Carta Editorial Food and Travel > Mayo 2018
El viaje es la posibilidad de hacer valer un poder único: el de cruzar límites y redefinirnos a partir de lo que hemos vivido. “Mira la vida”, indica Osho en uno de sus koans de la tradición zen. “¿Ves tristeza por alguna parte? ¿Has visto un árbol deprimido? ¿Un pájaro neurótico?”. No, la vida no es así en lo absoluto, somos los humanos quienes vamos percibiendo con nuestra mente y sus barreras lo que deberíamos estar mirando con los ojos y el espíritu abiertos, libres de esquemas preestablecidos.
Cuando se lo permitimos, el viaje se convierte en maestro. Vamos abriendo nuestra mirada a otros paisajes, nos perdemos en callejones que nos llevan a abrir nuevas puertas. En el camino dejamos atrás mucho de lo que creíamos seguro, permanente: certidumbres, expectativas, relaciones… Nuestras verdades absolutas bailan en la cuerda floja y solo así vamos encontrando otros valores, reajustando, combinando, extendiendo nuestro ser. Viajar nos hace dudar, cambiar y ser más tolerantes a todo aquello que es distinto a nosotros.
Vencer el miedo a cruzar las fronteras de aquello que nos asusta porque no podemos controlarlo, nos da el invaluable regalo de derrotar nuestros prejuicios, de encontrarnos a nosotros mismos en otras culturas, en otros idiomas, en otros sabores, para finalmente lograr integrarnos con el mundo.
Cada país extranjero, todo lugar desconocido, aquel plan de ruta que vamos ideando, el próximo viaje agendado… Debería simbolizar para todos lo nuevo por descubrir, el abandono de lo viejo, de la estrechez de miras y de horizontes, la posibilidad de hallar lo universal en uno mismo.
Cecilia Núñez > Directora Editorial