El estado de Guanajuato no solo alberga grandes atractivos turísticos, sino una parte importante de la historia de nuestro país. Y entre sus rincones, destaca Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional, el primer municipio del estado de Guanajuato en adquirir el nombre de Pueblo Mágico. Con una sobresaliente propuesta cultural, es un destino que tienes que visitar. Aquí te dejamos cuatro lugares imperdibles de este encantador municipio.

 

Centro histórico

 

Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional

 

Hay una razón por la que este municipio tiene este nombre tan largo: Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional. Y es que fue aquí donde germinó la semilla que nos llevaría a consolidarnos como un Estado libre y soberano. En torno a la Parroquia de Nuestra Señora de los Dolores, en el centro, el cura Hidalgo convocó en el año de 1810 al pueblo; allí se dio el famoso ‘Grito’ de Independencia. Este recinto aún está en funciones y se puede visitar.

Del mismo modo, la casona que habitó el Padre de la patria y donde se llevaron a cabo algunas de las conspiraciones, fue convertida en museo, nombrado Casa de Hidalgo. Mientras paseas por las calles del centro, echa un vistazo a las artesanías de mayólica que se venden, y no dejes de probar los helados de sabores exóticos: hay desde tequila con xoconostle, hasta chicharrón prensado y coctel de camarón.

 

El llanito

 

Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional

 

Esta localidad, que cuenta con poco más de 3 mil habitantes, resguarda sigilosamente sus tradiciones. Entre estas se encuentra la Fiesta del Señor de los Afligidos, que se celebra con misas, música y mucha comida cada 1ro de enero. O el Festival Culinario Hñahñu, que rescata las raíces otomíes de la región, a través de recetas típicas, como el caldo de rata, la ardilla asada, los chiles rellenos de quelites y las tortillas ceremoniales.

 

Museo del vino de Guanajuato

 

Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional

 

 

No cabe duda que la cultura vitivinícola guanajuatense está en crecimiento. En el estado se producen caldos de excelente calidad que son premiados en numerosos concursos internacionales. Por ello, no es sorpresa que Dolores Hidalgo Cuna de la Independencia Nacional tenga su propio museo dedicado a esta bebida. Aquí, se explica la cultura enológica de la región a través de cuatro salas interactivas, que finalizan con una degustación.

 

Museo y mausoleo de José Alfredo Jiménez

 

 

El cantante y compositor de música ranchera nació en este municipio en 1926. La que fuera su casa antes de abandonar el estado para vivir en la capital, ahora funge como un museo en su memoria. Aquí se relata toda su trayectoria y se encuentra una pintura del artista Octavio Ocampo, conocido por su técnica metamórfica, quién plasmó a José Alfredo a través de retratos de otros cantantes de música mexicana.

Mientras que en el panteón municipal se localiza su mausoleo. Allí se descansan sus restos, bajo un sombrero gigante de charro. Por epitafio lleva la frase: “La vida no vale nada”, tomada de uno de sus temas más emblemáticos. El nombre del resto de sus canciones se encuentran inscritas en un sarape de mosaico que decora el lugar. La gente acude a tomarse fotos, y cada 23 de noviembre, para celebrar su natalicio, se realiza una fiesta que reúne a miles de personas. guanajuato.gob.mx

 

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En México tenemos platillos tan elaborados como simples. La torta, una elaboración que parece tortuosa por definición, puede ser una comida muy completa y nutritiva; este almuerzo de tantos mexicanos se ha impuesto a lo largo y ancho de todo el país, desde los puestos callejeros hasta las cocinas donde el ingenio creativo satisface el más alto placer gustativo; un vehículo para la innovación que parte de releer los clásicos de la tradición tortera, nacida por una necesidad cultural. Te compartimos las cinco tortas más típicas mexicanas que no puedes dejar de probar.

 

La guajolota

 

 

Uno de los manjares matutinos que ofrece la Ciudad de México es la torta de tamal, alimento sabio y completo. La guajolota es una telera rellena de un tamal de harina de maíz, ya sea tradicional o frito, así de simple. Listas para prepararse al momento y venderse en carritos por la calle; de la hoja de maíz, luego al pan y finalmente al plato. Se dice que el nombre de esta torta tiene su origen en el corazón de esta pluricultural y cosmopolita ciudad, debido a la vida tan acelerada que tienen sus habitantes. En busca de una buena cantidad de energía a un bajo costo, acompaña esta torta con un buen atole para mantener la tradición.

 

La guacamaya

 

 

De León, Guanajuato, esta torta se compone de un bolillo crujiente y dorado relleno de chicharrón duro de puerco, cueritos encurtidos, aguacate, salsa de chile de árbol y pico de gallo. Al hablar de ellas, surge el nombre histórico que le dio origen a esta delicia, Don Deme. Demetrio Nájera vendía chicharrones con salsa en las calles y se dice que un grupo de jóvenes se reunía cerca a comer “duros”, estos chicharrones crujientes, y a tomar tequila; mientras más picaban más tomaban, hasta ponerse a hablar como guacamayas; sin darse cuenta, se dio poco a poco la combinación del bolillo con el chicharrón para disminuir el picor, y la expresión “Deme uno Don Deme” evolucionó a “Deme una guacamaya Don Deme”. Acompáñala con una cebadina, la bebida tradicional a base de cebada, fruta y bicarbonato de sodio.

 

La tecolota

 

 

La torta de chilaquiles… una bomba calórica de desborde gustoso. El pan francés o bolillo cortado por la mitad y relleno de chilaquiles rojos, verdes o campechanos, una elaboración que pone en alto la tortilla de maíz previamente endurecida, frita y posteriormente cocinada en una salsa picante, a lo que se puede agregar pollo deshebrado, al pastor o cochinita pibil, además de queso rallado, crema, cebolla fresca y rajitas de chile jalapeño o habanero. Una exquisitez capitalina cuando el cuerpo está hambriento, que unifica concentración y condensación en un mismo platillo.

 

La torta ahogada

 

 

De la tierra del mariachi, este interesante antojito jalisciense tuvo su origen apenas el siglo pasado. Envuelta en un bolillo salado, el birote, único en Guadalajara, se unta con frijoles y se rellena con carnitas de cerdo y cebolla, todo bañado en salsa de tomate y chile de árbol. Es la favorita de los amantes del picante, y se cree que, como muchas otras recetas exitosas, surgió del ingenio y de la falta de otros ingredientes, un simple accidente. Seguramente, como lo señalan las fuentes, el primer local en vender estas tortas fue “El Güerito”, en la década de los cincuenta, y curiosamente fue un cliente con resaca quien bautizó las famosas tortas tapatía al caer ésta sobre la salsa diciendo “Démela así, ahogada”.

 

La de la barda

 

 

Creada por el señor José María Bracamontes en Tampico, Tamaulipas, junto a la barda limítrofe que separaba el ferrocarril y los muelles de la ciudad, esta torta es famosa en el norte de la República. Debido a su éxito, pronto se difundió por toda la ciudad, convirtiéndose en etiqueta y símbolo que identifican a la zona. Bolillo relleno con frijoles, jamón, queso de puerco, chicharrón en salsa verde, carne de res deshebrada, aguacate, chorizo… una buena torta, abundante y prometedora, que vale la pena saborear lentamente.

Sin duda alguna, colocar nuestro alimento entre dos panes ha sido un triunfo, y ha hecho de las tortas uno de nuestros alimentos más típicos, tal como lo describe Pedro Reyes en su libro Acá las tortas (Planeta, 2015), “la torta es transportable, callejera… Desde tiempos remotos ya manifestaba su vocación viajera”. Es portátil y acompaña. Es comida de añoranza, porque “en medio de esos dos trozos de pan, cabe nuestra historia…”.