Champagne Dom Pérignon: el firmamento en el paladar

Una copa de champagne Dom Pérignon contiene tantas estrellas, que la mejor forma de prolongarlas es con un fin de semana al estilo de esta maison. Fotos: Mauricio Ramos. 

Aromas a tierra mojada y aire puro, el sonido de la lluvia, un arcoíris, Sol y una copa de champagne Dom Pérignon para disfrutar de la vista al volcán de Colima. Aunque podría ser difícil de imaginar que existan mejores experiencias, Dom Pérignon y Food and Travel se encargaron de prolongar el disfrute durante un fin de semana completo. Para ello, se eligió a la Hacienda de San Antonio, construcción que data del siglo XVII y que resguarda a uno de los hoteles boutique más galardonados de México.

Para llegar, citamos a los invitados en el hangar Avemex del Aeropuerto de Toluca, donde la experiencia comenzó con una bienvenida a la altura de Dom Pérignon. Con la neblina de fondo, subimos al jet más rápido del mundo, el Ocean Blue Citation X Elite, aeronave que nos llevaría hacia Colima en tan sólo 40 minutos, pues es capaz de alcanzar los 972 kilómetros por hora. Ahí, entre las nubes, brindamos por un fin de semana inolvidable, al igual que el champagne Dom Pérignon.

Dom Pérignon

 

Una vez en Colima, nos dirigimos a la Hacienda de San Antonio, complejo de ensueño rodeado de pinos, oyameles y encinos. Pronto, el verde se apoderó de todo, y la señal del celular comenzó a desaparecer para provocar que todos alzáramos la mirada hacia el volcán de Colima. De repente encontramos  la entrada a la hacienda y frente a ella una imponente higuera.

Ahí el equipo de este hotel boutique nos dio una cálida bienvenida. Según nos cuentan esta hacienda no estaba destinada a ser un hotel, pero sí un sitio de descanso para compartir con amigos, pareja y familia, mientras nos ofrecen un recorrido por el complejo y una bebida de jengibre y lima.

Los tonos ocres y rosas de la construcción, en conjunto con las enredaderas que trepan por las paredes, armonizan de forma inigualable y se nota el esfuerzo que conlleva mantener todo en admirable estado: desde los jardines y las fuentes que están inspiradas en Versalles, hasta cada una de las 25 suites únicas, llenas de lujo y confort de época.

 

Las maravillas alcanzan hasta donde llega la vista, pues esta hacienda goza de más de 200 hectáreas de terreno, desde las cuales se puede observar al volcán de Colima. La lluvia que refrescó el ambiente, da paso al Sol y a un día más bello. Por eso, la mesa frente a la alberca es el lugar ideal para descubrir la armonía y versatilidad de Dom Pérignon Blanc 2006, con un mínimo de ocho años de maduración en botella. Ahí Paul Mamboury, gerente de Dom Pérignon, explica: “La paciencia y el tiempo forman parte de la ecuación de nuestro champagne. Agradezco que estén aquí, después de un vuelo, curvas y lluvias para descubrir la complejidad de Dom Pérignon en una hacienda que comparte muchas similitudes con nuestra marca”.

A modo de desfile llegan los primeros platos, todos pensados para maridar con esta etiqueta. Así degustamos un ceviche de pescado con mango y coco en cubos, tacos de Jamaica; y un filete de jurel marinado con chimichurri a las brasas y servido con salsa de aguacate, jitomate cherry y calabaza. Platillos que se valoran mucho más al saber que todos los ingredientes son producidos en la hacienda, en su rancho El Jabalí o en la propiedad hermana Cuixmala, situada a la orilla del Pacífico, desde donde vienen principalmente los frutos tropicales.

La agenda permite que algunos se vayan a descansar en los múltiples jardines, en la piscina o incluso que exploren la propiedad antes de la cita en uno de los salones situados en la parte más antigua de la hacienda, que solía funcionar como una tienda de raya de café y azúcar.

El ambiente del salón, decorado con una mesa larga, vajilla de barro y arcos de mampostería, va en sintonía con la historia que cuenta Paul, con la que viajamos al pasado. Específicamente a tiempos de Luis XIV de Francia, conocido como el Rey Sol, cuando un monje benedictino llamado Dom Pierre Pérignon llegó a la abadía de Hautvillers para crear el método champenoise, que permite a los vinos adquirir una burbuja fina que en boca asemeja a las estrellas y a quien se le atribuye la famosa frase “Come quickly, I am drinking the stars!”

Para esta noche, el chef ejecutivo de la hacienda, Gonzalo Mendoza, preparó un menú que armonizó con Dom Pérignon Rosé 2005, etiqueta hecha con 85% de un perfecto equilibrio entre uvas chardonnay y pinot noir; y añadiendo el 15% de vino tinto de esta última cepa. De los cuatro tiempos resaltaron el sope de pato confitado con salsa de chile morita y queso fresco del rancho El Jabalí y el pollo al pipián verde que fue un verdadero agasajo, sorprendiendo a más de un invitado por el buen maridaje, por las notas florales y voluptuosas que se encontraban victoriosamente con el gusto vegetal del platillo.

Es justo en ese sitio donde están las caballerizas, y para llegar a ellas cruzamos un sendero de 800 metros flanqueado por bambúes que fueron plantados hace 150 años (los más altos y longevos) para darle sombra a los plantíos de café. “No funcionó muy bien porque cubrió de más a los cafetales. Pero hoy aprovechamos algunas de las plantas para nuestro taller de carpintería”, nos cuenta nuestro guía.

 

La comida en el rancho

Una vez en las cuadras, situadas junto a una encantadora casa de rancho, montamos a caballo para dar un paseo hacia la laguna El Epazote, con el volcán como telón de fondo.

Justo en ese paraje, donde la montaña se ve más cerca, el chef Gonzalo nos sorprende con su capacidad de cumplir caprichos al paladar. Pues ya nos espera con las mesas montadas con deliciosas brochetas de carne, almejas, aguacate con atún fresco, paella, chilpachole y mahi mahi a la talla. 

Ahí, rodeados de un paisaje sin igual y cubiertos por la sombra de distintos árboles, maridamos el banquete con una verdadera joya de champagne, es decir, Dom Pérignon Plénitude 2 1998. “Me gusta decir que es nuestro Dom Pérignon en High Definition”, comenta Paul para hacer referencia a la intensidad de notas minerales y ligeramente especiadas tanto en boca como en nariz, que adquiere después de 16 años de maduración.

Para disfrutar el atardecer, algunos optan por quedarse en las mesas, otros por acercarse una vez más a los caballos que viven en plena libertad, y otros se sientan sobre el pasto con mantas y cojines. Son justo ellos quienes catan el nuevo producto de Moët Hennessy: el tequila Volcán de Mi Tierra. Existen dos etiquetas: el blanco, cuya preparación es un blend con agaves de las regiones de Valles y Altos de Jalisco, y el cristalino, una delicia por su encuentro entre los estilos añejo y extra añejo, el primero madurado en roble francés donde hubo cognac Hennessy y el segundo reposado en barricas de whisky Glenmorangie.

Algunos comentan que les es difícil comparar entre Dom Pérignon Blanc 2006 y Dom Pérignon Plénitude 2 1998, pero Paul nos tiene una sorpresa. Por la noche y para acabar con el misterio, participamos en una cena maridaje en la que la única instrucción fue probar cada platillo con ambas etiquetas, con lo que constatamos la distintiva complejidad de cada una de ellas.

Casi con melancolía, nos damos cuenta de que es la última cena juntos, y el agradecimiento a Dom Pérignon por invitarnos a descubrir las estrellas se hace presente de ahora en adelante.

Dom Pérignon

 

Información de viaje

Colima posee un clima cálido, pero en la faldas del volcán se torna templado y subhúmedo, de ahí que en invierno lo temperatura oscila entre los 5 y 7 ˚C

NO TE LO PIERDAS

Dom Pérignon Utiliza solo las mejores uvas de cada añada para crear inolvidables champagnes que, al igual que a Dom Pierre Pérignon, hacen pensar que se está bebiendo a las estrellas mismas. domperignon.com

Tequila Volcán de Mi Tierra Creación de la maestra tequilera Ana María Romero, quien buscó la forma de rendir tributo al terruño jaliscience con estas dos etiquetas: blanco y cristalino.  tequilavolcandemitierra.com

Ocean Blue Citation X Elite Jet Se trata del jet de negocios más rápido del mundo y fue lanzado en noviembre por Ocean Blue World y Grupo Avemex. Cuenta con nueve cómodos asientos y es capaz de alcanzar los 972 kilómetros por hora. oceanblueworld.com

Dónde quedarse

Hacienda de San Antonio Este hotel boutique de solo 25 suites se ubica en las faldas del volcán de Colima. Su encanto reside en la paz de sus espacios y en su cocina orgánica, cuyos productos provienen de sus propios cultivos. Suites desde $697 USD. 

Al pie del volcán 

Frente a la hacienda se encuentra el rancho El Jabalí, que también es propiedad de los mismos dueños. En sus más de dos mil hectáreas es posible ver desde venados hasta jabalíes, caballos y pumas que viven de forma silvestre.

 

¡Checa el video! 

 

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