16 tips infalibles para viajar sola
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Nuestra responsabilidad como viajeras conscientes es hacer de todo viaje uno iniciático: aquel que posee un enorme poder transformador. En él, los caminos que recorremos nos dirigen también a la aventura de conocernos a nosotras mismas. Fotos: Carlos Sánchez Pereyra, Charly Ramos y Adobe Stock.
“Viajas para descubrir lo desconocido que hay en ti”, ya lo dijo la gran aventurera suiza Ella Maillart (1903-1997), algo que seguramente le sucedía a muchas de las grandes viajeras del pasado y también a las del presente, quienes siguen despertando curiosidad a su paso.
Ser viajera, para mí, significa salir al encuentro de mí misma. Vamos en busca de experiencias que abran nuestros horizontes para finalmente regresar a nuestras raíces. La lista de sitios visitados a lo largo de una vida puede ser extensa, pero la mayoría de estas vivencias solo sirven para cambiar el paisaje exterior, sin apenas modificarnos internamente.
Cuando viajamos, los lugares por conocer son solo una metáfora de lo nuevo en nosotras que hay que descubrir. Para volver a viajar con la premisa de hacer de cada experiencia una iniciática, hay que abandonar lo obsoleto, la falsa idea que tenemos de nosotras mismas, el control y la fantasía de poseer una brújula exacta para movernos de un lugar a otro. Habrá que entender que nuestra maleta también carga con estrechez de miras e ideas preconcebidas de lo que se supone que “debe ser” una mujer viajera. Y, la mayoría de las veces, ese equipaje nos condiciona mucho más de lo que estamos dispuestas a aceptar.
No necesitamos ir lejos para convertir cada exploración en una oportunidad más para cambiar y ampliar nuestra perspectiva de la vida. Al igual que no se trata de coleccionar títulos de libros leídos, sino de aprender de las lecturas, en los viajes no importan los kilómetros sino las experiencias.
¿Cuál ha sido nuestro viaje iniciático? No importa si salió como esperábamos o no. Hasta los náufragos aprenden que lo único importante es lo que se salvó y no lo que perdió en el camino.
Viajar, más que un privilegio, es el derecho que tenemos de disfrutar del planeta en el que nos tocó vivir. Haz de tu cotidianidad una oportunidad para viajar. Lee, escucha música, hojea una revista, pasea por tu barrio, degusta un platillo hasta ahora desconocido… Hazlo con la curiosidad atenta y la certeza de que estás explorando.
Infórmate, haz contacto real y legítimo con las personas que vas conociendo. Aprende de las demás, siempre hay alguien que va por primera vez a ese lugar que otra conoce como la palma de su mano. Al mismo tiempo guiamos y somos guiadas.
Confía en ti y en el destino que estás explorando. Llegar a un sitio desconocido es el pretexto perfecto para dejarte mecer por el azar y exponerte a las paradas imprevistas, a las miles de posibilidades, transformando cada punto del mapa en una anécdota.
Cada lugar que visitamos deja una huella en nuestra memoria, pero es nuestra responsabilidad como viajeras dejar el menor rastro posible de nuestros desplazamientos por el planeta. Así, las futuras generaciones podrán disfrutar de los destinos que hoy nos conmueven.
Ve con la mente abierta y el espíritu dispuesto, relaciónate sin prejuicios y lo más íntimamente posible con la cultura local. Aprende algunas nociones del idioma que se habla, camina de punta a punta, sé respetuosa con lo que es diferente a ti. Sé capaz de saborear en una deliciosa receta con otros ingredientes: la creatividad, la frescura, la sencillez y la historia detrás del plato.
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