Dentro de las bebidas tradicionales mexicanas, entre las no alcohólicas, se encuentran las aguas frescas o también llamadas aguas de sabor. Los coloridos vitroleros callejeros que se pueden encontrar en mercados, tianguis, fondas y restaurantes típicos, son un atractivo visual sin igual, que en temporadas calurosas se vuelven irresistibles. Agua, fruta, azúcar y hielo son la base de esta delicia que disfruta todo mexicano.
Lo cierto es que estas bebidas, aunque similares, no se encuentran en ninguna otra parte del planeta y curiosamente la base vegetal de la mayoría de ellas no es de origen nacional. Las bondades climáticas de este país favorecen el cultivo de infinitos sabores, lo cual genera una gran variedad de frutas para la elaboración de aguas frescas; y aquí te presentamos las cinco más tradicionales.
De limón con chía, tesoro prehispánico
La chía, nativa del centro y sur de México, era un alimento muy empleado en la época prehispánica; hoy las semillas de la chía son consideradas un súperalimento que complementan de manera perfecta bebidas refrescantes como la limonada de siempre. Las semillas tienen un alto contenido de proteína y grasas, siendo la mayor fuente vegetal de ácidos grasos Omega 3. La limonada muy seguramente se inventó en el Antiguo Egipto y a partir del siglo XX se convirtió en una bebida mundial. Aquí le añadimos chía.
Jamaica desde Filipinas
Es común encontrar flores de la jamaica, ácida y de color fuerte en cualquier alacena. El agua de jamaica no es mexicana, sin embargo llegó para quedarse y figurar entre aquello que agrada tanto hasta hacerse propio. Presente en las fiestas patrias, en las plazas públicas, en vasos o en bolsita de plástico y popote, la jamaica arribó a la Nueva España a bordo de la Nao de China, desembarcando en el estado de Guerrero; se prepara a partir de la infusión de la flor en agua hirviendo, para luego enfriarla, endulzarla y disfrutarla.
Tamarindo tropical
El tamarindo, proveniente de la India, se emplea desde tiempos inmemoriales como condimento en la cocina asiática, y en Latinoamérica se usa en dulces, platillos y bebidas. El agua fresca de tamarindo tiene un proceso de elaboración un poco más complejo, ya que se deben pelar las vainas y retirar las venas, hervir las semillas hasta obtener la pulpa agridulce y refrescante, y licuar con agua para finalmente endulzarla. El sabor tropical característico del tamarindo es muy apreciado en México; su cultivo se extendió rápidamente en los estados de Michoacán, Guerrero, Oaxaca, Chiapas y Yucatán.
Horchata de arroz
Aunque existen muchas versiones del agua de horchata, la favorita para los mexicanos es la de arroz, con canela y azúcar. Hay muchas variantes dependiendo de la región, pero la más popular se prepara en un vitrolero con mucho hielo, azúcar, canela, agua y un poco de leche con vainilla, y el ingrediente principal, igualmente traído por los pueblos conquistadores, arroz remojado y molido. La horchata se lleva bien con todo tipo de sabores mexicanos y junto con el agua de jamaica y de tamarindo, está siempre presente.
Será melón, será sandía…
Existe una amplia variedad de aguas frescas, dependiendo de la temporada del año y de la región. En el norte del país se acostumbra tomar agua de sandía y melón durante el verano; de coco en las zonas tropicales; y de fresa, pepino, papaya, mango, guayaba, mandarina, piña y guanábana en el resto de México. La comida del medio día en los hogares y en las fondas se acompaña con agua de alguna fruta barata o muy madura, esa es la tradición.