Después de los excesos decembrinos no hay mejor manera de empezar el Año Nuevo que purificando y desintoxicando el cuerpo. El té, infusión de hojas y brotes de la camellia sinensis, es uno de los mejores aliados para lograr este propósito.
Además de brindar momentos de relajación, enmarcados por placenteros aromas y sabores, el té posee innumerables propiedades benéficas para el organismo. Esta bebida, repleta de antioxidantes (polifenoles), minerales y todo un compendio de vitaminas, ayuda a fortalecer la salud de las células y minimizar su deterioro; ¡claro!, sus efectos son notables solo cuando se consume de forma habitual y como parte de una dieta balanceada. Sí, es importante aclarar que, contrario a lo que se piensa comúnmente, el té no es una bebida milagrosa.
Empecemos pues con lo comprobado. Primero: el té es rico en l-teanina, un aminoácido que aumenta las ondas alfa del cerebro y provoca una sensación de relajación. Segundo: el té ayuda a reducir triglicéridos y estimular el metabolismo gracias a su contenido de galato de epigalocatequina (un antioxidante muy común en el té verde). Tercero: el té contiene vitaminas B1, B2, C y E, además de flúor, zinc, magnesio, potasio y muchos otros minerales. Cuarto: el té permite la incorporación de enzimas de desintoxicación y promueve el crecimiento de bacterias intestinales que mejoran el proceso digestivo. Vaya combinación.
“¿Todas las hebras ofrecen los mismos beneficios?”. Es cierto que tés verdes y blancos contienen mayor proporción de antioxidantes, l-teanina y catequinas (flavonoides), debido a que suelen elaborarse con hojas más jóvenes de camellia sinensis, repletas de estos compuestos. Sin embargo, también hay que reconocer que los diferentes tipos de té son muy similares entre sí; al final todos provienen de la misma planta y, por tanto, son igual de útiles para mantener el buen estado del organismo.
Para propósitos específicos, vayamos en orden. El té blanco destaca por su alto contenido de antioxidantes, resultado de su corto proceso de manufactura; además de mantener el buen estado de la piel, favorece la salud bucal. El verde ayuda a reducir significativamente el riesgo de hipertensión y mejora el metabolismo de algunas personas; su gran contenido de flúor lo hace ideal para combatir el mal aliento, mientras que sus antioxidantes previenen el envejecimiento celular.
Históricamente, el oolong ha sido utilizado para ayudar a la digestión; las hojas maduras de camellia sinensis utilizadas para su confección también protegen los dientes y combaten el mal aliento. Caso especial es el pu-erh, rico en probióticos y levaduras –que derivan de su proceso de fermentación único–, famoso alrededor del mundo por su relación con el proceso de quema de grasas a nivel subcutáneo y en sangre. En nuestra próxima entrega, todo lo que debes saber sobre el té blanco. escueladete.mx