Las islas más sorprendentes del mundo

Las ínsulas de la Tierra han desarrollado sus personalidades con base en sus propios recursos. Imogen Lepere y Elsa Navarrete se adentran a descubrir las más auténticas y diversas.

Vanua Levu, Fiyi

 

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Vanua Levu

Aunque se sitúa a solo 64 kilómetros al norte de Viti Levu, la isla principal de Fiyi, Vanua Levu se percibe como otro mundo.

Se trata de la segunda más grande en el archipiélago, y también es conocida como la frontera olvidada de este país de Oceanía, gracias a sus extensiones vírgenes de arena. Sus caminos de tierra conducen a pueblos tradicionales, mientras que Labasa, la capital, se puede recorrer en cuestión de minutos. 

La ciudad ofrece una valiosa visión al pasado de la isla. La música hindi (de la India) que emerge de sus tiendas de vestidos saris y excelentes casas de curry deleitan a la población india, que llegó por primera vez aquí en la década de 1870, para trabajar en plantaciones británicas de caña de azúcar.

Hoy en día, el azúcar es la piedra angular de la economía de Vanua Levu. Trip N Tour organiza excelentes tours a las plantaciones actuales de coco, copra (pulpa seca del coco) y azúcar. Recientemente también se ha hecho popular el cultivo de perlas (fijipearls.com), así que puedes tomar tu esnórquel y dirigirte al J. Hunter Pearls para un tour acuático.

 

Sulawesi, Indonesia

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Una de las cuatro islas mayores de la Sonda, Sulawesi, se extiende en el mar de Célebes, entre Brunei y Papúa Nueva Guinea. Sus cuatro penínsulas se curvan como los tentáculos de un calamar sobre el agua de su costa norte. Cada una tiene una vibra distinta. Sulawesi del Sur cuenta con llanuras onduladas y arrozales, donde una gran parte de la población musulmana trabaja la tierra.

A pesar de que es un laberinto de altísimas montañas y volcanes que todavía emiten azufre en el aire húmedo, la península norte ha sido históricamente más debatida por los europeos porque es el hogar de la industria siderúrgica de la isla.

El centro de Sulawesi está cubierto por bosques tropicales y rodeado de playas, mientras que en el sureste es un país de maravillas tropicales con aguas cristalinas y cascadas. 

Originalmente gobernado por príncipes piratas, Makassar es ahora famoso en Indonesia por sus mariscos. Se encuentra cerca de algunos de los océanos más profundos del archipiélago de Indonesia, y los pescadores locales traen consigo botines de peces sabalotes y cangrejos. El arroz y los plátanos son los cultivos principales y conforman la columna vertebral de la mayoría de las comidas.

 

Aruba, el Caribe

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Es la isla más austral del Caribe. Los 70 kilómetros cuadrados de Aruba están bordeados por playas de arena blanca y lagunas donde anidan los flamencos. Sube a la cima de la colina Hooiberg en un día despejado y verás la península de Paraguaná de Venezuela en el horizonte. 

Irónicamente, el clima deslumbrante y las playas gloriosas que ahora atraen a los viajeros son los mismos que una vez los mantuvieron alejados. Aruba disfruta de más días de Sol al año que cualquier otro lugar en el Caribe, y el árido paisaje no soporta los cultivos de algodón o caña de azúcar.

A diferencia de otras islas del Caribe, la población de esclavos africanos nunca fue muy significativa en este lugar, y el legado arahuaco de la isla sigue fuerte hasta el día de hoy.

Visita las formaciones rocosas de Ayo para ver petroglifos antiguos, y aprende palabras arahuacas como watapana (árbol dividivi, típico de la isla) mientras los lugareños conversan en papiamento, una antigua lengua indígena. Escápate del Sol explorando las cuevas de Quadiriki, que eran consideradas sagradas.

 

Djerba, Túnez

 

Cuenta la leyenda que esta isla tunecina era la tierra de los lotófagos —los comedores de loto de La Odisea de Homero—, de donde Odiseo tuvo que rescatar a su tripulación después de que quedaron encantados con la misteriosa planta y se olvidaron de su misión de viajar a casa.

Sin duda, hay algo seductor en esta parte del mundo hasta nuestros días. Sus 514 kilómetros cuadrados están unidos a la parte continental de Túnez por una estrecha calzada, que se percibe como otro mundo. 

Famosa por su cultura de tolerancia, es un crisol de religiones y culturas. Es tan común ver a las mujeres bereberes bebiendo té de menta como a los hombres fumando shisha en los cafés de la capital.

Los taxis amarillos hacen fila afuera de las 300 mezquitas, pero también hay hordas de peregrinos judíos que viajan a la sinagoga más antigua de África. Cualquiera puede visitar El Ghriba para deleitarse la vista con sus arcos color azul y sus coloridos mosaicos.

Abraza la multiculturalidad de la isla visitando también las mezquitas medievales Fadloun y Ben Maaguel, comparando sus torres curvilíneas.

 

Holbox, Quintana Roo

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Cruza el extremo norte de Quintana Roo para descubrir un edén en el pueblo de Holbox, de 1,500 habitantes. Cientos de aves, 34 kilómetros de playas calmas y un grupo de restauranteros con propuestas frescas comparten el encanto de un pedazo de tierra donde el azul turquesa pinta el horizonte y aquellos que llegan no se quieren ir.

Sin exagerar, es uno de los tesoros mejor guardados del Caribe, separado de la península de Yucatán por la laguna Yalahau.

Luego de bajar el ferry hallarás calles que se cubren de la misma suave y blanca arena de la playa. No hay autos, solo bicicletas, motocicletas y carros de golf adaptados, que vislumbran el ritmo de vida tranquilo.

Además de olvidarte del tiempo y disfrutar de la quietud de tu refugio, ya sea en una tumbona o inmerso en tu jacuzzi, puedes nadar (de mayo a septiembre) con el tiburón ballena, dirigirte a la Isla Pájaros para subir a un mirador o refrescarte en el Ojo de Agua de Yalahau.

 

La Gomera, España

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La más pequeña y menos conocida de las Islas Canarias, de tan solo 20 kilómetros de norte a sur, se eleva en el Atlántico y cuenta con varios microclimas debido a su extraordinario paisaje.

La pista del aeropuerto es demasiado corta para los aviones internacionales; esto limita el turismo masivo y hace que la isla goce de un ambiente tranquilo. De hecho, el agua corriente y la electricidad no llegaron sino hasta 1976.

El paisaje accidentado también se refleja en la escena culinaria. Se preparan cabras y conejos en guisos sustanciosos o con salsas de salmorejo (jitomate). Además, son imperdibles los senderos que la cruzan.

Sal de la capital, San Sebastián de la Gomera (la última parada de Colón antes de descubrir América), y disfruta de las vistas que van desde Imada hasta Garajonay, o explora el Parque Nacional de Garajonay, hogar de 450 especies de flora.

 

Maui, Hawái

 

Se trata de la segunda isla más grande del archipiélago de Hawái y un sueño de colores. La brisa cálida sopla a través de callejones de palmeras que conducen a playas arenosas, mientras que, más allá de la costa, los arrecifes de coral destellan bajo el agua.

El exuberante centro de la isla es el resultado de las corrientes de lava de dos volcanes extintos: Haleakala y las montañas del oeste de Maui, que se yerguen como centinelas en cada extremo. 

Contemplar el amanecer sobre el cráter del primero, en el Parque Nacional Haleakala, es asombroso. Este cráter tiene una circunferencia de 19 metros cuadrados y se ha considerado sagrado durante mucho tiempo porque éste era el lugar donde el semidiós Maui atrapaba los rayos del Sol.

Varias especies endémicas viven aquí, incluidos los arbustos pukiawe, mamane y ohelo, así como los gansos de Hawái.

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