¿Cómo un dentista se convierte en chef? Para José Pizarro, uno de los chefs españoles más exitosos, que reside en el Reino Unido, ésta es una historia en la que la medicina y la cocina son los protagonistas de una narrativa de viaje que abarca 40 años. Texto: Mark Sansom / Fotos: Paul Winch-Furness y Jorge Monedero. 

 

 

Memorias de España

 

Los veranos en Extremadura, en el centro-oeste de España, donde creció, son calurosos. En los 70, todo era más lento y los días ahí giraban en torno a las comidas, el rebaño y las misas.

Mi abuela cocinaba todo el día. Todos los ingredientes eran locales, y si no tenías algo, lo intercambiabas por otra cosa. Mi papá cazaba: él traía las perdices y mi hermano las palomas. Eran tiempos simples y extremadamente felices. Vivíamos en una granja y fui un niño que vivió al aire libre desde que pudo caminar; no había PlayStation”, cuenta el famoso chef José Pizarro.

 

Chef José Pizarro

 

No fue hasta su adolescencia que pensó más allá de los confines de su pueblo. Obtuvo un lugar en un curso de Odontología en Cáceres, y esta ciudad universitaria le dio una muestra de algo más grande. También lo introdujo a los restaurantes, tanto a los sofisticados, llenos de productos como los que usa ahora en sus cocinas, como a los más sencillos, donde servían los productos con los que él había crecido.

Pizarro aprobó su curso de odontología con éxito, pero gracias a sus ganas de aprender, que mantiene hasta la fecha, no pudo quedarse quieto. Por lo que se inscribió a una escuela de cocina durante el verano.

“Me enseñó lo básico, pero me enviaron a un restaurante y fue ahí cuando todo cambió para mí. Pensé ‘wow’, estoy con personas apasionadas haciendo lo que me gusta y complaciendo a otras mientras lo hago. Me di cuenta de que no quería estar sentado en un consultorio por el resto de mi vida. Esta carrera se trata de gente, comida y diversión”.

 

 

Pasión por los fogones

 

Chef José Pizarro

 

Inició en un restaurante de parrilla en Cáceres y aprendió rápidamente. Un mes después de unirse, la dueña lo dejó a cargo. “Un día, servimos a 1,000 personas. Era una boda en la que solo se suponía que habría 400 invitados, pero así es en España. Mis dedos sangraron de tanto deshuesar lechones”, dice Pizarro, mientras hace un gesto con sus manos abiertas, dignas de un artesano de la cocina.

“Mientras estuve allí, conocí a Julio Reoyo, propietario de El Mesón de Doña Filo en Madrid. Me dio la oportunidad de trabajar con él y aprendí sobre técnicas modernas”. Estar en la capital española introdujo a Pizarro a una ciudad multicultural por primera vez y a la accesibilidad de los viajes internacionales.

“Mi mente estaba en Nueva York, pero batallé mucho para lograrlo. Un amigo me dijo que debía probar suerte en Londres. Acababa de regresar de ahí y dijo que aquella ciudad realmente necesitaba un buen chef español”.

Hizo sus maletas y prometió quedarse solo un mes. Veinte años después, aún sigue ahí. “Mi amigo me enseñó una frase: ‘I’m looking for a job’. Tenía 15 mil pesetas en el bolsillo, alrededor de $300 USD, y me enamoré de la diversidad de Inglaterra”.

 

 

Chef español en Londres

 

Chef José Pizarro

 

Luché por encontrar trabajo y estaba a punto de rendirme cuando encontré un anuncio en Gaudi (un extinto restaurante español). Conseguí trabajo como sous chef y no podía creer mi suerte. El chef estaba tratando de obtener una estrella Michelin y no me gustaba gran parte de su comida, pero yo no era la persona indicada para decírselo. Incluso entonces, sabía que Londres no estaba lista para la comida española de lujo. Primero, tenían que aprender sobre el verdadero ritmo de nuestra cocina. Todo es acerca de los ingredientes: puede haber solo tres elementos en el plato, pero todos deben ser excelentes”.

Después de Gaudi, obtuvo su primer puesto como chef principal con el chef David Eyre, en Eyre Brothers, y Pizarro comenzó a educar el paladar de los comensales sobre la comida española. Era básico, realista y utilizaba solo los mejores productos españoles que podía hallar.

 

 

Éxito inminente

 

 

The Swan

 

“Hace 10 años, cuando abrí mi primer bar de tapas, la gente empezó a entender verdaderamente la comida española, a que no todo tiene que ser complicado para ser bueno”. A partir de ahí inició el legado de José Pizarro y su éxito también le permitió mejorar su jugada en términos de calidad, introduciendo el nivel de ingredientes españoles que comía cuando era niño.

“El éxito me permitió invertir. Estaba trabajando con un proveedor de jamón de calidad inferior, pero comencé a vender el jamón ibérico Cinco Jotas, infinitamente mejor”.

Pizarro también acaba de volverse tabernero. The Swan es su obra maestra y su propia versión de un pub perfecto que sirve comida española, cerveza de España y porciones de 60 gramos de Cinco Jotas por $34 USD. La visión de José Pizarro ha sido notable, tanto así que en 2014 fue elegido como uno de los “100 españoles”, un reconocimiento otorgado por su talento y el amor que siente por su país, España. josepizarro.com

 

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En la península ibérica, y en otras partes de Europa y el mundo —en 90 países, para ser exactos—, hay una tradición milenaria que se disfruta con pasión: el jamón ibérico. Sus inigualables características organolépticas seducen a los paladares más exigentes y avezados, aunque los elementos culturales que lo rodean hacen de éste un producto único: la producción natural y sostenible del sector —en la cual destaca un modelo de bienestar animal que cumple con las más altas normativas de la Comunidad Europea—, la forma de cortarlo y servirlo, así como los aportes nutrimentales a quien lo degusta —es, por ejemplo, una fuente rica de ácido oleico—.

Por eso y más, nos dimos el lujo y el gusto de estar en los 5 lugares imperdibles de España para disfrutar de excelente jamón ibérico.

 

Finca Dehesa de la Solana, Herrera de Alcántara, Extremadura

 

jamón ibérico

 

El jamón de bellota adquiere carta de origen indiscutible en la Dehesa de la Solana. Esta que comenzó hace 38 años como una región ganadera en la provincia española de Extremadura, es en la actualidad toda una experiencia para adentrarse en el mundo del jamón ibérico.

Con hostelería y servicios como venta en línea, esta finca ofrece paseos y tours para conocer su fábrica de jamones y embutidos, el campo donde comen libremente sus cerdos ibéricos de crianza propia —y hasta podrás darle de comer directamente las bellotas— y rubricar el día con una degustación de sus jamones, paletas, lomos y embutidos, todos ibéricos. No olvides acompañarlos con un excelente tinto La Bienquerida, de Altos de Losada. Una gran oportunidad de conocer una dehesa, un microecosistema único en el mundo. dehesadesolana.es

 

Madruelo, Cáceres, Extremadura

 

jamón ibérico

 

En la región occidental de Extremadura se halla un poblado que fue una ciudad amurallada en el medioevo español. Ha sido Patrimonio de la Humanidad por la UNESCO desde 1986. En Cáceres podrás ver torres, castillos, arcos y almenas como en una película. Como dato curioso: allí se filmaron algunas escenas de la serie Game of Thrones. Si decides visitar esa ciudad, no puedes perderte el restaurante Madruelo, en la calle Camberos 2.

Te recomendamos pedir el Carpaccio de retinto con aceite de oliva, el Bacalao con risotto y aceituna negra deshidratada, en salsa de pimiento, así como el Entrecot de ibérico con salsa de mostaza y la Sopa de tomate con comino. Pero para seguir en el universo del ibérico, zambúllete en la Patatera de ibérico, con una copa de un tinto de Hacienda López Haro. Te sentirás como una personalidad heroica de la Edad Media. madruelo.com

 

Eustaquio Blanco, Cáceres, Extremadura

 

Jamón Ibérico

 

Un poco alejado de la ciudad vieja de Cáceres, fuera de la muralla, en avenida Ruta de la Plata 2, se encuentra Eustaquio Blanco, con un diseño funcional y sobrio, pero en verdad cálido y con una atención memorable.

Si no has probado las famosas y tradicionales migas españolas, en este lugar tienes una oportunidad más que aceptable. Después de las Migas al pastor con huevo de corral, prueba el Arroz con espárragos y pimientos. Y para entrar en materia: el Carpaccio de ibérico con setas y helado (¡sí, helado!) de aceite de oliva. Aunque parezca rara, es muy interesante y acertada esta combinación. restauranteeustaquio.es

 

Urrechu Velázquez, Madrid

 

Jamón Ibérico

 

El Salón Marrón (de un total de cinco) del restaurante Urrechu Velázquez (ubicado en calle Velázquez 50) es un lugar suntuoso y la atención es sobria, muy sobria. Pero la diferencia la hace el menú. Su objetivo es ofrecerte una “experiencia sensorial” completa, la cual comienza con el decorado y finaliza con la degustación, pero está enmarcada por los cortadores de ibérico a quienes un reflector los convierte en verdaderos rockstars silentes —pero sonrientes— de los jamones.

El inicio con la Crema de alubias pinta bien. Después, con el Corte de foie con crocante de naranja y el Solomillo de ternera con patatas fritas y pimientos de Padrón nos abren el apetito para el estelar de la noche: el Jamón Ibérico de Bellota cortado a mano. ¡Y hay que ver el emplatado! urrechuvelazquez.com

 

El Pescador, Madrid

 

Jamón Ibérico

 

En el número 75 de la calle José Ortega y Gasset, en pleno corazón madrileño, se encuentra el restaurante El Pescador. Si bien este sitio es ideal para comer los más frescos productos del mar que podrás hallar en la capital de España, también puedes encontrar otras delicias “de tierra”.

Allí pudimos saborear las rabas fritas, el famoso pulpo a la gallega, las gambas rojas de Denia, así como el lenguado a la plancha y un rodaballo salvaje. Pero nada hubiera estado completo sin la corona de la ocasión: el Jamón Ibérico Gran Reserva, acompañado con un fresco pan tomate y una copa de blanco José Pariente. marisqueriaelpescador.net