Vietnam desde los cielos: mira las maravillosas imágenes de Trung Pham
Ingeniero de profesión, el fotógrafo Trung Pham encontró en la fotografía aérea su principal medio para expresar su amor y asombro por su país natal, Vietnam.
Hay viajes que inician mucho antes de poner un pie en el aeropuerto. Hay destinos con los que fantaseas antes de tener la posibilidad de dejarlo todo por unos días, y entregarte a la aventura de la travesía. India es uno de ellos. Fotos: Cecilia Núñez, Alejandra Ramírez y Unsplash.
Primera lección aprendida: hasta el tour más clásico en este destino es un verdadero retiro espiritual.
India era para mí un cúmulo de ensoñaciones que no lograba hacer realidad. Así que comencé a recorrer sus rincones, por muchos años, a mi manera. Lo hice sosteniendo pláticas interminables con quienes ya habían estado ahí; leyendo todo lo posible sobre el destino, su cultura y manifestaciones espirituales; frecuentando el más cercano áshram (centro de meditación y enseñanza hinduista); uniéndome a un grupo de meditación con base en India, esperando, cada año, ser la practicante más destacada, a la que mandarían un mes a estudiar con el maestro. Nunca lo logré.
Dicen los que saben que hay viajes que no se realizan cuando se desea, sino cuando se está preparado. Que llegan de la manera en la que el camino sea el más sencillo de recorrer.
Mi viaje soñado llegó en 2015, disfrazado de un itinerario turístico que distaba mucho de mi fantasía espiritual. Mi recorrido imaginario era en soledad, por las rutas más profundas (y poco concurridas) del destino. No fui sola, fui acompañada de mi amiga Andrea, que compartía conmigo la pasión por los viajes y por este destino.
Segunda lección aprendida: India se tiene que vivir, por lo menos la primera vez, bajo la guía y la mirada experta de un local.
Más allá de los sitios turísticos, el rincón de la capital que me conmovió profundamente, además del encanto caótico del Viejo Delhi, fue el Gurdwara Bangla Sahib. Se trata del principal templo sij, que se reconoce a la distancia por su brillante cúpula dorada. El sijismo es una religión muy extendida en India y es la novena religión del mundo por número de creyentes.
“Los sijs llevan turbante, tienen prohibido cortarse cualquier cabello del cuerpo, portan una pulsera de hierro, deben llevar un peine de madera siempre a mano y nunca piden limosna: trabajan duro”, me comenta Rajuo, un local experto que hizo de este viaje una experiencia perfecta.
Ante mí, un gran salón llamado Langar se revela con cientos y cientos de personas comiendo delicias indias, con la mano izquierda recargada en la espalda y la mano derecha como único cubierto.
“Aquí, en este momento, todos, hombro con hombro, ricos, pobres… Todos somos iguales. No venimos tanto por la comida sino por la bendición de comer algo preparado con amor”, dice Rajesh en voz baja, un segundo antes de que me uniera al festín de sabores y de que me tocara preparar (con muy poca habilidad) los naan para los miles de creyentes que entran al templo diariamente.
Salgo conmovida del Langar, con la sonrisa que me dejó ese movimiento de cabeza tan característico de los indios con el que no dicen no que sí ni que no. Un movimiento que no significa afirmativo ni negativo, sino que es solamente un gesto de aprobación, de estar contentos, abrazando el momento.
Salgo del templo recordando que poco importa la ruta que esté transitando: lo importante son las experiencias y la gente que te encuentras en el camino.
Tercera lección aprendida: Todos los viajes son tan auténticos, profundos y significativos como el viajero quiera, pero India da esa garantía. Nunca te deja indiferente.
Del Taj Mahal podría decirse todo, pero lo único confiable es que no importa cuántas veces se han visto fotos de este sitio: estar ahí es una experiencia que estremece. El consejo es recorrer el monumento al amor del emperador Shah Jahan por su esposa Mumtaz Mahal al amanecer, justo cuando las puertas se abren.
Shah Jahan ordenó construir el Taj Mahal tras la muerte de su esposa en 1631. Se trata de un mausoleo de mármol con incrustaciones de caligrafía, piedras preciosas y complejos motivos florales que representan el paraíso eterno. Es el adiós más poético del mundo.
Nunca he podido evitar ser más emocional de lo que debería, y cuando un montón de niños y mujeres vestidas con hermosos saris se me acercan para pedirme una foto (adelantándose a la petición que yo estaba a punto de hacerles), los ojos se me llenan sutilmente de lágrimas casi imperceptibles, ahí en medio de risas, sonrisas y un idioma que no entiendo pero que es muy cálido.
Cuando la gente se va, Raju se me acerca para preguntar “¿Por qué llora Ceciliaji?” (El sufijo –ji denota al mismo tiempo respeto y cariño). Me sorprende que haya notado la tímida lágrima y me limito a contestar: “Es porque estoy contenta Rajuji”.
“Nadie llora de felicidad de Ceciliaji. Tal vez lloras porque has encontrado aquí algo que te falta adentro”.
Cuarta lección aprendida: India te devuelve la sonrisa que pensaste que se había escapado para siempre.
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Ingeniero de profesión, el fotógrafo Trung Pham encontró en la fotografía aérea su principal medio para expresar su amor y asombro por su país natal, Vietnam.
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