Los tiempos actuales nos han traído, entre muchas otras lecciones, una nueva manera de ver los viajes y de revalorar los rincones más encantadores de México. La pandemia también trajo consigo la oportunidad de recorrer ciudades, playas, sitios arqueológicos y Pueblos Mágicos a un ritmo más pausado, con decisiones de viaje más conscientes.
El año pasado, las postales turísticas se anunciaron con parajes tan hermosos como desolados, lo que nos hizo revisitar un antiguo debate: ¿es mejor un mundo sin turistas? Llevamos décadas discutiendo cómo gestionar el turismo descontrolado, la turismofobia y la gentrificación. Tuvimos la excusa perfecta para abordar un modelo turístico más respetuoso. Pero ¿somos capaces de aprender de nuestros errores y generar un cambio para mejorar nuestro entorno?
Según la Organización Mundial del Turismo (OMT), en 2019, 1,500 millones de turistas aportaron al PIB mundial 2,700 millones de dólares y generaron 120 millones de empleos directos (sin contar los trabajos indirectos). Un mundo sin turistas trae, al mismo tiempo, un respiro ecológico y la debacle económica.
La conclusión más luminosa sería entender que necesitamos al turismo, pero también es vital reorganizarlo y esforzarnos porque sea menos depredador y más sustentable. ¿La maquinaria turística resurgirá como nunca, con los excesos de siempre? Desde la inspiración por viajar que buscamos despertar en Food and Travel, apelamos al sentido común y a la esencia del verdadero viajero: la responsabilidad y la conciencia de recorrer México y el mundo, permitiendo que los viajes dejen una huella indeleble en nosotros, convirtiéndonos en un agente de armonización para nuestro entorno.
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