Matcha: lo que debes saber

Por aquí y por allá… el matcha pareciera estar en boca de todos. Algunos optan por destacar su carácter ritual, otros apuntan a sus múltiples propiedades antioxidantes e incluso a su gran versatilidad culinaria. Es cierto, esta variedad de té verde vive un momento dorado y, como ninguna otra expresión de la camellia sinensis (planta del té), ha logrado capturar la atención del mundo entero. Fotos: Escuela Mexicana de Té. 

Pero, ¿qué es el matcha?, ¿de dónde viene?, ¿cómo se elabora y, más importante aún, cómo se bebe? Empecemos por el principio.

El matcha es un té puro japonés, elaborado a partir de brotes y hojas de camellia sinensis destinados a la producción de tés verdes de alta calidad, como gyokuro o algunas variedades de sencha. Un par de semanas antes de la cosecha, las plantas de té se cubren del Sol para terminar de madurar a la sombra; este método las obliga a producir mayor nivel de clorofila y, por tanto, concentrar su color. Una vez recolectadas, hojas y brotes se cuecen con vapor para detener la oxidación, se limpian de nervaduras y se muelen lentamente, en cilindros de piedra volcánica, hasta formar un polvo fino muy brillante y ligeramente amargo. Sí, al tratarse de hojas enteras molidas, el matcha guarda los aromas y sabores más puros de la camellia, así como sus compuestos benéficos.

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¿Todos los matcha son iguales?”. ¡No!, y no todo lo que brilla es matcha. Las variedades elaboradas a partir de hojas y brotes de primera cosecha se consideran de mayor calidad y se destinan a la ceremonia japonesa del té o ‘cha no yu’; los matcha de tercera y cuarta cosecha, generalmente pálidos y mucho más amargos, suelen utilizarse con fines culinarios. Caso particular son los polvos etiquetados bajo el nombre de ‘bebidas de matcha’ que, más allá de té verde, tienden a ser sobrantes de tés de baja calidad mezclados con azúcar, saborizantes artificiales y derivados lácteos.

¿Cómo elegir correctamente? Conviene poner atención en algunos detalles para evitar una gran desilusión. Uno. El matcha debe tener un color verde brillante, nunca pálido. Dos. Sus aromas deben revelar un carácter vegetal, con ligeras notas marinas. Tres. Al infundirlo batiendo con agua caliente (entre 70 y 75 ºC) debe ser balanceado en dulzor y amargor, con buen cuerpo y astringencia moderada. Ponga atención, el buen matcha también hace espuma.

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Algunos entrenadores personales y dietistas promueven el consumo de matcha por sus propiedades antioxidantes. Es cierto, una taza de matcha contiene mayor proporción de polifenoles (compuestos antioxidantes) en comparación con otras variedades de té verde. La razón es simple: beber matcha es equiparable a comer hojas enteras de té.

Sin embargo, los beneficios de esté té verde se obtienen sólo al beberlo de forma regular y acompañado de una dieta equilibrada. Lamentamos profundamente decirlo pero, además de una experiencia gustativa muy desagradable, beber esporádicamente cucharadas soperas de matcha disueltas en agua tiene un mínimo impacto en el organismo.

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