Jean Anthelme Brillat-Savarin decía que “el destino de las naciones depende de su alimentación”. De Baja California a la Patagonia se eleva la cultura latina, llena de historias fascinantes que recuerdan su pasado y sus orígenes, y que celebra con cada platillo la magnífica mezcla de elementos precolombinos y de otros traídos por los pueblos colonizadores. La cocina latinoamericana es un lienzo colorido, multicultural y vivo, fusión que ha dejado al mundo un legado de sabores tan variado y querido.

Los productos de este territorio hacen que cada punto de su geografía tenga características culinarias y tradiciones propias, sin embargo se pueden observar elementos en común, como el uso de mariscos del Pacífico y del Atlántico a lo largo de todas las costas, las carnes de las grandes pampas y llanuras, las frutas y hortalizas de los ricos campos y los sabores de la exuberante tierra tropical. Hablar de ingredientes como la papa, el maíz o el plátano podría llenar libros de anécdotas, recetas y personas, por ello te compartimos de manera muy general los platillos más representativos de América Latina, por los que merece la pena conocerla y saborear cada ciudad que la conforma.

De Perú el ceviche

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La gastronomía peruana se vuelve cada vez más popular fuera de sus fronteras. Una pizca de cocina española, india, africana, criolla, mulata y mestiza, conforman su riqueza. La historia establece que la palabra ceviche evolucionó del quechua siwichi, que quiere decir pescado fresco o tierno. Este plato indígena nació a la orilla de los mares, en la cultura Mochica hace más de dos mil años. El pescado fresco se cocinaba con el juego fermentado de tumbo, una fruta local; en el Imperio Inca, se maceraba con chicha y posteriormente con la influencia hispana se añadieron el limón y la cebolla. Gastón Acurio dice que el ceviche no es ni cocido ni marinado, sino crudo y acariciado, ahí está la clave.

¿Arepa venezonala? ¿O arepa colombiana?

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La arepa, preparada y consumida por los primeros habitantes de los territorios de Venezuela, Colombia y Panamá, es otra forma de celebrar el maíz. Seguramente todos han escuchado alguna vez de la famosa “harinapan”, harina precocida de maíz que se mezcla con agua y un poco de sal; se amasa, se aplasta y se pone a cocinar en un sartén o en un budare, plancha circular de hierro fundido o arcilla. Los nombres de las arepas, según sus rellenos, constituyen su esencia: reina pepiada, dominó, pelúa, sifrina, rumbera, catira, perico, rompe colchón, patapata… por mencionar algunos. La arepa, que no tiene hora para su consumo, debe ser crujiente por fuera y suavecita por dentro.

Feijoada señorial desde Brasil

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Le feijoada o fabada es uno de los primeros símbolos de identidad nacional de Brasil. Este cocido de frijol con carne de cerdo y de vaca, representó en un inicio la resistencia de Brasil a la dictadura de la etiqueta europea durante la colonización portuguesa. Un platillo abundante, más que en cantidad, en historia. La feijoada es para los brasileños un emblema sobreviviente de su evolución; las familias fueron siguiendo los modos europeos, usando mesas y cubiertos para comer, la élite cambió su ropa pero no cambió de gusto, y la evidencia está sobre la mesa, donde el frijol negro es el principal protagonista y la carne de puerco en salazón se acompaña con arroz y naranjas.

Empanadas gauchas aquí y allá

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Como la pizza, conocida aquí y en todos lados, las empanadas argentinas han dado la vuelta al mundo. Luego del asado, la empanada es lo más tradicional en esta tierra suramericana. La influencia comenzó en el mundo árabe, de ahí pasó al mundo hispano y por supuesto, fue en América donde terminaron de hornearse. En Argentina, “la verdad es que ninguna empanada en el mundo vale la empanada sanjuanina” como diría Domingo Faustino Sarmiento, expresidente, escritor y periodista argentino. Masa criolla, carne y huevo picados, y aceitunas, todo condimentado con ají molido, orégano, aceite, pimienta y sal, esta empanada es un deber obligado al visitar la tierra de la plata.

Tacos mexicanos de verdad

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Seguramente no existe platillo mexicano más mexicano que los tacos, presentes en cada rincón del país. Tortillas de maíz que abrazan y envuelven guisos variados con cerdo, pollo, res o pescados y mariscos, y vegetales como jitomate, aguacate y cebolla, que se coronan con salsas de todos picores. Un clásico conocido internacionalmente pero nunca igualado. Al pastor, de barbacoa, de lengua, de canasta, en la calle o en el restaurante más lujoso, los tacos son los reyes de los antojitos mexicanos.

Todas comidas simples, básicas, austeras y cotidianas, que se originaron en el corazón de los pueblos por la necesidad de alimentarse. Elaboraciones que han trascendido al tiempo y se han convertido en identidad e imagen de naciones independientes, que se conservan y se guardan en el corazón.