La sinestesia de los colores: We Eat Color by Martha Ortiz

Las instalaciones y la museografía aventurada del MACQ (Museo de Arte Contemporáneo de Querétaro), alojado en un recinto emblemático recién restaurado, se pintaron de colores. Ahí, en el Centro Histórico de la ciudad de Querétaro se conjugó la gastronomía, el arte y la música a través de We Eat Color by Martha Ortiz: una cena de gala que puso sobre la mesa la sinestesia de los colores. Texto: Elsa Navarrete / Fotos: Mary Elizalde.

 

 

Los creadores

 

We Eat Color by Martha Ortiz fue organizado por el patronato del museo, Amigos del MACQ AC, dirigido por la presidenta Heidi Faulkner, cuya visión es enaltecer el nombre del MACQ, un museo con casi tres años de vida en el que han concurrido historiadores, restauradores, arquitectos, gestores culturales y una vasta comunidad artística. Mientras que la narrativa gastronómica fue creada por la reconocida chef Martha Ortiz, basándose en la interpretación sinestésica de seis colores.

Todos los colores saben, se pueden degustar. Trabajé con cada uno de los artistas para crear una sinestesia entre la gastronomía, el arte y la música”, comentó la chef Martha Ortiz, quien declaró que los seis artistas contemporáneos locales no solo decoraron una mesa, sino que hicieron una instalación artística en cada cuarto según el color asignado, para recibir a los invitados que se vistieron de acuerdo al tono.

 

We Eat Color

 

 

Los colores también se comen

 

Para We Eat Color, Martha Ortiz desarrolló un platillo para cada color que se presentó en una vajilla hecha exclusivamente para este evento. A su vez, las piezas musicales, seleccionadas por color, de la Orquesta Filarmónica del Estado de Querétaro acompañaron la experiencia.

Los artistas, que crearon una maravillosa expresión visual de los colores, trabajaron más de un año, debido a que este evento se pospuso por la pandemia. We Eat Color by Martha Ortiz fue una cena (muy) especial, pero tanto la chef como los organizadores buscan que se quede como algo permanente y replicarlo en diferentes museos.

Los colores tienen un sabor y una correspondencia mágica en nuestra memoria gustativa. La mirada ejerce su poderío hasta que los tonos se llevan a la lengua para ejercer la poesía. El arte contiene una sinfonía de sabores y, es precisamente a través de sus colores, que se vuelve comestible. We Eat Color es un proyecto de comunión”, narró Martha Ortiz durante la inauguración.

 

 

Menú en tono de colores

 

We Eat Color

 

El preámbulo lo protagonizaron cocteles con el tequila Blanco de Casa Dragones pintados con toda la paleta de sabores y colores elegidos para We Eat Color. Nuestros favoritos: Yellow Submarine (tequila, mermelada de mango y durazno, limón amarillo y miel) y Supermassive Black Hole (tequila, jugo de piña, jarabe de chile morita, limón amarillo y Gum Nero).

 

 

Blanco

 

La pureza y lo celestial del blanco, que contiene todas la notas de la virtud gustativa, se representó con un vaso lleno de horchata de guanábana y coco. Mientras que la artista Marja Godoy interpretó una boda y un funeral en la mesa, evocando a las tradiciones populares y familiares alrededor de estos acontecimientos de la vida.

Sinfonía: Concierto para Piano No. 5 ‘Emperador’- II Adagio Piu Mosso de Beethoven.

 

Cena Martha Ortiz

 

 

Amarillo

 

El amarillo irradió en una sopa de esquites, tuétano, insectos y flores de calabaza, maridada con el tequila Joven de Casa Dragones. Por su parte, la mesa replicó ese momento cuando la luz iluminó a esta sopa, universo, primigenia, por parte del artista Ramsés de la Cruz.

Sinfonía: Capricho Español Op. 34 de Korkaskov.

 

 

Rojo

 

El rojo, la vida que corre por nuestras venas, la pasión y el poder, lo tradujo la chef Martha Ortiz en We Eat Color a través de una ensalada de jitomates cherry, betabel rostizado, espuma de queso de cabra y una vinagreta frutal, la cual fue acompañada con Rolu Rose Syrah de Vinos Wagner. Este cuarto estuvo a cargo del equipo del MACQ, quienes se inspiraron en la verdadera esencia de la corriente minimalista.

Sinfonía: Concierto para Piano Op. 40 – II Andante de Mendelssohn.

 

We Eat Color

 

 

Verde

 

El sabor de la esperanza y de la naturaleza se comió a través de bocados frescos de ceviche de lobina con un jardín secreto y granizado picante de pepino y hierbabuena, armonizados con el vino Rolu Tempranillo de Vinos Wagner. La artista Azucena Germán hizo una mesa viva con pasto que ella misma sembró en una tela, complementando con dientes de león e insectos “volando”.

Sinfonía: Concierto para Violoncello en Sl menor Op. 104 – I. de Allegro Dvorak.

 

Negro

 

La lengua de res con chichilo con mosaico de nopales y ensalada de quelites representó la elegancia y lo misterioso del magnánimo color negro en We Eat Color by Martha Ortiz. En una mesa instalada por el artista Miguel Loyola, quien buscó representar que en todo mundo distópico y de caos siempre hay una luz, se maridó este platillo de gran personalidad gustativa con un Bonanza Cabernet Sauvignon by Caymus de Vinos Wagner.

Sinfonía: Concierto para Violoncello en Sl menor Op. 104 – II. Adagio ma non troppo de Dvorak.

 

We Eat Color

 

 

Psicodelia

 

La extravagancia sensorial de la psicodelia se hizo postre, gracias a la nieve de hierba santa con mango y más hierba santa, junto con el tequila Añejo de Casa Dragones. Todos los colores, sabores y sensaciones se reunieron en un cuarto diseñado por los artistas Salvador Herrera, Natalia Herrera, Jerry Garrido y Heriberto Gil, donde crearon una deidad para recordar que estamos al borde de la extinción como humanidad.

Sinfonía: Concierto para Violoncello en Sl menor Op. 104 – II. Adagio ma non troppo de Dvorak.

 

We Eat Color

 

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