Carta Editorial Abril 2016

 

 

Carta Editorial Food and Travel > Abril 2016

 

“Soy viajero, no turista”, me dice un mochilero que acabo de conocer en un trayecto de tren. Su afirmación es ya un lugar común que después de escuchar tantas veces me parece más pretenciosa que interesante. Para mí, todos los que nos aventuramos a descubrir un destino —remoto o cercano, hospedados en un hotel de lujo o en un campamento, degustando comida callejera o estrellas Michelin—tenemos al mismo tiempo un poco de turistas y un poco de viajeros.

Cada vez que decidimos iniciar la ruta hacia un sitio desconocido estamos aceptando, conscientes o no, dejarnos mecer por el azar. La naturaleza del viaje, ya sea con un itinerario definido o con un espíritu dispuesto a la aventura, siempre será la de desarrollar nuestra capacidad para aceptar los cambios, para manejar situaciones fuera de lo común y para dejarnos sorprender por realidades diferentes a la nuestra. La diferencia entre el buen viajero y el que no lo es radica en su capacidad de apertura, en su disposición para ir más allá de las zonas conocidas, en su atención a los detalles, en la capacidad de moverse sin prisas, aun con un itinerario de unos cuantos días.

El viajero consciente vive las transiciones geográficas, humanas y culturales de forma sutil y respetuosa; el viajero dormido juzga, compara y le resulta imposible adaptarse a satisfacer sus necesidades de la manera en la que los locales lo hacen. Este mes en Food and Travel, la invitación es a vivir en carne propia el proverbio tibetano que reza: “Viajar es un regreso a lo esencial”, mediante la experiencia de dormir bajo las estrellas en los desiertos más remotos del mundo, de un recorrido insospechado por la capital de Qatar; de una degustación por los atractivos de Vancouver y Baja California, y de nuestras recetas para saborear el mundo.

Cecilia Núñez  > Directora Editorial