Nueva York fue el escenario más que adecuado para que Moët & Chandon invitara la semana pasada a un ilustre grupo de amantes de los placeres de la vida. Ellos compartirían el arte de cocinar, celebrar y brindar con un par de personalidades que pocas veces se puede ver juntos: el tenista y embajador de la marca, Roger Federer, y Enrique Olvera, uno de los chefs mexicanos más reconocidos en el planeta.
La noche anterior al Abierto de Estados Unidos 2016, tanto el chef como el tenista cocinaron una cena de tres platos que acompañaron con Moët & Chandon Rosé, maridaje que enamoró a sus comensales.
Ese día la velada dio inicio con champaña; los invitados fuero apapachados en la terraza del World of McIntosh Townhouse en SoHo, donde vivieron un increíble momento mientras disfrutaban de frescos aperitivos como bocol de caviar y pulpo pibil, preparados por el chef Olvera.
Después, todos se reunieron en la cocina para vivir una clase culinaria con el chef mexicano y su equipo; allí Roger Federer se unió al chef y juntos cocinaron un delicioso aguachile de caracoles.
Después de una hora de cocinar, llegó el momento más esperado. Ambos anfitriones invitaron a sus comensales a unirse a ellos en el comedor para disfrutar de una exquisita colección de champañas. Moët & Chandon Gran Vintage Rosé 2008 y Moët & Chandon Rosé Vintage Grand Collection 1998 se sirvieron junto con el plato principal: esquites con chile de árbol.
Para cerrar, el pastel de zucchini de chocolate con nata hecha de infusiones de menta maridó perfectamente con Moët Néctar Impérial Rosé, champaña que permitió una duradera nota de sabor, cautivando a todos sus invitados.
Esta sorprendente velada fue posible gracias a Moët & Chandon, empresa que demostró que el tenis y la gastronomía maridan a la perfección en la cocina.