El día de muertos atrae cada año a miles de turistas a México, quienes llegan con grandes expectativas para conocer esta celebración. A pesar de que se recuerda a los muertos de manera similar en todos los estados de la República, hay regiones donde las tradiciones son más arraigadas; por eso la velación de los ausentes y el altar preparado con la comida preferida de los difuntos, entre otras conmemoraciones, son solo una experiencia que ayuda a entender un poco más la belleza de esta fecha.
Mérida
Por ejemplo, es una de las ciudades que se distingue por sus manifestaciones culturales y sus ricas costumbres son algunas de las más reconocidas en el mundo.
Una de las más destacadas es el Paseo de las Ánimas, cuya celebración se instituyó en el 2008 por el ayuntamiento merideño; consiste en un recorrido desde el Cementerio General hasta el Arco de San Juan; cuenta con una gran variedad de atractivos como danza, música prehispánica y la entonación de rezos que ayudan a resaltar las costumbres y los valores de los yucatecos.
Esta procesión se realiza el 31 de octubre de cada año y está conformada por jóvenes y niños caracterizados como difuntos: con el traje típico yucateco. Ellos forman parte del grupo folklórico de la Dirección de Cultura local. Además, se ambienta con música prehispánica y se pueden apreciar los altares montados con elementos tradicionales y básicos de la cultura maya, como velas negras o de colores, además de dulces y bebidas de la región.
La exposición de altares es una práctica popular en todas las poblaciones de Yucatán y se lleva a cabo del 31 de octubre al 2 de noviembre. Representa el reencuentro entre los seres vivos y sus seres queridos, que ya se han adelantado al más allá.
También durante estas fechas, se puede disfrutar de una muestra gastronómica regional que incluyen frijol con puerco, cochinita pibil, entre otras; rituales mayas que incluyen amarrar a los animales de la casa, porque podrían ver a las ánimas e impedirles el paso hacia el altar; leyendas y cuentos como que los niños usen durante esos días una cinta de color rojo o negro en la muñeca derecha, a fin de que las ánimas no se los lleven.