Introducirse en diferentes tradiciones culinarias para aprender y divertirse es una de las máximas de este chef español que ha conquistado nuestro país con su restaurante J by José Andrés, dice Erick García.
Su estatura física es un reflejo de la altura de sus miras. Y su amplia sonrisa habla de la generosidad de su espíritu y su mente. El chef de origen español José Andrés es reconocido en Estados Unidos —su centro de operaciones actual— como un innovador y humanista.
José Andrés
Cuando se sienta a platicar en la terraza de su restaurante J by José Andrés, en hotel W Mexico City, los hexágonos de hilado plástico del techo parecen surgir de su coronilla como ideas en ciernes o frases de clara espontaneidad.
Como si estuviera dando su curso de física culinaria en la Universidad de Harvard —sin Ferran Adrià—, este chef dueño de ThinkFoodGroup reconoce que podría encontrarse en una situación de “energía de punto cero” (término de la física cuántica que utilizó en su clase), un estado de infinitas posibilidades; como cuando “abres la mente al meterte en otras cocinas que no son la tuya; eso te hace mejor cocinero, sin lugar a dudas”.
Destino intuido
Todavía me estoy preguntando si no me equivoqué de profesión [risas]. En el pueblo y en cada barrio, empiezas a desarrollar un cariño por los aromas que salen de la cocina de tu hogar, de la memoria de tu infancia. Cuando creces, si realmente te engancha la cocina y decides ser cocinero, llevas contigo ese bagaje cultural; por lo tanto, empiezas hasta cierto punto con ventaja. Uno acaba siendo cocinero sin darse cuenta.
El poder de la comida
La gastronomía es un elemento de identidad nacional, sobre todo la que conlleva acciones sociales. Considero que mi profesión es la más maravillosa del planeta, porque puedes hablar de cualquier tema a través de la gastronomía: historia, política, física, ciencia en general, temas sociales candentes, medio ambiente… Mi profesión puede dar de comer a muchos, y la gastronomía puede ser la solución a bastantes problemas sociales.
Compromiso con causa
Cuando era pequeño leí La perla, de John Steinbeck, y me marcó, pues por primera vez tuve conciencia de una desigualdad real. Posteriormente, en África vi el hambre. Pero en un país como Estados Unidos, me chocó aún más. Allí, desde muy joven ingresé en organizaciones que luchaban contra el hambre en Washington. Entonces empecé a aprender, porque para ayudar debemos aprender.
Las fronteras
El límite humano no es algo que demarques tú, sino la circunstancia. Mientras tengas ganas de despertar, ganas de aportar algo nuevo, contribuir, aprender, reaprender, el límite nunca estará presente. Creo que ahora estoy en el punto cero; de estos 30 años que llevo en la profesión, estoy tomando fuerza una vez más. Considero que lo mejor está por llegar, ya te diré dentro de 30 años si me he equivocado o no.