Siempre es buen momento para escaparse a la naturaleza, y las cabañas de Wander Cabins son un refugio ideal para estar en contacto con el entorno natural y con nuestros hijos. Caminar entre senderos llenos de vegetación, disfrutar de una tarde de juegos de mesa, hacer una fogata y contar cuentos, dormir y despertar a la orilla del río: así fue como practicamos el glamping en Malinalco. ¡Descubre cómo fue esta escapada en familia! Fotos: Elsa Navarrete.

 

Tiempo para ellos con el glamping en Malinalco

 

Empezaré este texto con algo de motivación para que tomemos las maletas cada vez que podamos y nos escapemos con nuestros pequeños viajeros a la calma que regala la naturaleza, como en esta ocasión que practicamos glamping en Malinalco. Cuando me siento ausente, que mi cabeza está inmersa en los pendientes del trabajo, repienso en esa gran paradoja de la vida que me hace recordar que la compañía de nuestros niños es un regalo para disfrutar en el presente.

Esto es lo que suele suceder: cuando los hijos están pequeños y quieren estar con sus papás sobre todas las cosas, los papás están muy ocupados para pasar suficiente tiempo con ellos y, muchas de las veces, el trabajo resulta ser más importante. Cuando los padres ya tienen tiempo para estar con ellos, ahora ellos son jóvenes y ya no les interesa estar con sus padres, ahora prefieren estar con sus amigos, su novia o novio, haciendo lo que a ellos les gusta.

 

Glamping en Malinalco

 

No debemos confundir nuestras prioridades, no hay que olvidar el lugar que ocupan nuestros hijos en nuestras vidas… Porque no siempre estarán esperándonos en la puerta con una sonrisa, ansiosos por jugar o estar con nosotros. Porque no siempre se refugiarán en nuestros brazos. Para ellos también transcurre el tiempo y gozarlos al máximo durante su niñez debe ser nuestra prioridad, porque una vez que esta etapa se vaya, no volverá jamás.

 

Glamping: rodeados de naturaleza cómodamente

 

El precio de la prisa es muy alto y no debemos por qué pagarlo, solo por la creencia de que solo así sé es productivo. Y aquí mi consejo: podemos ver en los viajes un aliado para bajar el ritmo e invertir en crear memorias llenas de alegría, risas, aprendizajes y amor. Para disfrutar a nuestros niños con plena consciencia, planeemos miniescapadas todo el tiempo, como un glamping en Malinalco, donde te pierdes en el bosque, sin perder comodidad y cerca de Ciudad de México.

Olvidando un poco eso de montar las casas de acampar y los sleepings a ras del pasto, se puede dormir en casas de árbol, cabañitas o tipis para practicar glamping, es decir, acampar con glamour, con más lujos que “incomodidades”. Estos refugios —que sí, es más costoso que acampar— ofrecen lo mejor de ambos mundos. Por un lado, tienen cómodas instalaciones como baño, regadera, cama y cocina, y por el otro, te sientes casi como si durmieras al aire libre, en plena naturaleza.

 

Glamping en Malinalco

 

 

Wander Cabins: una gran experiencia natural

 

Las magníficas cabañas de Wander Cabins en Malinalco —también tienen en Tzibantzá, Valle de Bravo y La Marquesa— se encuentran idílicamente a la orilla del río. Estas cuatro cabañas, aunque están por inaugurar otras cuatro, son un rincón único para fomentar nuestra relación con nuestros pequeños viajeros y con la naturaleza; no son recomendables para familia con niños menores de tres años, debido al deck volado y al tapanco.

Construidas con madera sustentable, en un estilo minimalista pero acogedor, cuentan con una cama que te fusiona con el verdor de la naturaleza gracias al ventanal de piso a techo que conforma la fachada. Además de varios juegos de mesa que te ayudan a disfrutar aún más tu escapada en familia; y una pequeña cocina totalmente equipada para preparar deliciosos banquetes al aire libre.

 

Viajes con niños

 

También tienen una idílica terraza con mesa estilo pícnic y un asador perfecto para preparar cortes de carne y luego hacer fogata (leña incluida), y una vista única hacia el río y hermosos árboles. No necesitamos más para disfrutarnos. Costo cabañas: Desde $3,190 MXN por noche.

¿Listo para practicar glamping en Malinalco y tener un respiro para disfrutar a tus hijos? O, ¿quieres más ideas? También puedes planear una escapada a Tuxpan, la playa más cercana a Ciudad de México, o al siempre divertido Acapulco.

 

Pasear por un parque y hacer un pícnic, dormir en una cabaña rodeado de árboles, comer inmerso en el bosque, pasar unas vacaciones familiares en la selva con el sonido del río de fondo… Llevemos a nuestros niños a jugar, explorar y aprender en medio de la naturaleza para que sus mentes, cuerpos y almas se llenen de vitalidad, evitando el síndrome de déficit de naturaleza que conlleva diversos efectos negativos en su desarrollo. Fotos: Elsa Navarrete. 

 

Víctimas del síndrome de déficit de naturaleza

 

¿Cómo?, ¿existe un síndrome llamdo déficit de naturaleza? Sí, existe, y los papás —y más los que vivimos la ruidosa vida de la ciudad— deberíamos conocer este concepto que se ha empezado a estudiar recientemente.

El témino surgió en el libro titulado Last Children in the Woods de Richard Louv, en 2005, y hace referencia a los efectos negativos que la falta de contacto cotidiano con la naturaleza ejerce sobre los niños. Por el acelerado estilo de vida, inmersos en nuestras junglas de concreto y en la tecnología, los adultos y, por ende, los más pequeños del hogar pasan menos tiempo rodeados de los paisajes naturales.

 

Cambiemos la agenda infantil

 

síndrome de déficit de naturaleza

 

Sanemos nuestra relación con la naturaleza e incentivemos conscientemente la de nuestros hijos con la Madre Tierra. Más allá de los fines de semana en centros comerciales o en casa frente a la televisión, optemos por “baños de bosque”, esos paseos tranquilos y relajantes en bosques, parques, jardines o cualquier espacio con flora y fauna, para relajarnos, desconectarnos, estimular nuestra creatividad e inteligencia y dejarnos conmover por el misterio del paisaje.

El mundo natural es el entorno más rico en información, dando a nuestros pequeños una estimulación cognitiva constante. Recordemos que entre más tecnología, se necesita más naturaleza.

 

Efectos positivos

 

Los estudios relacionados con el síndrome de déficit de naturaleza —la mayoría hechos en Estados Unidos, Australia e Inglaterra—, demuestran que los niños que están familiarizados con el medio natural presentan menos estrés y tienen un mayor desarrollo de movimiento y de atención. Es de gran ayuda para desarrollar las capacidades de creatividad y la resolución de problemas, así como para los niños con trastornos de atención e hiperactividad y prevenir la obesidad, asma y miopía.

Además, la anhelada sustentabilidad solo puede entrar más en nuestras conciencias, si nos enfocamos en la renaturalización de la vida cotidiana. Se necesita vivir, tocar y oler la naturaleza, para conocerla, asimilarla y valorarla. No hay de otra para tener esa capacidad empática que tanto necesitamos.

 

síndrome de déficit de naturaleza

 

 

Sí, tiempo de no hacer nada

 

Aún soy de la generación que salía a jugar a la calle o al parque más cercano, pero ahora los niños no tienen esa oportunidad de jugar al aire libre de forma espontánea, debido, muchas de las veces, por temas de inseguridad. De acuerdo con un estudio publicado por la fundación británica National Trust, los niños de la actualidad juegan una media de cuatro horas a la semana, en comparación con las 8.2 horas semanales de sus padres cuando tenían su edad.

Ahora, todas sus actividades suelen estar programadas y sus espacios de encuentro pasaron a sitios cerrados y frente a las múltiples pantallas por horas. Y creo que nosotros, como papás, debemos arrojarlos a entornos naturales con más frecuencia para balancear esta forma de vida actual. Dejemos de glorificar eso de “andar en chinga” y elijamos tener tiempo para no hacer nada en contacto íntimo con la naturaleza junto a nuestros hijos.

 

Experiencias para evitar el síndrome de déficit de naturaleza

 

Llena a tus pequeños viajeros de esa sensación de paz y plenitud a través de estas experiencias que vivimos y te recomendamos como familia:

 

Restaurante: Santa Montaña Ajusco

 

Santa Montaña Ajusco

 

Respiramos aire puro en Santa Montaña Ajusco y también nos divertimos. Éste es un verdadero restaurante kid friendly: su zona de juegos al aire libre sorprende. Los niños jugaron en un avión real, brincaron en un trampolín, se desliazaron por la resbaladilla de un gran inflable y escalaron una pared. Pero eso no es todo, también cuentan con recorridos en un poni y una área cercada para niños pequeñitos (costo: $100 por hora) supervisados por una cuidadora.

La comida a la leña y a la parrilla —mis favoritos: el brócoli rostizado, los camarones zarandeados y las pizzas— es la combinación perfecta para el ambiente campirano, que se puede disfrutar en mesas tipo pícnic bajo una tienda de telas tensadas; desde donde se puede ver fácilmente a los peques. Para ellos, su versión de Cajita feliz es “la” opción. Cheque promedio: $500. IG: @santa_montana_ajusco

 

Destino: Jalcomulco

 

síndrome de déficit de naturaleza

 

El paisaje verde inundó nuestros sentidos. El poder de estar contemplando los árboles tropicales de Jalcomulco y escuchando el cauce del río Antigua hicieron que todos olvidáramos nuestras preocupaciones, evitando el síndrome de déficit de naturaleza.

Este destino de Veracruz es uno de los sitios por excelencia de México para practicar el descenso de río o «rafting», y hacer rapel y tirolesas en sus numerosas barrancas.

Además de darnos un verdadero festín de acamayas (camarón gigante de río) preparadas al mojo de ajo, hacer senderismo y nadar en la alberquita de nuestra casa por unos días rodeada de árboles, nos aventuramos a abordar una balsa inflable con todo y los niños pequeños, y descender el río. Nuestro guía solo surcó los rápidos de menor intensidad y mamá se bajó con ellos en la última parte del recorrido debido a que están fuertes. Así fue como adpatamos una actividad de aventura para hacerlo con ellos. Rafting: $600 por persona. armoniarafting.com IG: @_turismover

 

Hotel: Agua Morada Hotel & Campamentos

 

Síndrome de déficit de naturaleza

 

Siguiendo la tendencia de proximidad y viajes locales por carretera hacia la naturaleza, llegamos a Agua Morada, en Acaxochitlán Hidalgo, a dos horas de Ciudad de México. En una de estas cabañitas despertamos entre los árboles, con el canto de los pájaros y la bruma de la fresca mañana.

Son ideales para alejarse de todo y reconectarse con la naturaleza. Estas casitas del árbol son una alternativa ecológica de hospedaje, que también nos hicieron recordar nuestra infancia, impregnado la estancia de magia y fantasía. Costo: $1,900 por noche de viernes a domingo; hospedaje mínimo de dos noches. IG: @aguamorada

 

¿Listo para llenar de vitalidad a tus niños y evitar el síndrome de déficit de naturaleza?

 

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Formar niños viajeros no solo implica vivir momentos divertidos con ellos fuera de la rutina, sino que también conlleva diversos beneficios. Viajar es la mejor forma de que aprendan —y de paso los papás también— sobre la diversidad y a cuidar la naturaleza. Fotos: Elsa Navarrete; Adobe Stock; Unplash. 

 

Familias nómadas

 

Recuerdo haber leído bastante intrigada un artículo sobre una familia española que lo dejó todo para viajar por el mundo a bordo de un camión tipo camper. Para mi sorpresa, no se trataba de un viaje de seis de años que realizaba una pareja, en total eran cinco, incluyendo a un bebé de un año y medio.

A la mayoría, esta travesía nos podría parecer, más que complicada, casi imposible, pero desde que leí esta historia y otras —como una familia argentina que lleva 15 años en ruta con sus cuatro hijos y practican el homeschooling—, he pensado en por qué no salirme también del esquema “establecido” y ser yo, su mamá, la que les muestre a mis dos hijos el mundo en el que vivimos, para enseñarles desde pequeñitos que hay muchas realidades y formas de vivir y de pensar.

 

Niños viajeros

 

Tal vez un día nos animemos, quién sabe, pero mientras eso sucede tengo claro que tener hijos no significa renunciar a lo que nos apasiona, especialmente, si es viajar. Al contrario, creo que si tenemos hijos, deberíamos viajar, porque la calidad familiar en estas escapadas, fuera de la rutina y los tiempos justos —y más si se vive en una gran ciudad—, es invaluable.

En nuevos paisajes, entre nuevas personas y tradiciones, las pláticas, las anécdotas y las enseñanzas son únicas, y se quedan grabadas en la memoria de todos. Está en nuestras manos alimentar la curiosidad innata de los más pequeños del hogar, quienes pueden ser los mejores compañeros de viaje.

Hay que involucrar a los hijos desde la planeación, empezar a generarles curiosidad, creatividad e imaginación. A fin de cuentas esto es lo que nos lleva a aprender y a afrontar los obstáculos”, comentó Mandy Jacobo, en una de nuestras transmisiones en vivo por Facebook. Según esta mamá y especialista en Neuropsicología aplicada a la educación, viajar engloba todo el abanico educativo y hay que aprovechar los viajes, por más cortos que sean, para que aprendan de verdad.

 

Más experiencias significativas, más efectos positivos

 

Niños Viajeros

 

Los múltiples beneficios de crear niños viajeros van desde nuevas habilidades y actitudes hasta un mejor desarrollo social y emocional. Pero, entre más sostenible sea el viaje, es decir, que promueva el cuidado del medio ambiente, entre más se realicen actividades de la mano de los locales, entre más se experimente la cultura en primera persona, los niños desarrollarán valores más positivos.

Más que un derecho, viajar es una necesidad, y no se trata de ir a lugares remotos o recorrer el mundo entero para sentir que en verdad se está practicando el verbo en su totalidad. Se suele poner toda la energía y el presupuesto en grandes viajes, sin embargo, y más por la situación sanitaria actual, no siempre se pueden realizar este tipo de travesías. De ahí la importancia de tener en mente las escapadas rurales, los viajes en corto y los road trips por las carreteras de México. Lo que realmente se busca es desconectarse de la cotidianidad para conectarse con el resto de los integrantes de la familia.

Hay que proveerlos de travesías inmersivas que significan no solo darles la oportunidad de vivir experiencias genuinas, sino también herramientas para que valoren la diversidad, respeten la naturaleza —que tanto nos hace falta— y a las demás personas y adquieran flexibilidad.

 

Viajar: vivir la teoría

 

Niños Viajeros

 

Los papás somos los responsables de llevar la educación a la vida práctica. Y los viajes son la mejor herramienta para llevar a cabo de esto”, compartió Mandy Jacobo, una de las fundadoras de Educando Ando, quien también afirma que los viajes no deben ser rutinarios, sino aventuras llenas de aprendizajes contextualizados.

Escapada tras escapada, nuestros niños viajeros aprenderán a manejar el miedo a lo desconocido al salir constantemente de su zona de confort y les enseñará a disfrutar de los grandes placeres de la vida: ver un atardecer, caminar entre el bosque, respirar aire fresco y puro, conocer gente, tener tiempo para uno mismo sin televisión ni tabletas. Es más, creo que un año lleno de viajes aporta más aprendizajes que todo un año escolar, porque viven de una manera más divertida la geografía, la historia, las ciencias naturales, los idiomas.

¡Qué mejor que los padres para disfrutar con ellos del planeta más lindo del universo! Y lo mejor: para mostrarles que los sueños se pueden atrapar. No decírselo, sino mostrárselo”, son palabras que resuenan en mi cabeza desde que me enteré de Herman Zapp, padre de una de estas familias nómadas que no lo dejaron todo sino más bien fueron por todo.

 

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