Diarios de cocina con Alfonso Cadena

El espacio es original: una fachada de mosaicos cuyos elementos emulan puntadas y costuras, te recibe para continuar el deleite visual con una decoración singular.

Las 10 mil piezas de huesos que tapizan todas las paredes en blanco y tonos beige, son el lienzo donde los colores cambian día a día por los platillos que sirve Alfonso Cadena, chef que llegó a Guadalajara para abrir Hueso y quedarse.

 

Alfonso Cadena

“La escena culinaria está a la alza. Hay mucha diversidad, se come bien y cada lugar tiene un sello particular”, afirma Alfonso sobre el sentido de pertenencia que tiene dentro de esta movida.

En Hueso, los comensales tapatíos hallan un lugar diferente, con look de galería, una cocina abierta y una mesa de 54 asientos donde se prueban platillos vastos que cambian diariamente.

 

Hueso

 

La Leche

“Si creas experiencias, puedes trascender”, dice el chef sonorense. Su cocina se basa en una fusión de sus propias vivencias y no sigue ningún tipo de receta o de cocina.

Pero lo más importante para Cadena, quien alguna vez fue músico y diseñador gráfico, es transmitir el sentimiento de compartir que conlleva la gastronomía. Éste es el concepto que impera en sus menús de cena. 

Cuando regresó de Vancouver abrió su primer restaurante, La Leche, en Monterrey —ahora en Puerto Vallarta— , y desde allí se ha enfocado en servir solo cenas. ¿La razón? “Hay que disfrutar el trabajo. Podría ser mejor negocio, pero mejor experiencia de vida, no lo sé”, dice al revelar que le gusta recibir el producto, hacer la preparación con calma y gozar la vida del restaurante.

 

¿Quién está en tu mesa?

DiariosdeCocina

Hueso es más impulsivo, es el lado visceral del chef Cadena. Cocina por el placer de cocinar y confía en el sabor que realiza. Prueba de ello es la fórmula elemental de sus platos fuertes: proteína, vasta y con grasa, verduras y purés suaves.

Trabaja con el ingrediente mexicano porque  tiene alma y espíritu, y con técnicas francesas. De los galos también aprendió a trabajar la carne a la perfección. Es más, él se declara fanático de ésta, ya sea de res, cordero o pato.

“Encuentro belleza en los tendones y diversión en limpiarla”, comenta recordando cuando su papá lo llevaba a las carnicerías. “De hecho, quizá debí haber sido carnicero, no cocinero, no músico, no diseñador”, concluye con una sonrisa.