“En algún lugar, algo increíble está esperando a ser descubierto”, bien dijo Carl Sagan. Pero para percatarnos de esa riqueza no solo hay que tener los ojos y la mente bien abiertos, sino también hay que estar en calma y concentrados. Practicar la conciencia plena a la hora de viajar con nuestros hijos hará que los disfrutemos completamente. Fotos: Elsa Navarrete.
Prestar más atención, distraerte menos, hacer las cosas lentamente en lugar de hacerlas de forma apurada, escuchar mejor a tu hijo, tener más paciencia… No es un superpoder, tener conciencia plena, también a la hora de viajar, logrará que aprendas más, te sientas más feliz y disfrute más los momentos junto a tus hijos.
Tiempo de disfrutarlos
Sé que la parte más fácil son estos años, los primeros de su vida, por más cansados que parezcan en algunos momentos. Aunque a veces lo dude, en esta etapa todo está bajo control: ahora que los horarios los dictan papás, ahora que quieren estar con nosotros todo el día, ahora que puedo hacer una payasada para contentarlos y funciona, ahora que somos como sus ídolos, ahora que los puedes agarrar a besos y no se apenan, ahora que el placer máximo es un abrazo de mamá, ahora que son una delicia pura…
Soy consciente de mi fortuna: tener una familia, ver crecer a mis dos niños, inspirarlos y disfrutarlos… Por eso hay que aprovecharlos al máximo y, hacerlo fuera de la rutina y de los tiempos justos, solo trae efectos positivos, como ya lo hemos comentado anteriormente.
Conciencia plena: conexión verdadera
Pero esta desconexión de la cotidianidad para conectarse con nuestros pequeños viajeros, solo sucede si nos lo permitimos y somos conscientes de ello. Hay que estar presentes en el lugar donde estemos: no pensando en el trabajo pendiente, no editando decenas de fotos perfectas para deliberar cuál subimos a Instagram, no comunicarnos por mensaje con todos menos con los que estamos físicamente…
Nuestras mentes se dispersan y nos pueden sacar del momento, cuando el momento es exactamente donde queremos estar. De ahí la importancia de la conciencia plena, de disfrutar el aquí y el ahora, sin ese enfoque automático hacia la vida. Lo que me han enseñado mis hijos, entre otras lecciones valiosas, ha sido eso, a bajar el ritmo, a entender que tanto la vida como el viaje se trata de disfrutarnos, comunicarnos y vincularnos.
Escapadas para practicar la conciencia plena
Hay varias técnicas para practicar la conciencia plena, pero como viajera les hablaré de los lugares y las formas en las que la apliqué, les hablaré de estos tiempos fuera que fueron perfectos para respirar otro aires, relajarnos, concentrarnos en una sola cosa, detenernos deliberadamente y enfocar la energía en una sola cosa: en dedicar nuestra total atención en nosotros y nuestros pequeñitos:
A un hotel todo incluido en la playa
Me considero más un alma viajera que prefiere hacer inmersiones en los destinos, pero también me fascinan esos hoteles donde no quieres salir y solo quieres relajarte y recobrar energías. Y este tipo de alojamientos son una gran opción para viajar con tus hijos y tener en el itinerario nada más que disfrutarlos.
Nos escampamos seis días a las playas de Ixtapa-Zihuatanejo, ese “binomio del Pacífico” que combina la calidez de un pueblo pesquero y los hoteles bonitos, y que le hace justicia a su slogan «un viaje, dos paraísos». En esa ocasión, dejamos a un lado las travesías inmersivas, largos road trips, los itinerarios (más de adultos) y los viajes con toda la familia para solo enfocarnos con conciencia plena en divertirnos con nuestros niños en las resbaladillas de las albercas y en la playa donde comimos mucho coco y tiritas de pescado.
Y aunque nos alojamos en el hotel todo incluido Sunscape Dorado Pacifico Ixtapa, también nos dimos tiempo para explorar los alrededores menos conocidos del destino como Barra de Potosí donde la playa se abraza con la laguna, ideal para los niños por sus aguas poco profundas. Aquí, los restaurantes llamados «enramadas» ofrecen comida del mar fresca y cervezas bien frías.
A un restaurante de La Marquesa
Empezamos con una caminata entre los árboles que regalan una ligera brisa, la necesaria para respirar aire puro, relajar el cuerpo y sentir el momento, escuchando, claro, las múltiples (e infinitas) dudas que tienen dos niños de cinco y tres años acerca de lo que están viendo. Las coordenadas son las de Parrilla Bosque, un restaurante campestre al aire libre con una hermosa vista hacia el bosque, pero no es el típico sitio que encuentras en la Marquesa, ya que está aislado.
Su parrilla provee de un aroma sugestivo al ambiente. De ahí salen los cortes de carne (tomahawk o New York) que puedes ordenar; la hamburguesa y el sándwich de roast beef también son infalibles. Antes y después de la comilona, los niños pueden disfrutar de su pequeña área de juego o pintar. Aunque la actividad favorita, perfecta para niños grandes, adolescentes y adultos, es el tiro con arco; esta es con costo extra y puede ser por cinco tiros o por hora.
Practicando este deporte, algo mágico ocurre naturalmente. Sostienes con la mano el arco y colocas la flecha; mantienes tus ojos en el objetivo; sostienes el arco en un ángulo recto desde el suelo, apuntando hacia el objetivo; lo llevas hacia atrás, usando tu brazo extendido como guía y disparas. Esa concentración y forma de prestar atención a lo que estás haciendo, con tiempo y calma, es tener conciencia plena y hacerlo así ayuda a que tengas un buen disparo. Eso es a lo que te invito, a viajar con tus hijos con esa calma, concentración y paciencia, con conciencia plena.
¿Listo para viajar con tus hijos con conciencia plena y así tener las mejores vacaciones?