Intervenida por el tatuador Scott Campbell, la botella de Hennessy Very Special inspiró a seis chefs para demostrar que el arte del tatuaje no es solo estético sino también una forma de expresión. A través de platillos con alma de cognac, el mundo culinario y el del tatuaje se fusionaron en un estilo de vida creativo. Texto y Producción: Elsa Navarrete / Fotos: Charly Ramos. 

Pablo Salas

Amaranta. Francisco Murguía 402, Universidad, Toluca.

“Dicen que es rebeldía, no lo creo. Es un gusto que ha sido estigmatizado”, comenta este chef oriundo del Estado de México. A los 17 años se hizo su primer tatuaje. ¿Su inspiración?  El estilo de diversos basquetbolistas tatuados, como el famoso Dennis Rodman. Ahora Pablo cuenta con 27 tatuajes que narran la historia de su familia, sus creencias y las pasiones que lo mueven. Con Virgencitas en las manos, un “Hecho en México”, los nombres de sus papás, san Pascual Bailón, una calavera y otros diseños, nos confiesa que tanto el tatuaje como la cocina son formas de expresión. “Ambos son arte: el artista y el cocinero transmiten ideas y sentimientos profundos”.

 Paul Bentley

Magno Brasserie. José Guadalupe Zuno 2061, Americana, Guadalajara.

La inspiración para hacer de su piel un lienzo fue su abuelo, quien presumía varios tatuajes. En Nueva York, donde se encontró con el culto imperante al tatuaje, se tatuó por primera vez en el estudio de Marco Serio, un artista muy famoso que estaba instalado al lado de su casa. Con 15 dibujos, el más significativo es el nombre de su restaurante, Magno, que luce en el brazo derecho desde el día de la inauguración. “Parece una moda, pero creo que la cocina y el tatuaje son arte, modos de expresión y medios muy creativos”, dice este chef de origen australiano, quien tiene en el otro brazo un cuchillo junto a la frase: Just say “Oui chef” and do it!

Olivier Deboise

J&G Grill México. Paseo de la Reforma 439, Cuauhtémoc, Ciudad de México.

En su antebrazo está una frase que se refiere a la cocina como el primer acontecimiento que nos diferenció de los primates. También tiene el retrato de su esposa enmarcado por el nombre de su mamá e hijas, así como su equipo de futbol y el código de su ciudad de origen (33, de Guadalajara), que es una práctica recurrente en la cultura hip hop que abrazó en Francia. Desde adolescente se quería tatuar, pero esperó muchos años para hacerlo en el momento indicado: con una idea concreta y con un verdadero artista. Apelando a su lado sentimental, cada una de las siete piezas tiene un significado importante que lo representa como persona. “Ambos son oficios artesanales, dependen del talento y la propuesta, y necesitan de entendimiento, porque hay que transmitir un mensaje. Por eso, el tatuaje ha llegado tanto al mundo culinario: no es porque los cocineros seamos rebeldes”.

Fabián Delgado

Palreal. Lope de Vega 113, Arcos Vallarta, Guadalajara.

En la pierna derecha cuenta con 16 piezas, aunque en total tiene un poco más de 20. Todos son especiales: los primeros fueron por rebeldía, otros son añoranzas y últimamente se ha hecho tatuajes en torno a la cocina. “Ahora estoy relajado y tranquilo; antes era todo lo contrario. Una especie de catarsis era lo que me incitaba a tatuarme”, afirma este cocinero de Guadalajara, quien cree que el tatuje es estética, una tendencia y una construcción de personalidad. Para él, esta manifestación artística está relacionada con ciertos oficios, como la cocina, vistos éstos como una forma creativa del trabajo.

Francisco Ruano

Alcalde. Av. México 2903, Vallarta Norte, Guadalajara.

Su manifiesto estético, tanto en la cocina como en su presencia, engloba el concepto de franqueza. Comenzó a tatuarse a los 22 años hasta sumar nueve piezas. A este chef tapatío le gusta la ilustración, ciertos símbolos y cuentos, y esto es lo que lo inspira a inyectarse tinta. Sus tatuajes más entrañables son los del niño que sostiene una calavera con una serpiente alrededor, en referencia a los ciclos de la vida, y un arpa que alude al arte y a la luz. “Antes de ser cocinero, soy una persona con diversas aficiones, y el tatuaje es una de éstas”.

Nico Mejía

Palmar Trapiche. Av. del Palmar 10, Sayulita, Nayarit.

“No dudo que tatuarse se haya puesto de moda, pero sí hay cocineros que quisieron expresar quiénes son y lo que hacen”, afirma el chef Mejía, quien a los 19 años se tatuó su primera pieza. Hoy en día luce seis tatuajes, y los últimos son los más emblemáticos y queridos. Siempre lo ha hecho con un sentido, un significado, ya sean etapas de su vida, gustos o su meta, que ha sido viajar, conocer, comer y cocinar. De esta forma, tiene plasmado un cuchillo, su amor por el mar y una palmera, para no olvidarse de sus orígenes colimenses.

Scott Campbell

¿Quién dice que una botella de cognac no puede convertirse en un manifiesto artístico? Celebrando el arte urbano, la última edición de Hennessy Very Special presume un diseño exclusivo del tatuador estadounidense Scott Campbell, quien se inspiró en la caligrafía de James Hennessy, la segunda generación frente a la Maison, y en la intervención de la naturaleza en Cognac, Francia. Para Scott, la magia del tatuaje es todo un ritual. “Es una de las únicas formas de arte que es realmente personal y espontánea. Un buen tatuaje tiene un propósito estético, pero lo más importante es que lleva energía emocional”, afirma.

¡Aquí las recetas de cada chef! 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

 

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Febrero - Marzo 2024
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Elsa Navarrete

Elsa Navarrete

Mamá, gastrónoma, viajera, periodista, productora culinaria y coeditora de Food and Travel México. Con 10 años de experiencia, sus pasiones son documentar los viajes de la cocina y la cocina de los viajes, y hacer las maletas cada vez que puede con sus hijos, para disfrutar con ellos del planeta más hermoso del universo. Síguela en Instagram como: @letrasdesabores

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