Pétalos y botones de flores, frutas deshidratadas, hierbas aromáticas, especias y hasta destilados pueden enriquecer una taza de té. Como si se tratara de un hábil alquimista, el diseñador de té combina hojas y brotes de camellia sinensis (la planta del té) con todo tipo de ingredientes y esencias para crear una experiencia sensorial única. Fotos: Escuela Mexicana de Té.
Popularizada en las últimas décadas, la figura profesional del diseñador de té es realmente antigua. Las primeras variedades de blends de té surgieron en la antigüedad en China, como mezclas con fines medicinales; con el paso del tiempo, se fueron adaptando con el propósito de deleitar sensorialmente, incluyendo flores como jazmín, crisantemos y osmantos, entre muchas otras. Es entonces cuando los primeros especialistas del arte del “blendeo de té” comenzaron a emerger. En Occidente, los franceses incorporaron todo tipo de esencias a las hojas y brotes de camellia, mientras que los británicos fueron los encargados de popularizar su consumo. Es entonces cuando el papel del diseñador de té terminó por definirse.
¿Cómo hace un diseñador para conseguir la mezcla perfecta? Independientemente del perfil aromático y gustativo que desee lograr, el diseñador de té trabaja siguiendo una máxima absoluta: ARMONÍA… entre aspecto, aroma, sabor y efectos de la mezcla en el organismo. ¡Ojo!, el diseñador de té no busca crear remedios o mezclas medicinales, sino provocar profundas sensaciones.
El proceso inicia siempre analizando y definiendo qué ingredientes beneficiarán de mejor forma las características propias del té blanco, verde, amarillo, negro, oolong o pu-erh que se utilizará como base. ¡Ah!, también respetando aquella proporción que dicta: “un blend de té debe incluir al menos un 60 por ciento de hojas o brotes de camellia”.
Es cierto, además de tener una base teórica muy vasta, el diseñador de té posee un olfato y gusto altamente desarrollados. Sin embargo, más allá de una habilidad innata, la clave para destacar en el mundo del diseño de té está mucho más asociada a la capacidad creativa y al entendimiento del perfil adecuado para cada paladar, región de consumo, mercado específico. Imagine usted una mezcla para consumidores europeos con intensos matices picantes; piense ahora en un blend para el mercado mexicano con profundo amargor y astringencia. Hay poca lógica en esto, ¿a poco no?
De forma genérica, es posible apuntar a combinaciones infalibles: los tés blancos suelen mezclar bien con rosas, flor de loto, frutas blancas, menta y lemongrass; los verdes con jazmín, osmantos, almendras, frutos tropicales y especias frías; los oolong de baja oxidación con cítricos y flores; el pu-erh con jengibre, almendras y especias picantes, y los negros con todo tipo de flores, frutas, especias y nueces.
Pero no es todo, ¡no!, también hay espacio para caramelos, galletas, chocolate y destilados… Ya le hemos contado acerca de uno de nuestros alumnos más brillantes, quien se atrevió a impregnar hebras de té verde japonés Sencha con eneldo deshidratado, vainilla, piel de naranja y bourbon whiskey.
En nuestra próxima entrega apuntaremos a uno de los temas más polémicos en el mundo de las infusiones: la flor de manzanilla. Mientras tanto, no queda más que seguir explorando las múltiples expresiones de la camellia sinensis. escueladete.mx