También llamado Cayo Hueso, Key West es una pequeña isla caribeña ubicada más cerca de Cuba que de Miami. Cuando sea momento de viajar nuevamente a diversas partes del mundo, aquí te damos cuatro muy buenas razones para elijas a Key West como tu destino a visitar y descubras sus encantos. Fotos: Rob O´Neil (cortesía Hemingway Home & Museum), La Concha Hotel & Spa, Unsplash y Adobe Stock. 

 

El camino es pintoresco

 

Key West

 

Desde Homestead, la última ciudad al sur de Florida sobre tierra firme, a Key West, la isla (o cayo, para hablar con propiedad), la única ruta de acceso es la US1, carretera construida sobre puentes que unen cada cayo. Tiene una extensión de 200 kilómetros, desde Homestead hasta Key West, el cayo más meridional y última porción de tierra antes de Cuba -ubicada a 144 kilómetros-.

En coche, la ruta se hace en cuatro horas, o seis si te agarra el tráfico (de noche es más fluido), ya que la autopista tiene apenas un solo carril por sentido. Así que abróchate el cinturón, prepara una playlist ad-hoc -¿qué tal “Kokomo”, de los Beach Boys?-, bebidas frescas, alguna botana y disfruta del road-trip.

 

La hotelería es premium

 

Key West

 

Hoteles boutique, de cadena y hasta airbnbs de lujo, en Key West no faltarán opciones para hospedarte. Pero si no quieres sorpresas, te recomendamos confiar en el servicio de una marca como IHG. Hablamos del Crowne Plaza Key West La Concha, construido en un edificio que data de 1926 y que aún hoy es el más alto de la isla.

Su generosa barra de destilados y vinos, su cafetería Starbucks dentro del mismo hotel y su alberca son razones más que suficientes para visitarlo. ¿Lo mejor? Su ubicación céntrica sobre la ajetreada Duval Street, sus habitaciones pintadas en tonos oscuros que invitan al descanso y colchones con la firmeza exacta. Y no olvidemos su spa, ubicado en el último piso y con vista al mar Caribe.

 

La casa de Ernest Hemingway

 

Key West

 

Sobre la calle Whitehead, a metros de Duval Street, se encuentra esta propiedad rodeada de plantas tropicales y con vista al faro de Key West. Fue construida en los años 20 y un regalo del suegro del novelista estadounidense, que acababa de casarse en segundas nupcias con su hija, la editora de moda Pauline Pfeiffer.

La casa, convertida en museo hace más de 40 años, recibe a centenares de turistas por día, que hacen fila bajo un sol abrasador para poder entrar (afortunadamente, todo está muy bien organizado y no hay que esperar demasiado). La entrada cuesta 15 dólares -solo reciben efectivo- y da derecho a una visita guiada, con guías locales que cuentan con humor e histrionismo aspectos poco conocidos del autor de El viejo y el mar.

Pon atención a la alberca de 18 metros de largo diseñada por Hemingway y construida en el jardín. Durante muchos años, fue la única alberca de todo el sur de Florida, un verdadero lujo para la época. Y no olvides checar las patas de los felinos que viven en la casa. Descendientes de Snow White, la gatita que pertenecía al novelista, la mayoría tiene seis dedos, una condición genética que los hace más especiales aún.

 

El mejor pay de limón

 

Pie de Limon Key West

 

En los cayos, desde Key Largo hasta Key West, el postre por excelencia es el Key Lime Pie, llamado así por los cultivos de esta variedad de limón que se cultivó en la zona hasta mediados de 1920. Viene en versión tradicional, con merengue, crema batida o chocolate. También en formato mini, en bolsas de 400 gramos para compartir.

Casi todos los restaurantes y cafés tienen su propia receta -cada uno asegura que es la mejor-, pero camino a Key West muchos turistas se detienen en Tavernier (otro de los cayos) para visitar Blond Giraffe Key Lime Pie Factory. Su jardín tropical con mesas y sillas para disfrutar de una rebanada de pay es muy agradable. keywest.com

 

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