Jacobo, maestro artesano junto a su esposa María Ángeles, cuenta con un taller de alebrijes, el cual cumplió ya 30 años. Su estilo propio lo ha llevado a participar en exhibiciones, demostraciones, talleres y concursos en países como Estados Unidos, Japón y Alemania. (Foto: Charly Ramos).
Los alebrijes de Jacobo transmiten la herencia de la cultura zapoteca. Cada una de sus figuras es tallada en madera de copal y pintada a mano con tintes naturales, como resina, cochinilla, cal, limón. Aproximadamente, una pieza mediana se crea en 6 a 8 meses. (Foto: Charly Ramos).
Fernando Sandoval, artista plástico e impresor al frente del Taller de Grabado FSG, uno de los talleres más famosos de Oaxaca e incluso de México, con más de 25 años de experiencia. (Foto: Charly Ramos).
La importancia de este taller radica en que el grabador es el que le da el toque final a la obra. Por eso, los grandes maestros, como Francisco Toledo y Sergio Hernández, trabajan con Fernando y con nadie más. (Foto: Charly Ramos).
Proveniente de San Bartole Coyotepec, un pueblo indígena con 2,500 años de trabajar el barro negro, Carlomagno Pedro Martínez, empezó a trabajar el barro desde los cuatro años. Este escultor oaxaqueño obtuvo el Premio Nacional de Ciencias y Artes en el área de Artes y Tradiciones Populares, en 2014, y hoy en día dirige el Museo Estatal de Arte Popular Oaxaca-MEAPO. (Foto: Charly Ramos).
Carlomagno dejó la artesanía tradicional de vasijas y cántaros para dar vida a piezas originales inspiradas en la historia de México, sus cuentos y leyendas. Su tema recurrente: el respeto por la muerte. (Foto: Charly Ramos)
Alejandro Ruíz, chef de origen oaxaqueño con 30 años de carrera, rompió paradigmas en la escena culinaria de la ciudad de Oaxaca con su restaurante Casa Oaxaca hace 15 años. En la actualidad refuerza su propuesta que cobija la tradición y el producto local en la Ciudad de México con Guzina Oaxaca. Su deseo de innovar lo ha impulsado a crear una cocina ligera y de vanguardia, pero con el toque oaxaqueño como motivo esencial. (Foto: Charly Ramos).
Entrada de quesos oaxaqueños, tanto frescos como curados, de la empresa Ricardi situada en Ocotlán. Los quesos botaneros, de cabra (con chintextle, con ceniza y añejo por 4 meses) y un intruso, un queso menonita, se acompañaron con flores de calabaza rellenas de requesón y compota de membrillo. (Foto: Charly Ramos).
Ensalada de jitomates de riñón (conocidos como heirloom) rostizados con un unto de chapulines, quintoniles, semillas de calabaza y vinagreta de chapulín. (Foto: Charly Ramos).
Filete de dorado con mole verde preparado con guaje, hoja santa y hierba de conejo, coronado con setas salteadas y chicharrón. (Foto: Charly Ramos)
Pan de elote con helado de coco. (Foto: Charly Ramos).
Guzina Oaxaca, Colectivo Oaxaca Cultural y Food and Travel México colaboraron juntos para llevar a cabo exclusiva exposición de arte con obras a la venta seguida de una cena degustación. (Foto: Charly Ramos).
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