Hay un lugar en el mundo capaz de convertir a cualquier viajero en el más paciente observador. Un sitio donde todas las palabras se hacen silencio, los sentidos se agudizan y el juego de la espera logra hacernos partícipes de la impactante danza de la naturaleza. Wilderness Safaris llevó a nuestra Directora Editorial, Cecilia Núñez por Zambia, Zimbabue y Botsuana al encuentro de la más deslumbrante vida salvaje. Aquí te dejamos seis experiencias imperdibles de safari que debes hacer en África. Fotos: Diego Rodríguez / Wilderness Safaris.
Cataratas de Victoria, en Toka Leya, Zambia
Desde las profundidades de las aguas del río Zambeze, varios pares de orejitas y ojos parpadeando se asoman curiosos a ver el recorrido de la embarcación en la que nos trasladamos. Los hipopótamos parecen estar igual de sorprendidos que nosotros ante nuestra visita.
Estoy en el centro sur del continente africano, tan cerca de las cataratas de Victoria que tengo la sensación de escuchar, a lo lejos, el estallido de la más grande caída de agua del mundo. Comienzo mi recorrido al encuentro de los Cinco Grandes: elefante, búfalo, leopardo, rinoceronte y león, en el campamento de Toka Leya, ubicado en el Parque Nacional Mosi-oa-Tunya, a unos cinco kilómetros de Livingstone, al sur de Zambia. Dueño de unas 6,600 hectáreas protegidas, este parque natural incluye la parte zambiana de las cataratas, a las que los locales llaman, traducido al español, el humo que truena.
Se trata de un espectáculo natural con una extensión de 1.7 kilómetros y una altura de 108 metros, conocido como la escena más impactante del curso del río Zambeze: la mayor caída de agua del mundo. En 1989, las Cataratas de Victoria fueron inscritas por la Unesco en la lista de lugares Patrimonio de la Humanidad. Es decir, que estoy frente a uno de los sitios que todo viajero apasionado debe pisar, por lo menos, una vez en la vida.
Savuti Camp, Botsuana
Al ruido que hacen los elefantes se les llama barrito o grito. Obtendré esta información en unos momentos, cuando llegue a la terraza del bar, después de caminar por los puentes de madera que conectan a las siete habitaciones de este campamento de lujo, localizado en la concesión privada de Linyanti, a lo largo del canal Savute.
La temperatura llega hasta los 39 ºC esta tarde y nuestro camp está localizado frente a un cuerpo de agua que se ha convertido en el verdadero oasis de todos los animales. Así que el Game Drive, o safari de observación, se puede hacer incluso desde la comodidad del mirador del bar, con copita de champaña en mano.
Apenas alzo la mirada al horizonte, cuando veo cómo una manada de elefantes comienza a desfilar frente a mis ojos. Paro de contar cuando llego al 33, porque me distrae una disputa entre dos elefantes que, moviendo mucho sus orejas y gritando, arrancan, envueltos en ira, árboles enteros.
“El macho es demasiado mayor para estar en esta manada, le están diciendo que es momento de dejar a su madre y hacer su propia familia”, me dice Jennifer, manager de Savuti Camp, quien, igual de emocionada que yo ante la representación de vida salvaje de la que somos testigos, me confiesa que aquí nunca dejas de sorprenderte.
“La naturaleza que impera me conmueve cada día”. Jennifer tiene la bendición de vivir en este sitio donde los atardeceres pintan el cielo de mil colores, y donde, durante la tarde vi, muy cerca del campamento, a una manada de leonas tomando la siesta con la barriga bien llena.
Qorowke en Delta del Okavango, Botsuana
No hay nada parecido a esto en el planeta entero. El río Okavango, después de avanzar lentamente desde las tierras altas de Angola, decide no desembocar en el mar. En lugar de ello, forma un abanico fluvial en mitad del desierto, desgajándose hasta desaparecer por un laberinto de canales, lagunas e islas a lo largo y ancho de unos 22,000 kilómetros cuadrados, siguiendo su propia voluntad.
El capricho del obstinado río resulta un paraíso natural para un sinfín de fauna salvaje, incluidos los Cinco Grandes. Le debemos a los flujos de estas aguas la presencia de estos animales que, de vez en cuando, se dan un chapuzón para luego atacar a sus presas. Justo cuando pienso que este destino no me puede arrancar más suspiros, una estampida de búfalos nos cierra camino, impidiendo que nuestra 4×4 siga avanzando.
La exclusiva Concesión Qorokwe, a cargo de Wilderness Safaris, abarca más de 26,000 hectáreas, en un área de alta densidad de fauna en el sureste de Okavango, que limita con la famosa Reserva de safaris de observación de Moremi. Hemos atravesado los límites de la civilización y el aislamiento ahora es completo. Qorokwe tiene ocho elegantes suites al estilo safari, donde la única preocupación es que los traviesos mandriles roben tu comida, pues se acercan tanto al campamento que lo mejor es no perderlos de vista.
Vumbura Plains Delta del Okavango, Botsuana
Llegar en avioneta a este campamento me regala uno de los recuerdos más poderosos del viaje. Desde el aire, la grandeza del paisaje roba el aliento. Abajo, en la tierra, manadas de elefantes, búfalos e impalas corren libres por la inmensidad de estas planicies; las jirafas andan, coquetas, a paso lento, y los hipopótamos se refrescan en las aguas del delta. Pero lo que verdaderamente me emociona durante el vuelo son las vistas de los serpenteantes brazos de agua ramificándose y abriéndose paso entre sedientas sabanas y bosques de acacias o mopanes.
Aunque los clásicos safaris en vehículos 4×4 son la mejor opción para explorar la zona, las llanuras inundadas del Okavango brindan otro acercamiento, uno absolutamente excepcional a la fauna que las habita: los mokoros. Estas canoas de escaso calado, perfectas para abrirse paso entre los brazos de agua, han sido desde siempre el transporte del que se ha servido la tribu de los bavei para desplazarse.
Hoy también se emplean para hacer safaris de observación, con solo dos pasajeros a bordo además del guía, que se mueve con habilidad y nos va mostrando una gran diversidad de fauna marina, incluyendo minúsculos sapos de colores encendidos.
La noche en Vumbura Plains despide al día con dos espectáculos: uno es el que presenta el staff de Wilderness Safaris, entre cantos, bailes y un exquisito despliegue culinario; y el otro, es la danza de luciérnagas que parecen reflejar en la tierra a este cielo al que no le cabe una estrella más. Otro día en Botsuana termina, recordándome la incuestionable belleza de este continente.
Mombo Delta del Okavango, Botsuana
Para estas alturas del viaje, yo ya estoy bajo el embrujo de África “que tiene un aura especial y la tersura de un sueño infantil”, como dijo el escritor madrileño Javier Reverte. Dejar pasar las horas observando la vida salvaje que transcurre frente a mí se ha convertido en mi única misión de estos días. No hay otro lugar donde ir, no hay un mejor sitio donde estar, no existe otro espacio que me haga sentir tan parte de este planeta y tan agradecida de serlo.
Belleza salvaje
Durante los Game Drive de tarde y noche, me he maravillado con jaurías de perros salvajes cazando, leopardos que marcan territorio para seducir a sus parejas, estampidas de cebras y de impalas corriendo por la planicie africana, y los amaneceres más sorprendentes de mi vida colándose por los ventanales del lujoso campamento en donde me hospedo.
Mombo se localiza en una zona con tal concentración de animales que es una de las más famosas para hacer safaris de observación. Los locales lo llaman “el sitio de la plenitud”, y en 2018 el campamento vivió una reconstrucción que tuvo como objetivo mantener las tradiciones y la historia del lugar. Nueve campamentos de lujo son el lugar edénico al que regresamos después de explorar la naturaleza salvaje cada tarde.
Mombo, al igual que todos los campamentos que forman parte de Wilderness Safaris, celebra su propósito de honrar el entorno con arquitectura ecológica, sustentable y un importante proyecto de inserción laboral de la comunidad local.
Además, en este momento cuentan con 19 programas activos de conservación y rescate de distintas especies en peligro, bajo la iniciativa Wilderness Wildlife Trust. En la mayoría de ellos, nosotros, los visitantes, podemos interactuar con los animales y ver muy de cerca la gran labor que se está llevando a cabo. En Mombo se vive un conmovedor y muy exitoso programa de conservación: la reintroducción del rinoceronte blanco y negro en la naturaleza de Botsuana.
Abu Delta del Okavango, Botsuana
“El contacto con elefantes es impresionante en este camp; además, podrás interactuar con dos crías”, leo en la última línea del itinerario que recibo por parte de Wilderness Safaris, cuando esta travesía apenas era un plan. Aunque quedo fascinada al enterarme de los programas de rescate, protección y reinserción a la vida salvaje que Wilderness realiza, nunca me imaginé que la experiencia de conocer de cerca a la manada de Abu se convertiría en el momento más conmovedor y transformador de mi viaje.
Saludo con las piernas temblorosas a Katy, la matriarca de esta familia de elefantes rescatados, en la que todos los miembros merecen una biografía propia (Netflix ya transmite la tierna historia de Naledi, una elefante bebé miembro de esta manada que resultó ser una verdadera amante de la vida).
Historias que conmueven
Katy es la abuela de este grupo de sobrevivientes, que han logrado abrirse camino y escapar de la muerte. Pesa casi tres toneladas y mide casi tres metros. Tiene 58 años, nació en Uganda, vivió en un zoológico de Toronto y a principios de los 90 regresó a tierras africanas, justo a Botsuana, hogar de casi 135 mil elefantes.
Una de sus protegidas es Paseka, a quien me acerco a hacerle un cariñito, mientras escucho su historia en voz de su cuidador. Ella huyó de un ataque de hienas cuando era bebé, y llegó, escribiendo su propio milagro, hasta la reserva de Abu. La manada, después de mucho pensársela, la aceptó, la amamantaron como si fuera hija de sangre y la adoptaron como una más de la familia. Hoy, Paseka tiene un bebé de dos años.
La manada de Abu es de hombres y elefantes. Hombres y mujeres que dedican su vida entera al bienestar de estos animales, y elefantes que confían a ojos cerrados en estas personas que no matan, que respetan, los cuidan y trabajan todos los días para que estén bien.
Regreso a casa con el imborrable recuerdo de haber caminado con la elefante Katy durante dos días, durante la mañana y la tarde, y con el gran regalo de haber sentido todo su poder, su grandeza y su sabiduría, que contiene a su vez la esencia del milagro de este continente africano.
Wilderness Safaris
La palabra safari significa viaje en suajili, la lengua que se habla en Kenia, y en la antigüedad nombraba a las expediciones de caza en África. Hoy apuntamos solo con cámaras fotográficas y los safaris son entendidos como travesías de observación de la fauna salvaje en sus hábitats naturales, en África, y otros territorios del mundo.
Con 35 años creando y haciendo realidad viajes que cambian vidas, Wilderness Safaris nació en los años 80 en el delta del Okavango con el propósito de invertir el dinero de los turistas en la protección de los parajes naturales del país, involucrando a su vez a las comunidades locales.
Pionera en este tipo de campamentos que unen la sustentabilidad, el ecoturismo y el lujo, localizados en los rincones más privilegiados en medio de la naturaleza más pura, su propósito está dedicado a la conservación y restauración de la vida silvestre de África. Opera en siete países africanos con más de 40 campamentos que ostentan una arquitectura responsable con el medio ambiente, donde se dedican a proteger estas áreas e incluir a las comunidades locales en esta labor.
Wilderness Safaris hace de cada momento un recuerdo indeleble: se puede dormir bajo el manto de las estrellas o ducharse al aire libre, mientras se observa, a lo lejos, una manada de leones ir al acecho de su presa.
Aquí, el lujo es interrumpir un Game Drive en medio de las llanuras naturales para hacer un pícnic en medio de la naturaleza, despertarse con el canto de las aves, observar animales salvajes desde la terraza y ver el cielo carmesí de África al atardecer. wilderness-safaris.com