¿Te has preguntado a qué suena Los Ángeles, Nueva York, Londres, Madrid, Roma, El Cairo, Quebec, Medellín y todas las demás ciudades del mundo? Cada destino, día a día, genera sus propios sonidos, esos que lo caracterizan y que lo hacen único, como nuestra Ciudad de México, que es un abanico sonoro incomparable, lleno de historia y magia.
Organillero
Llevan más de 100 años desde que llegaron a México durante el gobierno de Porfirio Díaz, para con su música inundar las calles. En aquél entonces los fundadores de la casa de instrumentos Wagner y Levien rentaban organillos para que las personas se ganaran unos pesos al tocarlos en la calle. Sobre el uniforme de los organilleros, existe desde 1975 que se formó la Unión Mexicana de Organilleros, y rinde homenaje al uniforme del ejército de Francisco Villa.
Y respecto al mono cilindrero que acompaña a los que desempeñan este oficio, cuenta la leyenda que antes un mono araña era el que pedía la cooperación mientras el organillo sonaba.
Sus jornadas laborales son alrededor de más de 10 horas, tiempo en el que deben sacar para pagar la renta del organillo que es de aproximadamente 150 pesos, y el resto para cubrir sus necesidades.
Ropavejero
Este oficio lleva más de 100 años de existir y su origen se remonta a la época virreinal. Antes, los ropavejeros salían a trabajar con una carreta en donde llevaban todos los artículos que compraban. Actualmente, tienen una camioneta de redilas donde llevan los artículos, además de una bocina que va anunciado su llegada con una voz un poco tiplosa y muy pegajosa:
“Se compraaan, colchones, tambores, refrigeradores, lavadoras, microondas, o algo de fierro viejo que venda”. ¿Sabes de quién es esa voz? Es de María del Mar Terrón, que grabó ese audio cuando tenía 10 años, actualmente tiene más de 25 años. Así que si tienes alguno de estos objetos que ya no uses, no quieras, y desees vender, los ropavejeros te lo compran.
Camotes
Aparece en nuestra gran metrópoli, después de las seis de la tarde con un tradicional y escandaloso silbido, fuerte y largo para anunciar su llegada. Seguro mientras lees, en tu mente está zumbando ese sonido. ¡Se trata del camotero! Como dato, te contamos que el carrito donde trasporta sus productos, está hecho de lámina galvanizada para resistir altas temperaturas y tiene un tubo vertical que simula una chimenea, además, funciona con leña, tiene un volante para manejarlo, tres llantas, y pesa de 100 a 150 kilos aproximadamente ya con el producto y la leña.
Antes el tambo era de 200 litros de agua y permitía cargar hasta 60 piezas de camote y 50 de plátanos, pero cada vez más, este oficio va desapareciendo y teniendo ventas bajas, dando como resultado que su tambo sea con capacidad de 20 o 50 litros. Si los oyes, cómprales un camote con leche condensada, o unos platanitos fritos con crema y azúcar, o qué tal un poco de calabaza en dulce.
El metro
“Tututu, próxima estación, San Antonio”. Cómo no reconocer este sonido típico del metro cuando vas arriba y éste anuncia la próxima estación. También el ruido que se genera cuando apenas vas a abordar y estás esperando la llegada del metro en el pasillo, un sonido algo fuerte, se percibe el freno y mucho aire. ¡Abordemos! Y qué decir de la cantidad de sonidos que encuentras dentro del metro, el vendedor de papas, el que pone música para vender sus discos, el que canta, el que cuenta chistes, la que pide dinero, entre muchos otros.
Hace más de 50 años inició la construcción de la Red del Metro. El primer “taladrazo” se dio en la avenida Chapultepec y la calle Bucareli, ahí se crearon 16 estaciones, de Chapultepec a Zaragoza, que fueron las primeras terminales del metro en la Ciudad de México. Actualmente hay más de 190 estaciones y 12 líneas. ¡Larga vida al metro!
Afilador
Este oficio de afilador llegó de España a México en la época de la Colonia y seguramente lo has escuchado, emite un silbido con una flauta de caña que anuncia su llegada, entonces es momento de correr y sacar los cuchillos, tijeras y todo objeto que quieras sacarle filo. No tardes, pues el afilador se para un rato en una esquina y espera a ver si hay clientes y si no, se va.
¿Que cómo afila las cosas? con una piedra de esmeril, que es un mineral muy duro, y que gira manualmente mientras pasa sobre ésta los utensilios a los que le sacará filo. Generalmente esta piedra va montada a su bicicleta que es su medio de transporte.
Tamales
Varias veces escuchaste el: “Ya llegaron sus ricos y deliciosos tamales oaxaqueños. Acérquese y pida sus ricos tamales oaxaqueños. Hay tamales oaxaqueños, tamales calientitos”, y saliste disparado a la calle a comprar algún tamal. El medio de transporte de estos tamales oaxaqueños es una bici carrito donde van los botes de tamales que guardan una gran variedad, mientras el vendedor pedalea por varias zonas de la ciudad para ofrecerlos.
Este sonido lo puedes escuchar, generalmente, en las tardes en la Ciudad de México, después de las seis que es cuando salen a venderlos. La famosa voz que anuncia este exquisito platillo, es la del veracruzano Elías Zavaleta, un joven de 17 años que se dice grabó este audio a principios de la década de los 90, esto porque se dio cuenta que era poco práctico gritar a cada rato lo mismo, por lo que decidió grabar un casete y reproducirlo constantemente. De hecho se dice que te ofrecen la copia del casete por 300 pesos.
Desde donde nos leas, deja en los comentarios tres sonidos que caractericen a tu ciudad. ¡Te leemos! cultura.cdmx.gob.mx
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