Nuestros restaurantes favoritos para saborear Vancouver
La presencia de cocineros y cocineras de diversos orígenes y la disponibilidad de productos locales de alta calidad han dado vida a una escena culinaria rica, moderna y ecléctica.
«De camino a casa quiero ser libre, no quiero ser valiente.
Nuestro derecho a caminarlo todo, hasta donde queramos llegar, a cruzar fronteras, a entablar conversaciones con quien queramos.
Nuestro derecho a recorrer al mundo sin llevar al miedo como compañero de viaje» —Cecilia Núñez.
Crecer con tres hermanos respetuosos y amorosos, mi familia, mis amigas, mi primer trabajo en una agencia de viajes fundada y dirigida por una mujer, mis viajes de voluntariado en la escuela para mujeres, mi carrera, mi labor como reportera de viajes, mi Géminis con Ascendente en Sagitario… Tuve muchos pretextos para obedecer a mi instinto viajero pensando que el mundo era un lugar seguro. Sí, seguro siempre y cuando no te metas en problemas. Fotos: Charly Ramos, Carlos Sánchez Pereyra y Adobe Stock.
“No cruces los límites de seguridad, de velocidad, no enfiestes demasiado, no tomes de más, no andes a deshoras, no andes en bici en ciudades que no conoces, no hables con desconocidos, no aceptes caramelos de extraños…” Demasiados límites para una mujer con (pata de) perro en su signo zodiacal chino, con número de vida 5, con toda la configuración puesta en convertirse en una trotamundos. O —lo que es peor—, en una aventurera. Indiana Jones es el héroe aventurero por excelencia, pero el concepto de “aventurera” con la que crecimos era el de una cabaretera enamorada de su cliente VIP. ¿O era al revés?
Tuve que entender, con los años, que mi derecho a ir allá dónde yo quiera, podía ser mal interpretado. Que la culpa de todos los casos de acoso, accidentes, malos ratos, los ataques de pánico seguramente eran míos por llevar el pelo muy largo, la sonrisa muy amplia, la confianza demasiado arraigada, el pasaporte demasiado lleno de sellos, el corazón lleno de encuentros y fe en un mundo seguro. Hacer entender a los hombres (y a veces —más doloroso aun— a otras mujeres) que hablar o mirar no significa abrir las puertas que dan derecho a nada, ha sido una labor constante, de la que ya ni soy consciente porque la hice parte natural de mí.
«Aprendí a danzar por la vida haciendo valer mi derecho a disfrutarme como mujer, por un lado, y por el otro, tal vez con demasiada precaución. La brújula en mano para no perderme, el seguro de vida actualizado por si me metiera en más problemas de los que puedo resolver y el “puñal” en mano para defenderme» —Cecilia Núñez.
No emprendo una travesía buscando que el mundo me dé una lección indeleble de que este es un lugar hostil para las viajeras. Lo hago para que el mundo me demuestre todo lo contario: que es el mismo mundo que me vio nacer y que me da la bienvenida allá donde yo decida ir.
Logré sentirme cómoda con mis autodefiniciones de turista, viajera, aventurera, protegida; no vulnerable en un mundo jodido y machista. Y todo empezó por mí, por hacer válido mi derecho a disfrutarme como mujer y a aprender a cuidarme por mí misma y por mis amigas y amigos.
Comprendí que en el mundo pasan cosas salvajes, innombrables; que pensar lo contrario es de tontitas y tontita no soy. Pero que no es el mundo el problema, sino los asesinos y violadores que habitan en él… Y que no por eso vamos a quedarnos encerradas en casa. ¡No! Mil y un veces no.
¿Saben lo que vamos a hacer? Vamos a tomar nuestras maletas y hacer realidad nuestros sueños como viajeras, exigiendo en cada paso que juntos hagamos del mundo un lugar más seguro para nosotras, en lugar de echarnos la culpa por ser viajeras, expandir las alas y conocer un mundo que, dicen, representa un riesgo inminente para las mujeres.
No es culpa nuestra la ineptitud del gobierno del país que estamos descubriendo.
No es culpa nuestra que nos maten.
8-M 2022.
Para las viajeras que transitan solas por países musulmanes, vistan de forma discreta y conservadora, cubriendo el escote, las piernas y los brazos y usando ropa suelta. No se cubran el cabello con burka o velo, ya que eso es una costumbre de las mujeres musulmanas y las viajeras de otros países no tienen que hacerlo.
Usa el transporte público en las ciudades. Ve con consciencia plena de tu seguridad y apunta las indicaciones en un papelito además de en tu teléfono, sobre todo si están en un idioma que no sepas leer o descifrar. Si te pierdes, será más fácil pedir indicaciones por escrito que preguntar en japonés. Si vas en taxi, asegúrate de que estén registrados: no te fíes de cualquiera y sigue las recomendaciones de los locales. También procura tomarlos en las paradas oficiales y/o seguras. Si usas una app como Uber, asegúrate de tomar el auto indicado preguntando por quién vienen (aprende a decir algo así como “¿por quién viene, joven?” en todos los idiomas posibles).
Un simple silbato puede ayudarte a escapar de una situación en la que te sientas en peligro.
Algunas veces un desconocido no va a ser tan amigable como en principio pueda parecer. Pero siempre deja un bosquejo de tu itinerario a alguien de tu entera confianza, con los teléfonos y los nombres de los lugares a los que planeas llegar. Aunque todo cambie en el trayecto, avisa por lo menos a una sola persona sobre tus cambios de planes.
En una situación difícil, trata de calmarte y toma decisiones. En caso de peligro serio, no lo dudes y trata de reclamar la atención de tu alrededor como puedas. Es mejor «hacer el oso» y pasar de loca que temblar de miedo y vivir una situación traumática.
Lleva una copia de tus documentos y deja los originales en la caja de seguridad del hotel. También es recomendable llevar las direcciones y datos de embajadas y consulados en tu destino.
Es importante moderarse en la cantidad de ropa para evitar llevar maletas demasiado grandes e imposibles de trasladar. Si tienes que correr por un tren o por un avión, vas a agradecer ir ligera. Créeme.
También es fundamental que tu bolso de viaje sea cómodo y que lo tengas siempre a tu vista. También que tenga divisiones con cierres para que las pertenencias estén más seguras.
Siempre conviene elegir hoteles con pocas habitaciones para tener más contacto con el personal y así puedan estar pendientes de ti.
Por último, sigue tu intuición. Fin de la discusión
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