Leche y té poseen un vínculo innegable. A lo largo de los siglos, ambos elementos se han mezclado en taza desarrollando deliciosos matices aromáticos, gustativos e incluso táctiles. ¿Qué aporta el lácteo a la infusión de camellia sinensis? ¡Allá vamos!

Las teorías acerca del origen de la leche como acompañamiento del té son amplias y controvertidas. Algunos historiadores apuntan a la costumbre británica de temperar cuencos y tazas con leche caliente antes de servir la infusión de camellia, otros aseguran que la unión es tan antigua como el propio consumo de té.

 

té y leche

 

La tinta blanca del té

 

La realidad, querido lector, es que la infusión ha sido mezclada con lácteos animales desde hace siglos, para muestra el Po Cha tibetano. Consumido desde el siglo X, el Po Cha es una de las formas más particulares de beber el té; tés puros, generalmente verdes, negros y pu-erh, se enriquecen con mantequilla de leche de yak, sal y harina con un único propósito: adquirir energía suficiente para la vida cotidiana. Bien podría ser el antecedente historio del casamiento lácteo, ¿o no?

Dejemos atrás polémicas. Gracias a sus grasas y azúcares naturales, particularmente lactosa, la leche es capaz de añadir dulzura a la par de estructura y untuosidad a cualquier infusión fría o caliente. Tés negros estructurados, como el delicioso English Breakfast, así como algunos tés verdes puros y blends de hojas con buen grado de oxidación, se benefician con un toquecito del lácteo.

Pero no todo es aroma y sabor, ¡no!, en territorio frisón, por ejemplo, el té suele adicionarse con crema de leche de cabra o vaca con otro propósito; el lácteo, que suele concentrarse sobre la superficie, ayuda a mantener el calor de la bebida y a proteger el estómago contra el té más fuerte que viene debajo. Aquí, el casamiento también es funcional.

 

¿Combinaciones infalibles?

 

té y leche

 

Entre las tazas más populares del mundo se cuenta el Masala Chai, popularizado durante el Raj británico y preparado originalmente a partir de una mezcla de té negro de Assam con canela, cardamomo, clavo de olor y jengibre.

El Masala chai tiene la peculiaridad de prepararse como un cocido más que como una infusión, en el que la leche actúa como líquido de infusión de especias, azúcar y hojas de camellia sinensis.

Mucho más contemporáneo es el llamado “té de burbujas” o “milky bubble tea”, originado en Taiwán a finales de los 80 y hoy popular en Hong Kong, Estados Unidos y Canadá.

 

Delicioso origen

 

té y leche

 

Las versiones regionales abundan, sin embargo, la receta original se preparaba agitando vigorosamente una mezcla de té con jarabe de fruta y leche hasta espumar. Poco a poco, perlas de tapioca fueron incorporándose a la receta.

Poco conocido pero delicioso es el “Thai milk tea”, otro ejemplo del perfecto casamiento que integran té y leche. Esta bebida, considerada un ícono en Tailandia, se elabora con hojas infundidas de té negro a las que se añade una fuerte dosis de leche y azúcar; algunas recetas también incluyen especias como cardamomo, canela o vainilla, y un sinfín de frutas regionales.

En las calles de Tailandia, el Thai milk tea suele ofrecerse en bolsas plásticas, servido con hielo molido; en Occidente y muchísimos restaurantes tailandeses del mundo, la infusión se presenta en vasos largos o licuada con hielo a manera de un coctel frío con té.