Los langostinos son los crustáceos menos populares de sus congéneres, pero su potencial gastronómico es asombroso. Clarissa Hyman y Mariana Vega explican por qué debe estar en tu lista de mariscos favoritos. Recetas y estilismo de alimentos: Linda Tubby / Fotografía y Producción:Ángela Dukes. Maridaje: Miguel Ángel Cooley.

Comer un langostino entero es una verdadera experiencia sibarita; a veces desordenada, sobre todo si decides hacerlo con las manos. El truco consiste en retirar la cabeza, pellizcar la cola para romper el caparazón y luego quitar la carne. Se pueden desechar las cabezas o reservarlas para hacer un buen caldo, pero contienen una deliciosa pasta cremosa de color rosa (el cerebro) que puede extraerse con un palillo de madera y que, sin duda, merece disfrutarse.

En el singular clan de crustáceos, los langostinos ocupan un lugar justo en medio de la tabla. Son más grandes que un camarón, más pequeños que una langosta, y aunque parecen monstruos con ojos saltones, poseen una carne dulce y frágil. Casi no cambian de color cuando se cocinan; no obstante, su carne pasa de translúcida a opaca.

Para ser una criatura muy feroz, los langostinos son bastante tímidos. Habitan el fondo de los ecosistemas acuáticos y sus casas son madrigueras en zonas fangosas, en cuevas y hendiduras entre piedras o raíces de donde emergen por la noche para alimentarse o reproducirse. Una vez que tienen huevos, las hembras suelen permanecer acurrucadas durante varios meses mientras los incuban. Son criaturas omnívoras y carroñeras, así que comen de todo: desde pequeños crustáceos y peces, hasta materia en descomposición y sedimentos. Pero, por más desagradable que parezca, su función es realmente importante para mantener el equilibrio de su hábitat.

Los langostinos más consumidos (esto nos referimos a nivel mundial) pertenecen al género Penaeidae y habitan aguas marinas, donde es muy fácil capturarlos. Sin embargo, en México son mucho más comunes las especies dulciacuícolas del género Macrobrachium. Entre éstas, se encuentra el langostino malayo o gigante (Macrobrachium rosenbergii).

De origen asiático, este crustáceo de color gris azulado fue introducido en nuestro país en los años 70 para ser cultivado en las afluentes que desembocan en el Golfo de México y en las costas del Pacífico. Miden hasta 20 centímetros y su carne —de sabor similar a la de la langosta— es muy valorada. Otras especies populares son el langostino de río (M. americanum), que se encuentra desde el norte de nuestro país hasta Perú; la pigua (M. carcinus) y el langostino acamaya (M. acanthurus), ambos típicos del Golfo.

 

 

recetas langostinos

 

 

En algunos lugares del mundo, a las cígalas (Nephrops norvegicus) se les conoce como langostinos de la Bahía de Dublín, aunque en realidad son un poco más grandes —llegan a medir hasta 25 centímetros— y sus tenazas son largas, asemejándose a las de las langostas. Son abundantes de Islandia a Marruecos, aunque también habitan el Mediterráneo occidental y central. Su nombre se debe a que los barcos de pesca que llegaban hasta ahí, los habían capturado en otro lugar accidentalmente.

Al no tratarse de pescado, no era posible ofrecerlos a los vendedores ambulantes de Dublín, por lo que se vendían justo en la bahía de la ciudad, en una especie de mercado negro flotante. Según la FAO, cada año se capturan 60 mil toneladas en todo el mundo, la mitad en aguas del Reino Unido. En México, la producción ronda las 4,500 toneladas, provenientes comúnmente de Veracruz y Tabasco.

Más allá del acuicultivo, la forma más sustentable de capturar langostinos es al estilo escocés, usando cestas u ollas con carnada. Una vez capturados, los que están vivos y enteros pueden hervirse como si se tratara de minilangostas. Pero el proceso debe ser rápido, ya que no tienen la resistencia de una langosta o un cangrejo, y mueren en cuestión de horas.

Los langostinos son deliciosos y ricos en nutrimentos. Su consumo aporta mucha proteína y vitaminas B3, B9 y B12, además de minerales como magnesio, selenio, sodio y hierro. Por otra parte, contienen ácidos grasos omega 3, que benefician al funcionamiento del sistema cardiovascular. Para cocinarlos, una práctica británica común es separar las colas de los langostinos y congelarlos; así se rompe la membrana que sujeta la exquisita carne al caparazón. Luego de descongelarlos, se pelan y limpian y se vuelven a almacenar en congelación. De esta forma solo necesitan una cocción breve en agua caliente o a las brasas.

Los langostinos combinan de manera extraordinaria con ingredientes como limón, ajo, albahaca y salvia. Las colas salteadas son excelentes, como parte de tartas elegantes y en pastas frescas. En Ciudad de México, los langostinos no suelen ser tan populares como otros mariscos. Sin embargo, es posible encontrarlos en deliciosos platillos de algunos restaurantes como Pesquera, donde se acompañan de callo de hacha, filete de res, solomillo de cerdo y salsa de pimienta rosa. En Lipp La Brasserie, dentro del hotel JW Marriott, el chef Said Padilla los reinventa con los toques orientales que regalan el arroz salvaje y la crema de coco, en un platillo que resalta todo el sabor de estos crustáceos.

Claro que siempre puedes comprarlos en alguna pescadería y cocinarlos en casa. La forma más fácil de hacerlo es sumergirlos en agua salada durante 10 minutos y servirlos con mantequilla derretida o salsa tártara, para resaltar su delicado sabor natural (y el maridaje con una copa de vino blanco es insuperable). Si decides realizar una preparación más compleja, no te preocupes, los langostinos van bien con todo. 

 

Notas sabias

 

  • Un tercio de los langostinos desembarcados en el mundo provienen de aguas escocesas.
  • Los langostinos se capturan por las noches, generalmente. Durante el día, se esconden en
    sus madrigueras.
  • Famosos en todo el mundo, a los langostinos se les conoce con diferentes nombres: scampi en italiano, kaisergranat en alemán y jomfruhummer en danés.

Ravioli de langostinos e hinojo marino con bottarga

 

La hueva de pescado curada y salada le da el toque perfecto a estos deliciosos ravioli servidos en un rico bisque con brandy.

 

Porciones: 4.

 

Ingredientes

 

Para el relleno de los ravioli

 

  • 12 langostinos
  • 45 g de hinojo marino o perejil, en trozos (desechar las partes duras)
  • Para los ravioli
  • 200 g de harina 00, más extra para espolvorear (disponible en elpalaciodehierro.com)
  • 2 huevos
  • 2 cdas. de aceite de oliva
  • Hojas de mejorana o perejil, para servir
  • Bottarga (hueva de pescado curada y salada) o trufa blanca, en láminas, para servir

 

Para el bisque

 

  • 1 cda. de hojuelas de sal
  • 30 g de mantequilla sin sal
  • 1 echalote pequeño
  • 1 diente de ajo, machacado
  • 3 ramas de tomillo
  • 4 ramas de mejorana
  • 2 cdas. de Calvados o brandy
  • 150 ml de vino blanco
  • 200 ml de caldo de pescado o mariscos
  • Máquina de laminado de pasta
  • Cortador de galletas de 1 x 9 cm

 

 

Preparación

 

  1. Primero hacer la pasta para los ravioli. Colocar la harina, los huevos y el aceite en un procesador de alimentos y moler hasta que se formen grumos. Colocar sobre una superficie de trabajo y amasar hasta obtener una bola lisa. Envolver con plástico autoadherente y dejar enfriar durante unas horas.
  2. Para hacer el bisque, hervir agua en una olla grande y agregar las hojuelas de sal. Sumergir los langostinos, 6 a la vez, y cocinar por 2 minutos (solo necesitan estar lo suficientemente cocidos para separarlos fácilmente de las conchas).
  3. Retirar del agua caliente con una cuchara perforada y colocar en agua fría; luego, escurrir con ayuda de un colador. Repetir el proceso con la segunda tanda de langostinos. Retirar las cabezas, las tenazas y las cáscaras; reservar por separado de la carne.
  4. Derretir la mantequilla a fuego medio y saltear el echalote y el ajo durante 4 minutos. Agregar las cabezas, tenazas y cáscaras, las hierbas, el Calvados o el brandy, el vino y el caldo, y cocinar a fuego bajo durante 30 minutos. Luego, licuar, colar y transferir a una cacerola limpia. Volver a colocar los sólidos
    en el procesador y moler de nuevo con unas cucharadas del líquido escurrido. Desechar los sólidos.
  5. Para hacer el relleno de los ravioli, cortar cada uno de los langostinos en 4 trozos. Colocar en un tazón con el hinojo marino o el perejil y sazonar ligeramente.
  6. Dividir la pasta en 4 partes y mantener cubierta. Usando una máquina para laminar, extender 1 pieza a la vez. Pasar a través del ajuste más ancho al menos 3 veces, y reducir gradualmente el ajuste a medida que se avanza, hasta tener una hoja delgada y flexible. Finalmente, pasar por el ajuste más delgado unas cuantas veces y, utilizando el cortador, hacer 12 discos de 9 centímetros de diámetro. Repetir este proceso con la pasta restante.
  7. Colocar los discos en una charola, sin superponerlos, y cubrirlos con plástico autoadherente para que no se sequen. Dividir la mezcla de langostinos e hinojo marino entre los 12 discos, colocándola en el centro. Frotar con el dedo para humedecer con un poco de agua alrededor de los bordes, levantar los lados y pellizcar suavemente para formar una especie de bolsita. Repetir con el resto de la pasta y el relleno para hacer 12 ravioli. Es posible congelar en este punto y cocinar congelados después. O bien, dejar reposar una hora y después cocinar. Si sobra pasta, congelar y utilizar en otro platillo.
  8. Hervir agua salada en una cacerola grande. Cocinar los ravioli durante aproximadamente 4 minutos, escurrir y servir en tazones con bisque alrededor, cubrir con un poco de bottarga o trufa blanca y ramitas de mejorana.

 

Maridaje Food and Travel

 

Vino tinto con notas a frambuesa, arándano y violetas; en boca es herbal y con toques frutales.

 

Sugerencia: Le Bourgogne Pinot Noir, Domaine Chanson.