Carta Editorial Food and Travel > Mayo 2017

 

Viajar también significa volver. Hay que llegar a casa para desempacar todo lo aprendido, lo transformador de cada experiencia. Solo cuando se está de regreso, se entiende que la travesía nunca termina: se recuerda una y otra vez con tanta fuerza que la mente y el alma nunca se desprenden del todo del viaje. De ahora en adelante, cada instante, cada encuentro, cada sabor descubierto formará parte de lo que somos y de cómo miraremos nuestra cotidianidad.

Es después de ir y volver cuando tenemos más claro lo que sí queremos en nuestras vidas y a lo que habrá que renunciar.

Me di cuenta muy pronto que ningún viaje lleva lo suficientemente lejos, a menos que estemos dispuestos a recorrer también hacia el interior la misma distancia que nos lleva hacia un destino.

De muy poco nos sirve ver horizontes nuevos bajo la misma óptica. Sean cuales sean nuestras ideas y emociones, también viajamos con ellas, y a veces nos condicionan mucho más de lo que queremos aceptar. Por eso, para emprender el viaje hay que aprender a rendirse, a confiar y a cruzar los límites de los muros personales.

Quienes nos dedicamos a escribir historias que inspiran a los demás para recorrer el mundo, sabemos que el auténtico viaje siempre va acompañado por un recorrido más complejo y conmovedor hacia nuestro interior. El lugar al que vamos, el rincón desconocido o el país extranjero son solo metáforas de todo lo nuevo que tenemos que descubrir en nosotros mismos, es el permiso que nos damos para abandonar la estrechez de miras, las jaulas mentales.

Es solo en un viaje hacia adentro, hacia el fondo del laberinto, donde encontraremos la brújula que nos permita celebrar el mundo que nos rodea a cada paso que demos.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

 

 

Carta Editorial Food and Travel > Abril 2017

 

Hace años, una argentina que estaba perdida, como yo, en el  metro de Pekín, me dijo que no viajar era el verdadero peligro. Quien no se mueve del sitio en el que nació corre el riesgo de no disolver la idea preconcebida que tiene del mundo. Quien no mira hacia otros horizontes con respeto y curiosidad está destinado a permanecer pequeño, a no alimentar su espíritu.

Unos viajan para aprender, para huir de la rutina o incluso para olvidar. Otros, los menos afortunados, lo hacen para confirmar sus prejuicios, para fortalecer las fronteras que nos separan.

Cuando me preguntan por qué decidí dedicarme a viajar para regresar a casa y contar una historia,  respondo que viajo para poner todo en duda. Viajo para contar las veces que me he equivocado, las veces que me he perdido y me he encontrado. Para deleitarme con la incertidumbre; para verme reflejada en ojos ajenos; para entablar una conversación con algún desconocido que, sin saberlo, me está convirtiendo en mejor persona.

Quienes llenamos las páginas de Food and Travel con memorias itinerantes viajamos para confirmar que vivimos en un mundo que merece ser recorrido. Tomamos nuestras maletas y nos lanzamos a la aventura, sabiendo que lo que nos gastaremos nos hará más ricos. Viajamos para sentirnos vivos; para amanecer con el rocío de la selva africana; para ver caer el Sol frente a un dramático acantilado en Córcega; para emocionarnos con las descargas de energía del Volcán de Fuego en Colima; para degustar la historia de vida de cada cocinero que, con sus ingredientes más preciados, mezcla la pasión con la autenticidad y el respeto al producto. Viajamos  para agradecerles que nos permitan inspirarlos en sus travesías y aventuras gastronómicas.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

Carta Editorial Food and Travel > Marzo 2017

 

Viajar no siempre es un placer. A veces es incómodo, a veces duele y otras hasta rompe el corazón. Estás a la deriva, entregado a un ritmo que es distinto al propio y con el que no siempre sabes danzar. Pero está bien, siempre está bien, la naturaleza de los viajes es esa: cuestionarte, cambiarte. Todos los escapes deberían dejar huella en la memoria, en el cuerpo, en la consciencia e inconsciencia. 

Todo lo que implica un viaje transforma para siempre, queramos o no. Perder un vuelo, errar el camino, enfrentarse a un imprevisto.

Dormir en aeropuertos, en la arena, en colchonetas de desconocidos que se hicieron amigos casi por generación espontánea, en las camas de hoteles inolvidables, en la hamaca de una playa paradisiaca.

Llorar por ver partir, por partir por iniciativa propia; por tener esa certeza de que los caminos se bifurcan y no se unirán jamás. Por la nostalgia de irse y de volver a casa. Por la intuición de saber que no se regresará nunca a cierto aeropuerto, a cierto café, que no se tendrán de nuevo ciertos encuentros.

Vivir el final del invierno, en un par de viajes a sitios donde el blanco inmaculado de la nieve cubría todo lo que alcanzaba a ver, trajo a mí la claridad del aprendizaje que encierra cada estación; la relación que tenemos con los ciclos interviene en nuestro proceso personal de forma absoluta. Lo que está pasando afuera, como la aparente pasividad o el silencio permanente, urge que se interiorice, se viva. El invierno nos pide ser pacientes con aquello que merece la espera, para entender su trascendencia en nosotros de manera más profunda.

La nieve se va y con ella esta época de contemplación. Es tiempo de saborear los frutos, de sentir el calor, de celebrar la vida, ahora desde otra perspectiva, transformados por lo ya recorrido.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

 

Carta Editorial Food and Travel > Febrero 2017

 

Comenzamos este 2017 con el deseo dirigido a explorar el mundo que nos rodea con confianza, avanzando paso a paso guiados por nuestra curiosidad, por la necesidad de conocimiento, perceptivos a las revelaciones que el camino nos vaya mostrando.

Entendemos los inicios como una aventura en la que nos permitimos salir de las rutas marcadas, en las que nuestro mapa se va trazando siguiendo nuestra capacidad de asombro.

Cuando nos movemos hacia lo desconocido con el espíritu dispuesto, limpio y confiado, incluso lo más insignificante se convierte en una aventura. 

El conocimiento de un nuevo sitio, de un nuevo compromiso, de un nuevo encuentro, llega mediante la búsqueda que se realiza en plena libertad, sin lastres del pasado, sin expectativas, desligados a convencialismos, al ruido externo.

La búsqueda es arriesgada, trae consigo imprevistos, la posibilidad de perderse, de distraerse, de nunca llegar al destino. La única garantía es el crecimiento. Aceptar el desafío de lo desconocido es la única forma de crecer, de convertinos en esos seres plenos que estamos destinados a ser por derecho divino.

Al entender que estamos en continuo movimiento nos liberamos de las consignas que nos definen. Solo desprovistos de las etiquetas del “yo soy” aceptamos la posibilidad de maravillarnos del incesante descubrimiento de aquello en lo que nos vamos convirtiendo.

Para nosotros, en Food and Travel, cada experiencia de viaje y de sabores supone un nuevo aprendizaje, una nueva enseñanza que se embellece al compartirla con ustedes en cada página.

Que comience un año lleno de itinerarios y platillos memorables.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

 

Carta Editorial Food and Travel > Diciembre 2016 y Enero 2017

 

Ser lo que realmente somos y convertirnos en aquello para lo que tenemos el potencial es, a mi parecer, la finalidad de todos nuestros actos. Pienso en ese concepto mientras miro cómo se vacía poco a poco el patio del Ex Convento de San Hipólito, la sede de las premiaciones de la tercera edición de los Reader Awards.

Nominados y ganadores tienen todas las características en común: representan proyectos que crean experiencias tan conmovedoras que se quedan en la mente de miles de personas, quienes luego se toman el tiempo de mencionarlos como sus favoritos. También son tan apasionados de lo que hacen que piensan en la obra y no en las consecuencias. Este y todos los reconocimientos que obtienen son solo el resultado de un trabajo comprometido.

El éxito es el triunfo del ser, no del ego. Quienes son auténticos se entregan en cuerpo y alma a su proyecto. Para ellos, antes que la ganancia existe el amor a la obra, no a su individualidad.

“El hombre de éxito es el que ríe a menudo, vive bien, ha ganado el respeto de hombres inteligentes, cumple sus deberes, nunca deja de apreciar la belleza del mundo, busca lo mejor de los otros y da lo mejor posible”, define el escritor Robert Louis Stevenson.

Para nosotros, en Food and Travel es un privilegio trabajar con tantos hombres y mujeres que viven el éxito de esta manera y lo comparten creando para los demás vivencias que transforman.

Cerramos con profundo agradecimiento un año más de viajes, de sabores, de momentos que nos hicieron crecer, aprender, inspirarnos para compartir y seguir dando lo mejor de nosotros mismos en cada página. Al mismo tiempo, damos la bienvenida a todas las posibilidades que traiga consigo 2017. ¡Feliz cierre e inicio de ciclo!

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

Carta Editorial Food and Travel > Noviembre 2016

 

Todo viaje es iniciático. En el momento que hacemos algo que nunca hemos hecho antes, ya estamos en el camino de la transformación, incluso de la sanación.

Despertar en un sitio distinto al acostumbrado significa una separación de lo conocido y una incorporación de lo nuevo, una aceptación profunda a la naturaleza cambiante que supone la vida.

Los viajes traen consigo la disposición a la impermanencia. Por eso, cuando nos entregamos a un recorrido renunciamos al apego. Sabemos que los paisajes, los encuentros, las sensaciones se irán modificando a nuestro paso. Los viajeros partimos huyendo o buscando algo, nos sometemos a un sinfín de experiencias mediante las cuales adquirimos ciertos conocimientos, una conciencia más amplia, para finalmente regresar, transformados. Si sabemos mirar, degustar, escuchar la cotidianidad que se nos presenta, cada momento nos promete un renacimiento y volveremos a casa convertidos en lo que realmente somos por esencia: seres completos. 

El psiquiatra suizo Carl Jung consideró a las historias míticas de los viajes iniciáticos, como los de Odiseo, Dante o Marco Polo,  como un símbolo del proceso de transformación interior. Se trata de una experiencia que todos estamos tentados a hacer por lo menos una vez en la vida. Jung lo denominó como el viaje del héroe: una pulsión hacia la realización de nosotros mismos. Es una fuerza que nos incita a vivir por primera vez aquello que no hemos experimentado con el fin de encontrar la tierra prometida: la conquista de nosotros mismos. La sabiduría escondida en cada itinerario que vivimos en el equipo de Food and Travel con el fin de compartir una historia con ustedes, me recuerda la premisa de la vida misma como un viaje constante.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

 

Carta Editorial Food and Travel > Octubre 2016

 

Estoy convencida que los encuentros vividos en los viajes son el recuerdo más poderoso con el que volvemos. Atesoramos momentos con los que nos conocimos mejor a nosotros mismos, que se compartieron con otros, que ofrecen una lección aprendida.

Escribo esta carta editorial desde Marruecos, donde viajé para formar parte de Pure life experiences, un encuentro con más de mil viajeros de diferentes nacionalidades que comparten la pasión por el mundo y todas sus posibilidades. Aquí, forjadores de recintos encantadores y sofisticadas vivencias alrededor del planeta buscan transformar a quienes recorren las rutas que ellos proponen con su manera única, respetuosa y profunda de aproximarse a los destinos. También estamos nosotros, quienes nos dedicamos a buscar inspiración, relatar una historia y fortalecer la semilla que nos une como seres humanos: la curiosidad. Curiosidad por ir más allá, por acercarnos a las comunidades locales desde la empatía y, mientras lo hacemos, generar un cambio de conciencia, dirigido a la conservación y el respeto al planeta y todo lo que en éste habita.

En encendidas conversaciones, notamos cómo la idea del lujo en los viajes se ha transformado y ahora radica en el deseo de sentirnos más conectados con el sitio que visitamos, con base en experiencias auténticas. El lujo ahora consiste en el pleno contacto con la naturaleza, porque hemos sentido ese distanciamiento como humanidad y es momento de regresar a ella. El lujo se siente cuando con ojos de extranjero, recorremos los lugares con alma de locales.

Esta cacería de experiencias únicas que nos transformen para siempre ha sido la razón de ser de cada una de las páginas de Food and Travel. ¡Bienvenidos a otro número más de vivencias inolvidables!

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

 

Carta Editorial Food and Travel > Septiembre 2016

 

“Explora todas las costas y busca esa ciudad. Después vuelve a decirme si mi sueño responde a la verdad”, le ordena Kublai Kan a Marco Polo en Las ciudades invisibles, un relato de Italo Calvino que invita a emprender el único viaje posible: el de los mundos imaginados.

Hay escenarios que tejen nuestras fantasías, pero si sabemos mirar, las encontraremos en destinos dispuestos a ser explorados. La única condición para llegar a éstos es nunca dejar de imaginarlos.

Este mes, esos parajes fantásticos se nos revelan al norte del planeta, en las tierras del Sol de media noche. Para mí, las páginas de Food and Travel tienen un doble poder de seducción: como inspiración y como invitación a recordar.

Nuestro reportaje sobre viajes al Ártico me llevó a revisitar mis propios recuerdos. Después de ir tras las auroras boreales sin suerte alguna, los habitantes de Yukón, en Canadá, me contaron la leyenda sobre aquellos brillos celestes: “Son almas de niños que murieron y que, de vez en cuando, salen a jugar entre nubes. Si quieres verlos, cántales”.

Olvidé la lógica y los 26 grados bajo cero y seguí su consejo. 

Alzar la mirada y ser testigo de una coreografía ancestral de luces multicolores en la bóveda celeste me reveló que hay vivencias que sobrepasan el poder de las palabras. La sensación de estar ahí, como testigo de esa danza cósmica, no había sido descrita con exactitud, y tal vez nadie lo lograría. La emoción de saber que todos los viajes y experiencias gastronómicas regalan sensaciones irrepetibles para cada uno, es lo que nos impulsa a viajar y a invitarlos a ustedes a que nunca dejen de hacerlo. Y cuando lo hagan, sigan compartiéndolo con nosotros, como lo hicieron nominando a sus favoritos en los Food and Travel Reader Awards. ¡Estamos listos para recibir sus votos!

Cecilia Núñez  > Directora Editorial

 

 

Carta Editorial Food and Travel > Julio y Agosto 2016

 

“Te invito a cenar al restaurante número uno en Nueva York, según mi lista personal, la única que me importa”, me dice Raúl Sayrols, publisher de Food and Travel México, la publicación que hacemos con tanto cariño y que con este número celebra cinco años de presencia en el país.

Su comentario resuena en mí, contundente, tanto por la responsabilidad de que nuestras páginas rindan honor a la belleza, a la cocina, al producto y a la creatividad —y no a un nombre determinado—, como por el hecho de que me lo dijo luego de la ceremonia de premiación de The World’s 50 Best, que reconoce a los 50 mejores restaurantes de todos los países a partir de los votos de mil “líderes”, “críticos” y “expertos” del universo gastronómico.

¿Quién decide qué es mejor? A través de nuestras acciones buscamos siempre el reconocimiento que defina nuestra imagen desde una perspectiva externa. Este pensamiento se origina en nuestra infancia, cuando necesitamos caricias y aplausos. Ya adultos, exigimos aquello que en casa no nos daban o nos era negado.

¿Pero de qué nos sirve el reconocimiento? “Perdí una estrella Michelin, pero gané la posibilidad de ser yo mismo, de liberarme de expectativas, de volver a cocinar como quiero”, me dijo con una mezcla de melancolía y felicidad el chef Patrick Bertron. Durante la entrevista hablamos sobre la reciente pérdida de esa estrella para su célebre restaurante Bernard Loiseau, en Borgoña. Sus palabras se tornan más profundas al recordar la historia: Bertron es el sucesor de Bernard Loiseau, quien, dicen, se suicidó hace 13 años por los rumores de que le sería arrebatado el reconocimiento Michelin, que se mantuvo hasta hace un par de meses. Ahora que esa estrella se apaga, parece que salva una vida en lugar de acabar con otra.

La satisfacción de crear, haciendo lo que amamos, es el único camino. En Food and Travel ese es nuestro objetivo desde hace cinco años. Y, por supuesto, compartirlo con ustedes.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial