Decimos y escuchamos muchas cosas sobre la grandeza de Puebla , una ciudad que seduce todos los sentidos por su arquitectura, sus historias y esa tradición culinaria que siempre nos hace regresar. Viajamos a través del tiempo con sus sabores y las tradiciones que hacen a esta ciudad tan especial. Recorre con nosotros esta maravillosa ciudad de Puebla a través de estas postales. Texto: Elsa Núñez / Fotos: Charly Ramos.
Por donde la observes, la ciudad de Puebla es hermosa, pero de noche tiene un encantador misticismo que no te puedes perder. (Foto: Charly Ramos).
Caminamos las calles del Centro Histórico de Puebla maravillándonos por su arquitectura para encontrarnos con Nelhua, donde el chef Miguel Ugarte toma como ejes de su cocina maíz, frijol y chile, tres ingredientes prehispánicos básicos. (Foto: Charly Ramos).
En Nelhua —de la palabra náhuatl ‘nehualotl’, que significa raíz— Ugarte reinterpreta platillos tan tradicionales y sencillos como una cemita que disfrutamos con un relleno de carnitas de rib eye con salsa de pipicha. (Foto: Charly Ramos).
El pato encacahuatado es una de las estrellas del menú de este restaurante ubicado en una casona del siglo XVIII de seis niveles, la cual se divide en tres espacios: cafetería, restaurante y el bar Hormiga Negra. (Foto: Charly Ramos).
Además de la gastronomía, uno de los símbolos de Puebla es la talavera, una representación material de todas las formas que llegan a la imaginación de los artesanos de talleres como el de Uriarte Talavera. (Foto: Charly Ramos).
Desde 1824, la familia Uriarte es pionera en este oficio que ha pasado por generaciones y que pudimos ver de primera mano en su fábrica, la primera en su tipo en el mundo. (Foto: Charly Ramos).
Al cruzar las puertas de esta casona del siglo XVIII descubrimos todo el trabajo detrás de esas piezas, generalmente, pintadas de azul cobalto y blanco. Desde la elaboración del barro, pasando por los tornos o los moldes para entrar a los hornos y llegar al decorado a mano. (Foto: Charly Ramos).
Antes de seguir descubriendo esta sorprendente ciudad descansamos en El Mesón de la Sacristía, un remanso de tranquilidad para los viajeros que buscan atención en los detalles acompañados de arte y comodidad. (Foto: Charly Ramos).
Tomamos la carretera con camino a Tochimilco, un pueblo ubicado a 10 minutos de la ciudad de Puebla que, a nuestra llegada, nos da la bienvenida con una vista panorámica del Popocatépetl y el Iztaccíhuatl. (Foto: Charly Ramos).
Nos internamos a través de sus calles empedradas hasta llegar a la Finca Mariana y Marcos, una construcción del siglo XVIII que abraza con su tranquilidad. (Foto: Charly Ramos).
La Finca Mariana y Marcos cuenta con tres villas: Santa Teresa, Mesoamericana y Virreinal, perfectas para un fin de semana de relajación en pareja o con la familia. (Foto: Charly Ramos).
En este oasis de paz absoluta descubrimos los sabores de la región en un pop-up del chef Alan Sánchez, de Teoxintle Taller, quien en un menú de cuatro tiempos destacó la naturaleza del lugar. (Foto: Charly Ramos).
Alan Sánchez basa su cocina en ingredientes locales y de temporada, por lo que nos puso a prueba enseñándonos a preparar salsas en molcajete para probar en tortillas recién salidas del comal. (Foto: Charly Ramos).
Aún es temporada de hongos por lo que empezamos esta experiencia con una ensalada de temporada y una birria de hongos, ingredientes recolectados en el campo de Tochimilco y la ciudad vecina de Atlixco. (Foto: Charly Ramos).
La estrella fue el mole en el que el chef Alan Sánchez plasma todo su conocimiento y amor sobre la cocina poblana. (Foto: Charly Ramos).
El maridaje corrió a cargo del mezcal poblano Kuiñi Xa’a —‘manchas de jaguar’, en mixteco— que crea destilados a partir de maguey cachetón, candedillo y papalómetl, una especie de la región. (Foto: Charly Ramos).
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