Comer en las alturas mientras disfrutas de impresionantes panorámicas del Mont Blanc, o desde un restaurante bajo el agua en Maldivas… ¡Comienza este nuevo año con toda la inspiración para viajar y conocer propuestas gastronómicas que van más allá de lo convencional! Te contamos sobre siete de los restaurantes más originales del mundo para conocer en 2024 (uno está en México). Fotos: Instagram y geotourismroute.eu.

 

7 de los restaurantes más originales del mundo

 

¿Por qué limitarse a lo convencional? Estos restaurantes ofrecen algo más que simplemente platillos deliciosos… Comer en un restaurante bajo el agua o en las alturas es algo que pocos tienen la oportunidad de experimentar, así que durante este nuevo año no dejes de generar experiencias inolvidables en cualquiera de estos lugares alrededor del mundo.

 

Iris, Hardangerfjord, Noruega

 

Restaurantes Iris, Noruega

 

Comenzamos por el restaurante Iris, ubicado dentro de la instalación de arte flotante Salmon Eye en el fiordo de Hardanger, al oeste de Noruega. Para llegar a este lugar es necesario abordar un barco eléctrico que sale del pueblo de Rosendal (el aeropuerto internacional más cercano está en Bergen, desde donde tienes que tomar un ferry a Rosendal). El camino valdrá completamente la pena, pues obtendrás inigualables vistas del fiordo y las cadenas montañosas que crean el telón de fondo para disfrutar su menú de degustación. Este gira en torno al océano y las montañas que rodean al restaurante.

Encontrarás desde tártara de corazón de ciervo, puerros a la parrilla y alcaparras en escabeche, pasando por pasteles hechos con miel noruega, servidos con bayas oscuras y ganache de arándanos silvestres fermentados, hasta mejillones azules ahumados con caldo de cangrejo. restaurantiris.no

También te puede interesar: Estos son los restaurantes de CDMX mejor calificados en Google

 

M6m, Isla Maadhoo, Maldivas

 

Los restaurantes más originales del mundo que debes conocer en 2024

 

Otro de los restaurantes más originales del mundo para conocer en 2024 es M6m – Menos Seis Metros. Se trata de un restaurante subacuático donde sirven deliciosos mariscos para comidas y cenas, que se disfrutan junto a impresionantes vistas del mundo bajo las olas turquesas de Maldivas. Antes de descender, comenzarás con un maridaje de caviar y champán en el M6m Lounge de la superficie. Y ya en las profundidades, disfruta de su menú basado en mariscos frescos como camarones y langosta. heozencollection.com/ozenlife-maadhoo

 

El Diablo, Lanzarote, España

 

Restaurantes más originales del mundo en 2024

 

Entre los restaurantes más originales del mundo también está El Diablo, ubicado en el denominado Islote de Hilario, en Lanzarote, España. Aquí tendrás una impresionante vista hacia las montañas, aún mejor durante el amanecer, todo mientras disfrutas de las mejores carnes acompañadas de verduras cocinadas en horno de piedra volcánica. Además, cuentan con un servicio de cafetería, tapas y montaditos artesanales. lanzarotecb.com

 

Arctic Bath, Harads, Suecia

 

Arctic Bath, Suecia

 

Es el turno de Artic Bath, un oasis de bienestar y diseño flotando en el corazón de la Laponia sueca. Este restaurante de diseño escandinavo posee una ubicación inmejorable, bajo auroras boreales en invierno y en el sol de medianoche durante el verano. Su menú está basado en los productos locales y sostenibles, así como en una propuesta casera protagonizada por la cocina tradicional del norte con toques modernos

Entre los productos locales que se utilizan para sus platillos encontrarás lácteos, miel, carnes silvestres, pescado, hierbas finas y bayas. Abierto para desayunos, comidas y cenas. rcticbath.se

 

 

Bird’s Nest, Krabi, Tailandia

 

Bird's Nest, Tailandia

 

Continuando con este listado de los restaurantes más originales del mundo para conocer en 2024, hablemos de Bird’s Nest, ubicado dentro del hotel Banyan Tree Krabi, en Tailandia. Aquí podrás disfrutar de una deliciosa experiencia gastronómica elevada con mesas privadas ubicadas entre las copas de los árboles, que otorgan inolvidables vistas panorámicas del mar de Andamán. Encontrarás menús a base de vegetales, además de menús con productos del mar, cocteles de autor y cocteles con champaña. banyantree.com

 

Le Panoramic Restaurant, Chamonix-Mont Blanc, Francia

 

Los restaurantes más originales del mundo que debes conocer en 2024

 

Y es así como en este listado de los restaurantes más originales del mundo llegamos hasta Le Panoramic Restaurant, ubicado en Chamonix-Mont Blanc, Francia. Este lugar en las alturas otorga impresionantes vistas de los paisajes nevados del Mont Blanc, mientras disfrutas sofisticados cocteles para contrarrestar el frío y excepcionales platillos de la cocina francesa. le-panoramic-restaurant-chamonix-mont-blanc-le-brevent.eatbu.com

 

La Gruta, Teotihuacan, México

 

Restaurantes La Gruta de Teotihuacan, México

 

Finalmente, en México también está uno de los restaurantes más originales del mundo para conocer en 2024: se trata de La Gruta, mítico restaurante ubicado a solo unos pasos de las Pirámides de Teotihuacan y dentro de una amplia cavidad de origen volcánico, rodeada de vegetación.

Allí encontrarás platillos que fusionan ingredientes locales con la herencia culinaria de épocas prehispánicas: quesadillas, sopas, carnes y platillos bajo tierra como barbacoa o mixiotes. lagruta.mx

No cabe duda de que el interiorismo, la arquitectura, el servicio y la capacidad de asombrar son, además del menú, elementos que hacen de estos restaurantes los más originales para visitar en 2024 alrededor del mundo. ¿Cuál vas a conocer primero?

Lee también: Latin America’s 50 Best Restaurants 2023: México con 11 restaurantes y 3 premios especiales 

¿A qué saben los chícharos? Si la pregunta parece obvia (innecesaria, quizás) no es a causa de no haberla formulado antes, sino porque todos creemos conocer la respuesta. Sin embargo, basta con probar en Venta Moncalvillo un puñado de chícharos auténticos (brillantes, jugosos, con una intensidad de clorofila viva) para corroborar que –tal vez– no habíamos saboreado unos guisantes recién cosechados. Este restaurante en La Rioja, España, invita a cuestionar las certezas culinarias y a reflexionar sobre el papel de los comensales ante el cambio climático. Fotos: Arturo Torres Landa

 

Dos hermanos, dos estrellas y 24 habitantes

 

Daroca de Rioja es una población al noreste de España con apenas 24 habitantes, si hacemos caso a los censos más recientes. Durante años, presumió estar situado en el corazón mismo de La Rioja, sin embargo, hoy ostenta un título mucho más llamativo: Daroca de Rioja se trata del pueblo más pequeño del mundo en contar con un restaurante con estrella Michelin.

Situado a orillas del poblado, Venta Moncalvillo es el establecimiento responsable de tal notoriedad internacional, un espacio culinario creado y sostenido por el trabajo y genialidad de los hermanos Carlos e Ignacio Echapresto, quienes abrieron sin poseer experiencia alguna en el mundo de la restauración. La osadía, talento y miras claras de los Echapresto (además de la exquisita vivencia que ofrecen, claro está), les ha hecho merecedores a una estrella Michelin y a una Estrella Verde Michelin, esta última entregada a los restaurantes con las mejores prácticas de sostenibilidad.

 

Venta Moncalvillo

 

Así, aunque los logros han sido muchos, sus creadores de no han perdido de vista el objetivo que los animó a abrir este restaurante: «Nosotros queríamos seguir viviendo en este pueblo –explica el chef, Ignacio Echapresto–, y para conseguirlo, nos buscamos una actividad, un trabajo. Comenzamos con una casa de comidas muy sencilla, y poco a poco la hicimos crecer hasta lograr lo que es hoy en día. Esto, más que un negocio, nació como un proyecto de vida. Venta Moncalvillo es nuestra casa y nuestro estilo de vida«.

Y si bien permanecer en su lugar de origen era la meta inicial, la dupla detrás de Venta Moncalvillo, hijos de agricultores, pronto encontró la verdadera razón de ser del restaurante: ejercer una gastronomía de municipio, de entorno, con base en la huerta, la montaña y las granjas. Aquí, todo se produce a 10 kilómetros a la redonda del restaurante y los platillos no llevan más de cuatro ingredientes. Además, en Venta Moncalvillo trabajan con la biodinámica, de manera que diseñan sus menús de acuerdo con los influjos de la luna, basados en la presión del agua y en lo que produce su propia huerta, desplegada detrás de un ventanal.

 

Con vista a la huerta

 

Quizás, la mejor manera de resumir la filosofía de respeto total al producto local sea usar las palabras que Carlos Echapresto, quien se encarga del servicio en sala, suelta con humor mientras sirve la primera copa de vino: «Para cocinar hoy en día son necesarias dos cosas: una buena materia prima y cocinero que no la fastidie«.

Lo cierto es que la frase se queda corta después de degustar los platillos y vinos de Venta Moncalvillo.

 

Un restaurante que defina a La Rioja

 

La experiencia al interior de este restaurante de La Rioja comienza en su bodega, donde resguardan la mayor colección de vinos de la Denominación de Origen Rioja. Rodeados por toda clase de añadas y variedades (¿su botella más antigua? 1890), ofrecen una colección de aperitivos de entorno como antesala al viaje gustativo que proponen hacia arroyos, bosques, granjas, montañas. Valga un ejemplo: el lomo de trucha curado en sal, envuelto en una hoja de acelga cocida en caldo de verduras. Sabe a jardín y a río consecuencia de una mayonesa de berros de agua.

Carlos llena las copas con un blanco joven Florentius, que en la etiqueta exhibe ilustraciones medievales tomadas libros de San Millán de la Cogolla, monasterio donde, según afirman los especialistas, se han hallado las manifestaciones más tempranas del idioma castellano. Con ello, la travesía en Venta Moncalvillo hace un desvío muy breve del entorno natural al patrimonio cultural de La Rioja, de España.

 

Carlos Echapresto de Venta Moncalvillo

 

Con las copas vacías, se pasa de la bodega a la cocina de demostración, un espacio luminoso donde el chef Ignacio Echapresto ya finaliza la siguiente tanda de aperitivos, detrás de la barra. En las manos coloca un taco crujiente relleno con duxelles de champiñones, un bocado de lengua de ternera confitada en aceite de oliva con hierbas aromáticas y verduras de la huerta, y un chorizo de ciervo al que añaden panceta de jabalí y sirven sobre la cornamenta del animal, el mejor «plato» posible.

Al ver la precisión y delicadeza con la que el chef Ignacio Echapresto amasa, moldea y finaliza cada aperitivo, cuesta imaginarlo como herrero, oficio que abandonó a los 20 años para entregarse a la cocina guiado sólo por la intuición. Serio pero también cortés, el chef invita a pasar a la mesa, porque la verdadera experiencia de degustación en Venta Moncalvillo aún no comienza.

 

Venta Moncalvillo, tierra adentro

 

En Venta Moncalvillo, cada año realizan trece cambios de menú, pues con cada fase lunar lunar se rotan los platillos en oferta. Desde luego, también dependen de las 130 variedades de cultivos de su huerta, entre frutas, verduras, hortalizas y hierbas aromáticas. Así, de su espléndido jardín provienen los insumos de una deliciosa sopa fría y escabechada de zanahoria, que finalizan con unas gotas de vinagre Pedro Ximénez Gran Reserva, de lo poco que no es local pues viene de Andalucía.

Encima de este potaje herbal, ligeramente acidulado, colocan un poco almendra natural rallada, hinojo y esferas de zanahoria y chiribía. Arrastrar la cuchara por el tazón elaborado en el cercano poblado de Navarrete es correcto y obligatorio, a pesar de generar la sensación de estar raspando una campana con una cuchara.

 

Venta Moncalvillo

 

El siguiente platillo se trata de unas habas repeladas, una trufa de invierno y una yema de huevo de gallinas camperas que, al romperse, acaba por integrarlo y por completar una panorámica con los tres paisajes riojanos que inspiran la promesa de los Echapresto: la montaña, presente en la trufa, el huerto, contenido en las habas, y la granja, palpable en la yema tierna.

«Fuera de la foto», pero presente, también está el viñedo, que se percibe en el bacalao desalado cocinado al sarmiento, método de cocción por excelencia de La Rioja que homenajean en el restaurante Venta Moncalvillo.

Después llegan unos guisantes (chícharos) con pilpil de romero y coronados con flor de romero, de tal potencia vegetal que se ganaron un lugar para iniciar este texto.

 

Guisantes al pilpil

 

Cada platillo brilla por su simpleza y simetría, ya que cada ingrediente se percibe y disfruta sin tapujos o dominios por parte de otro. Tiene sentido, más cuando Carlos Echapresto se acerca a la mesa a reiterar la promesa de este restaurante de La Rioja:

«Cuando nuestros comensales llegan aquí tenemos que sorprenderlos mostrándoles que una alubia o una judía (frijol) tienen el mismo valor gastronómico que un bogavante, un caviar o una cigala. El verdadero lujo es la inmediatez y coger el producto en su momento óptimo de maduración, y con ello hacer una cocina franca y honesta, con mucho respeto«, enfatiza, para luego revelar que, más allá del mero disfrute de una tarde de exquisita comida, las inquietudes locales de Venta Moncalvillo tienen resonancia global.

«En 2018 nos dimos cuenta de que los refranes de antes como ‘en abril, espárragos mil’, ya no tienen vigencia: todos los ciclos naturales están alterados. Ahora, el invierno se acorta, las primaveras se alargan y este año ha caído 20% menos agua que el año pasado. Estamos en una época de más calor, en la que el sol tiene más fuerza que el elemento agua o el elemento tierra. Son ciclos que observamos en Venta Moncalvillo y a los que hemos tenido que adecuarnos al cultivar, cocinar y emplatar».

 

Chef Ignacio Echapresto de Venta Moncalvillo

 

«Lo que podemos hacer como cocineros y camareros es transmitir un mensaje de que el cambio climático es real, y que lo que podemos hacer de este lado es consumir lo que te da la tierra, no lo que viene de un invernadero o que fue transportado en vehículo por varios kilómetros. Cuando tenemos la suerte de que el comensal esté en nuestra casa durante unas horas, disfrutando, también adquiere la capacidad de entenderlo y de conectar emocionalmente con lo que le estás contando. Logra una complicidad contigo porque lo está comiendo«, explica emocionado Carlos Echapresto.

Cerca del final de la experiencia, con las papilas gustativas a la expectativa, llega el momento de los postres, que en Venta Moncalvillo elaboran con frutas y verduras, evitando el uso de chocolate, canela o vainilla porque no pertenecen a este entorno. Nadie los echa de menos, mucho menos tras probar la calabaza con queso, keffir y trufa, que desaparece del plato rápidamente. No sucede así con su recuerdo ni con el de mi paso por Venta Moncalvillo, un restaurante de La Rioja que, a medida que se repasan los bocados, tragos y charlas, adquiere una dimensión más clara de su cometido, más profunda.

En la memoria, a Venta Moncalvillo le sucede los mismo que a los vinos cuando se dejan tranquilos y maduran.

Me voy a permitir comparación tan trillada porque estamos en La Rioja y me la acabo de comer a cucharadas.

Dónde: Ctra. Medrano 6, Daroca de Rioja, La Rioja, España. IG: ventamoncalvillo

 

También lee: 5 maravillas arquitectónicas del norte de España que debes ver