En el vasto mundo del té, Marruecos desempeña un papel interesantísimo. Este país del norte de África, diferenciado de entre todos los territorios del Magreb por sus pronunciadas montañas y llanuras, es el primer y más importante importador de té verde en todo el planeta. Sí, querido lector, en suelo marroquí la infusión de camellia es parte esencial de la vida diaria. Fotos: Adobe stock / Escuela Mexicana de Té.
Como con gran parte de la historia de Marruecos, la tradición del té marroquí fue profundamente influenciada por Europa; literalmente, la infusión arribó con la apertura del comercio con África y Asia, durante el Siglo XVIII. Se dice que por aquella época, la reina Ana de Gran Bretaña envió cientos de regalos al Sultán Mulay Ismaíl para liberar a los esclavos apresados durante las redadas bárbaras de Europa Oriental; entre los presentes se encontraban algunas hojas de té.
Para la década de 1860 la bebida se extendía rápidamente por todo el país. Aunque se consideraba un artículo de lujo y un símbolo de alto nivel socioeconómico, finalmente logró llegar a los mercados de las grandes ciudades, a las rutas de las caravanas y todos los rincones de la cordillera del Atlas.
El mundo con olor a té marroquí
Hoy, la cultura del té marroquí se ha difundido a lo largo de África, desde el extremo norte del continente y hasta el sur de España. El elaborado ritual asociado a su consumo es considerado toda una forma de arte local, así como una profunda expresión de la hospitalidad en los hogares.
¿Cómo se prepara…? Antes de detallar el meticuloso proceso de infusión, es necesario apuntar a la variedad de té que se utiliza en el mismo: Gunpowder. Originario de la provincia de Zhejiang, China, el Gunpowder es un té verde de intenso sabor ahumado, con tonos de ceniza, tabaco rubio y nueces tostadas, estructurado y agradablemente dulce. Este té fue sumamente importante durante cientos de años y es que, gracias a su capacidad para mantenerse en buen estado, derivada de su secado intenso, podía transportarse en caravanas y largas travesías por el océano. Al llegar a Marruecos, el Gunpowder formó una alianza natural con el azúcar y la menta fresca.
Vayamos al proceso de infusión, mismo que requiere tiempo, maestría y precisión. Primero, el té verde se remoja en agua hirviendo; la costumbre es añadir dos cucharadas soperas de té por cada litro de agua. Inmediatamente después la infusión se pasa a otra tetera, método que permite filtrar el polvo y cualquier otra impureza en las hojas.
Se añaden nueve cucharadas de azúcar y otra porción de agua hirviendo para disolver perfectamente los cristales de azúcar. Por último, se incorporan puñados de menta fresca y tiernos brotes de naranja.
Ante los invitados, la infusión debe presentarse siempre dentro de la propia tetera, sobre una charola metálica para té. El anfitrión debe verter el líquido desde una gran altura para producir una consistencia espumosa en cada cuenco de cristal. Entre locales se dice que: “el primer vaso es tan amargo como la vida, el segundo es igual de fuerte que el amor y el tercero, y generalmente último, es tan dulce como la muerte”. escueladete.mx