámico, y seleccionan la fruta de manera artesanal. Incluso, al caminar entre los viñedos es posible encontrar animales como gallinas y patos cuyo ciclo de vida transcurre en su totalidad entre las vides; también es posible admirar plantas y flores silvestres, que en conjunto ayudan a mantener el equilibrio del entorno.

Pruning 5 Nueva Zelanda

 

Además del vino, en Seresin cuentan con 5,000 olivos de variedades toscanas como Leccino, Minerva, Frantoio, Pendolino y Maurino, con las cuales se obtiene un aceite virgen extra de carácter fresco, ligeramente picante e intenso. Una de las bodegas que apuesta por innovar en los estilos es Hans Herzog ( herzog.co.nz ), empresa familiar que quiere decirle al mundo que Nueva Zelanda es más que sauvignon blanc y pinot noir. La familia de Hans, de origen suizo, se ha dedicado al cultivo de la vid desde el siglo XVII. Él llegó a Nueva Zelanda en 1995, con la misión de experimentar con variedades que le gustan y que son poco comunes al país —por mencionar algunas: arneis, barbera, tempranillo, zweigelt—; la primera vinificación llegó en 1998 para finalmente mudarse por completo a Nueva Zelanda en el año 2000. Durante este tiempo, ha plantado cerca de 26 varietales, con una filosofía que entiende la libertad, el clima, la gente y la felicidad que distinguen al país. Es así como han encontrado la oportunidad de expresar esos valores y compartirlos con el mundo entero, a través de algo tan placentero como beber vino.

La visión cosmopolita de Hans se traduce también en aspectos como el hecho de que el equipo que trabaja en todas sus instalaciones proviene de todo el mundo, principalmente de países de Europa como el Reino Unido y Suiza, así como de Australia y por supuesto, Nueva Zelanda. Para cerrar la travesía, qué mejor que hacerlo en Brancott Estate (brancottestate.com). Su centro de visitantes es una edificación minimalista en la cima de una colina desde cuya sala principal se tiene una vista inmejorable hacia los viñedos.

Información de viaje

El huso horario de Nueva Zelanda es GMT+12 y la moneda es el dólar neozelandés (1 NZD = 11 MXN). La mejor época del año para visitar las tres regiones vitivinícolas referidas —Hawke’s Bay, Martinborough y Marlborough— es durante los meses de primavera-verano, entre septiembre y marzo.
United ( united.com ) y Air New Zealand ( airnewzealand.com ) vuelan de la Ciudad de México hacia Auckland vía San Franscisco. Vuelo redondo desde $5,823 USD. Desde Auckland, Air New Zealand vuela hacia Hawke’s Bay, Wellington (Martinborough) y Blenheim (Marlborough).

Llegar a Brancott es encontrarse con otra de las bodegas pioneras del país, pues fueron ellos quienes en 1975 plantaron por primera vez la variedad sauvignon blanc en Marlborough. Esta decisión, si bien les valió críticas en aquel momento debido a que se creía que el clima frío de la zona no era el ideal para cultivar la uva, se refutó cuando se lanzó la primera añada en 1979. Desde entonces, se dio inicio a una revolución que colocaría a Nueva Zelanda, y en especial a los vinos de sauvignon blanc de la isla Sur, entre los favoritos a nivel mundial.

Una maleta cargada de recuerdos

Poco a poco, el suelo neozelandés queda atrás. Reaparece la imagen del mar azul abrazando un relieve escarpado, una imagen que se graba con precisión de joyero en la memoria. Al desaparecer tierra firme, solo quedan los recuerdos.

Pienso en una frase maorí que me compartieron: Me hoki whakamuri, kia ahu whakamua, kaneke . “Con el fin de mejorar, evolucionar y seguir adelante, debemos reflexionar sobre lo que ha sido”. Al pensar en el paradigma neozelandés del vino y en la apuesta hacia la innovación y su compromiso por el cuidado de los recursos naturales, queda una sensación optimista.

Nueva Zelanda es la tierra prometida del Pacífico, un lugar donde los sueños y los ideales de sostenibilidad encuentran tierra fértil; donde la memoria gustativa se fortalece y donde se forjan experiencias entrañables que nos recuerdan —a cada paso y a cada sorbo de vino— que el mundo no tiene fronteras.
Alejandro Mendoza viajó a Hawke’s Bay, Martinborough y Marlborough por cortesía de Turismo de Nueva Zelanda (purenewzealand.com/mx)

No te lo pierdas

En Hawke’s Bay
Waka Experience Navega en una tradicional waka (canoa) maorí. Al subir, te recibirán con el tradicional saludo hongi, que consiste en acercar los rostros para que las frentes queden juntas; escucharás canciones e historias del pueblo maorí, aprenderás cómo se transportan entre las diferentes islas de las Polinesias, mientras disfrutas un festín de comida tradicional con ingredientes como el abulón o el pikopiko (brotes de helecho). Experiencia Waka Discovery sin alimentos desde $75 USD. wakaexperience.co.nz

Takaro Trails Jenny Ryan sabe que para apreciar los paisajes y las bodegas de la región, hay que rodar en bicicleta …

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