Té al estilo frisón

En toda Europa, como en el resto del mundo, el té ha adoptado todo tipo de formas, texturas, métodos de infusión y acompañamientos. Una de las expresiones más fascinantes de esta milenaria bebida puede hallarse en tierra frisona, región que corre sobre la costa del mar del Norte a través de los Países Bajos y Alemania. Fotos: Escuela Mexicana de Té.

Si bien daneses, alemanes y holandeses son asiduos bebedores de café, gran parte de sus poblaciones radicadas en el histórico territorio frisón disfrutan beber té siguiendo una propia y singular receta. Es importante recordar que los holandeses fueron los primeros en llevar el té a Europa, algo que justifica la profunda pasión de los frisios por la infusión de camellia sinensis (la planta del té).

 

¿Cómo se prepara?

 

Lo primero a destacar es el uso de un azúcar tradicional llamado “kluntje”, que consta de cristales grandes y traslúcidos; la dureza de los cristales los hace imposibles de morder, por lo que deben dejarse disolver perfectamente en la infusión caliente antes de beber. Cuando Europa comenzó a producir azúcar a partir del betabel, las clases más bajas no podían comprarla, por lo que recolectaban los residuos del fondo de los barriles utilizados para la refinación de los jarabes. Estos cristales duros eran muy preciados al momento de servir la infusión de camellia.

 

Té frisón

 

El segundo elemento clave es la crema de leche de cabra, abundante en todos los hogares frisones. ¡Sí!, querido lector, tener una cabra para ordeñar diariamente era muy común entre las clases populares.

Hoy, la crema de vaca domina el servicio de té frisón; la consistencia y untuosidad natural de la crema concentrada, asociadas a razas bovinas locales y su particular alimentación, la hacen ideal para enriquecer la infusión. Si bien algunas cremas foráneas ligeras son aceptadas como sustitutos, emplear leche común o evaporada se considera todo un sacrilegio.

¿Y el té…? Generalmente se utiliza un blend especial, conocido como “Mezcla de Frisia Oriental”, el cual posee importantes porcentajes de té negro de Assam. El común denominador son hebras de importante robustez, con astringencia marcada y gran cuerpo. El servicio en taza y manera de beber son igualmente fascinantes.

 

Té frisón

 

 

¿Cómo se disfruta más?

 

El primer paso es colocar el kluntje en las tazas, generalmente elaboradas en cerámicas vidriadas de corte europeo. Inmediatamente después el anfitrión vierte un abundante chorro de té sobre los cristales de azúcar, los cuales literalmente crujen antes de comenzar a disolverse.

Una vez lista la base, el anfitrión añade al té un poco de crema utilizando un pequeño cucharón metálico. El lácteo se dispersa en pequeñas nubes y, gracias a su densidad natural, se concentra siempre sobre la superficie de la infusión de camellia. Dicen los conocedores que esta capa de crema permite mantener el calor de la bebida.

Para beber… Los puristas consumen toda la taza en sólo tres tragos. Primero, se bebe la capa con mayor contenido de crema, ayudando a proteger el estómago del té más fuerte que viene enseguida. En segundo llega el propio té caliente, con todas sus notas gustativas, dulzor y astringencia natural. Finalmente se disfruta un último trago del líquido endulzado con el kluntje.

 

Té frisón

 

¡Ojo!, los cristales de azúcar deben dejarse siempre en la taza tras beber la infusión y es que, por su dureza, disolverlas completamente toma al menos tres repeticiones del proceso. Delicioso, ¿a poco no? escueladete.mx

 

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