Imagina sumergirte en el mundo más íntimo e inspirador de esos grandes ídolos que con su obra dejaron huella en el corazón de los mexicanos. ¿Parece una utopía? Pero American Express lo hace realidad, con Historias de Grandeza, una serie de experiencias culinarias cargadas de arte. ¡Te contamos! Fotos: American Express. 

 

El primer capítulo de Historias de Grandeza

 

Este homenaje íntimo y personal que American Express ideó en complicidad con organizaciones culturales, curadores, artistas y chefs, permite conocer a esos grandes artistas de México desde otra perspectiva, sí a través de su obra, pero poniendo mayor atención en sus ingredientes y platillos favoritos, pasiones y, claro, inspiraciones.

 

Historias de Grandeza American Express

 

La primera edición de esta serie de experiencias Historias de Grandeza y en el marco del pasado Día de Muertos, Historias de Grandeza, Capítulo I: Leonora Carrington, rememora la vida y obra de la artista más prominente del movimiento surrealista que, aunque no era mexicana de nacimiento, sí lo era de corazón.

Una exhibición de obras originales de la artista, esas en las que Carrington mezcló su autobiografía con la ficción o lo cotidiano con lo mágico, son el telón de fondo de una cena inspirada en los elementos que se encuentran en las mesas en las que se reúnen esos seres fantásticos que abundan en sus obras.

 

Los ingredientes de Carrington

 

El menú del primera capítulo de Historias de Grandeza, creado por la chef Fabiola Escobosa del restaurante Cana, se basó en la obra La cocina aromática de la abuela Moorhead, pintura que impactó en la cocinera, ya que en ella es posible detectar la visión de Leonora sobre las mesas mexicanas con ingredientes frescos y sabores únicos como el maíz, la berenjena y el ajo.

Cinco tiempos van desmenuzando esa obra de la artista de origen inglés. Primero una tostada de kampachi, luego una crema de calabaza, un mole blanco con berenjena (nuestro favorito), terrina de pato con betabeles y, el postre, un mousse de chocolate con aceite de oliva.

 

Historias de Grandeza American Express

 

La sommelier Sandra Fernández se encargó del maridaje de está fantástica y mística cena Historias de grandeza, en la que vinos blancos, rosados y tintos de México y Francia, fueron las estrellas. El lado dulce estuvo acompañado de tequila Clase Azul edición especial “Día de Muertos”.

Pero este homenaje no podría estar completo sin la máxima representación del Día de Muertos: la ofrenda, la cual está inspirada en la obra El Mundo Mágico de los Mayas.

 

Historias de Grandeza American Express

 

La experiencia Historias de Grandeza, Capítulo I: Leonora Carrington, cerró con un concierto privado de Ely Guerra, quien, a su propio ritmo, también rindió tributo, con sus canciones, a la artista.

Es así como American Express honra la vida y obra de Carrington, quien llegó a México en 1942 y encontró en nuestro país una enorme inspiración, con sus muchas leyendas y rica mitología.

 

También te puede interesar: Eleva tu experiencia de viaje con The Platinum Card American Express® Aeroméxico.

 

Las instalaciones y la museografía aventurada del MACQ (Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro), alojado en un recinto emblemático recién restaurado, se pintaron de colores. Ahí, en el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro se conjugó la gastronomía, el arte y la música a través de We Eat Color by Martha Ortiz: una cena de gala que puso sobre la mesa la sinestesia de los colores. Texto: Elsa Navarrete / Fotos: Mary Elizalde.

 

 

Los creadores

 

We Eat Color by Martha Ortiz fue organizado por el patronato del museo, Amigos del MACQ AC, dirigido por la presidenta Heidi Faulkner, cuya visión es enaltecer el nombre del MACQ, un museo con casi tres años de vida en el que han concurrido historiadores, restauradores, arquitectos, gestores culturales y una vasta comunidad artística. Mientras que la narrativa gastronómica fue creada por la reconocida chef Martha Ortiz, basándose en la interpretación sinestésica de seis colores.

Todos los colores saben, se pueden degustar. Trabajé con cada uno de los artistas para crear una sinestesia entre la gastronomía, el arte y la música”, comentó la chef Martha Ortiz, quien declaró que los seis artistas contemporáneos locales no solo decoraron una mesa, sino que hicieron una instalación artística en cada cuarto según el color asignado, para recibir a los invitados que se vistieron de acuerdo al tono.

 

We Eat Color

 

 

Los colores también se comen

 

Para We Eat Color, Martha Ortiz desarrolló un platillo para cada color que se presentó en una vajilla hecha exclusivamente para este evento. A su vez, las piezas musicales, seleccionadas por color, de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro acompañaron la experiencia.

Los artistas, que crearon una maravillosa expresión visual de los colores, trabajaron más de un año, debido a que este evento se pospuso por la pandemia. We Eat Color by Martha Ortiz fue una cena (muy) especial, pero tanto la chef como los organizadores buscan que se quede como algo permanente y replicarlo en diferentes museos.

Los colores tienen un sabor y una correspondencia mágica en nuestra memoria gustativa. La mirada ejerce su poderío hasta que los tonos se llevan a la lengua para ejercer la poesía. El arte contiene una sinfonía de sabores y, es precisamente a través de sus colores, que se vuelve comestible. We Eat Color es un proyecto de comunión”, narró Martha Ortiz durante la inauguración.

 

 

Menú en tono de colores

 

We Eat Color

 

El preámbulo lo protagonizaron cocteles con el tequila Blanco de Casa Dragones pintados con toda la paleta de sabores y colores elegidos para We Eat Color. Nuestros favoritos: Yellow Submarine (tequila, mermelada de mango y durazno, limón amarillo y miel) y Supermassive Black Hole (tequila, jugo de piña, jarabe de chile morita, limón amarillo y Gum Nero).

 

 

Blanco

 

La pureza y lo celestial del blanco, que contiene todas la notas de la virtud gustativa, se representó con un vaso lleno de horchata de guanábana y coco. Mientras que la artista Marja Godoy interpretó una boda y un funeral en la mesa, evocando a las tradiciones populares y familiares alrededor de estos acontecimientos de la vida.

Sinfonía: Concierto para Piano No. 5 ‘Emperador’- II Adagio Piu Mosso de Beethoven.

 

Cena Martha Ortiz

 

 

Amarillo

 

El amarillo irradió en una sopa de esquites, tuétano, insectos y flores de calabaza, maridada con el tequila Joven de Casa Dragones. Por su parte, la mesa replicó ese momento cuando la luz iluminó a esta sopa, universo, primigenia, por parte del artista Ramsés de la Cruz.

Sinfonía: Capricho Español Op. 34 de Korkaskov.

 

 

Rojo

 

El rojo, la vida que corre por nuestras venas, la pasión y el poder, lo tradujo la chef Martha Ortiz en We Eat Color a través de una ensalada de jitomates cherry, betabel rostizado, espuma de queso de cabra y una vinagreta frutal, la cual fue acompañada con Rolu Rose Syrah de Vinos Wagner. Este cuarto estuvo a cargo del equipo del MACQ, quienes se inspiraron en la verdadera esencia de la corriente minimalista.

Sinfonía: Concierto para Piano Op. 40 – II Andante de Mendelssohn.

 

We Eat Color

 

 

Verde

 

El sabor de la esperanza y de la naturaleza se comió a través de bocados frescos de ceviche de lobina con un jardín secreto y granizado picante de pepino y hierbabuena, armonizados con el vino Rolu Tempranillo de Vinos Wagner. La artista Azucena Germán hizo una mesa viva con pasto que ella misma sembró en una tela, complementando con dientes de león e insectos “volando”.

Sinfonía: Concierto para Violoncello en Sl menor Op. 104 – I. de Allegro Dvorak.

 

Negro

 

La lengua de res con chichilo con mosaico de nopales y ensalada de quelites representó la elegancia y lo misterioso del magnánimo color negro en We Eat Color by Martha Ortiz. En una mesa instalada por el artista Miguel Loyola, quien buscó representar que en todo mundo distópico y de caos siempre hay una luz, se maridó este platillo de gran personalidad gustativa con un Bonanza Cabernet Sauvignon by Caymus de Vinos Wagner.

Sinfonía: Concierto para Violoncello en Sl menor Op. 104 – II. Adagio ma non troppo de Dvorak.

 

We Eat Color

 

 

Psicodelia

 

La extravagancia sensorial de la psicodelia se hizo postre, gracias a la nieve de hierba santa con mango y más hierba santa, junto con el tequila Añejo de Casa Dragones. Todos los colores, sabores y sensaciones se reunieron en un cuarto diseñado por los artistas Salvador Herrera, Natalia Herrera, Jerry Garrido y Heriberto Gil, donde crearon una deidad para recordar que estamos al borde de la extinción como humanidad.

Sinfonía: Concierto para Violoncello en Sl menor Op. 104 – II. Adagio ma non troppo de Dvorak.

 

We Eat Color

 

¿Has percibido el poder de los colores en tu paladar? Cuéntanos en nuestras redes sociales.

 

También te antojamos Filigrana, de lo más nuevo de Martha Ortiz.