Carta Editorial septiembre-octubre 2020 | Food and Travel

Antes de que tuviéramos que pensar en las nuevas formas de hacer travesías, los viajes ya se habían transformado. Nos acostumbramos, después del 11 de septiembre, a llegar más temprano a los aeropuertos para ser revisados desde la coronilla hasta la punta de los pies. Normalizamos las trampas turísticas, la regla de no pedir “aventón” en las carreteras.

Decidimos creer que la aventura realmente empieza al instante en que termina el desplazamiento, cuando los abuelos nos enseñaron que el viaje es todo lo que sucede desde que salimos de casa hasta que regresamos. Nos adaptamos a cambiar mucho de lugar, pero a viajar poco; a sacar fotos y compartirlas, pero a sacrificar el momento.

Aguantamos, bostezando, debates de aquellos que se creen más astutos, y que cuestionan esa distinción acusada entre la etiqueta de “turista” y la de “viajero”. Pero también aprendimos a soportar miradas de desaprobación si somos mujeres viajando solas, y a dejar de excusarnos por decidir hacerlo, abrazando nuestra libertad.

Algunos nos enseñamos, en estos meses de encierro, a viajar con el paladar, con los recuerdos, con la mirada, con conversaciones sobre nuestros itinerarios soñados… Así que todo indica que nos adaptaremos a las nuevas formas de descubrir un destino y, con suerte, volveremos a dotar al viaje de su carácter transformador.

Por naturaleza, los viajes nos abren ventanas a posibilidades infinitas. Por esencia, los seres humanos amamos, somos curiosos y nos atrae la belleza, la verdad y la evolución: así que esperemos que los viajes sigan siendo fuente de creatividad e inspiración.

Cecilia Núñez | Directora Editorial

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