En Japón, el té es sinónimo de cultura, arte, tradición ancestral, solemnidad... Es cierto, como ningún otro polo productivo del planeta, el Territorio del Sol Naciente ha desarrollado profundos significados rituales y artísticos en torno a la infusión, mismos que pueden constatarse en la ceremonia de té: cha no yu. Fotos: Escuela Mexicana de Té.
Armonía (wa), respeto (kei), pureza (sei) y tranquilidad (jaku) son elementos fundamentales de la ceremonia japonesa del té, un arte con más de 800 años de antigüedad y hoy considerado uno de los bienes culturales tangibles más relevantes de Japón.
Pero vayamos por partes..
A territorio nipón la infusión de hojas y brotes de camellia sinensis llegó en el S. IX de la mano de monjes budistas. La historia cuenta que Eisai Myoan (1141-1215), un religioso estudiado en China, popularizó la bebida como una herramienta para los monjes que intentaban mantenerse alertas durante la práctica de la meditación; Eisai también introdujo el batido del té y, apoyándose en sus beneficios psicoespirituales, sentó las bases del ritual de consumo.
“¿En qué consiste la ceremonia japonesa del té?”. Todo inicia en el chasitsu o cuarto de té, espacio dotado de una arquitectura especial y decorado con arreglos florales, caligrafía y elementos que representan las distintas disciplinas tradicionales. Conducido por un anfitrión o maestro, quien puede ser hombre o mujer, el ritual comienza con una reverencia y la limpieza del natsume, contenedor de madera donde se guarda el matcha (té verde pulverizado), así como del chashaku (cuchara de bambú) y del chawan (tazón de cerámica).
La infusión del té se lleva a cabo vertiendo matcha en el tazón, al cual se agrega agua caliente con la ayuda de una cuchara larga de madera llamada hishaku. Con un pequeño batidor de bambú (chasen), el anfitrión agita el fondo del tazón para eliminar grumos de matcha y después, en un movimiento en forma de M sobre su superficie, bate el té para espumar. Décadas de práctica son necesarias para ejecutar el proceso a la perfección.
Antes de beber el té, los asistentes a la ceremonia, sentados tradicionalmente de rodillas sobre el tatami, con los glúteos sobre los pies y con las manos en los muslos, son convidados con pequeños dulces o wagashi, que permiten impregnar el paladar con un gusto meloso y equilibrar así el sabor amargo del matcha.
Una vez infundido, el té se presenta a cada invitado. Uno a uno, los asistentes toman el tazón con ambas manos, sosteniendo la base y el costado, y lo giran sobre su propio eje antes de dar el primer sorbo; la costumbre dicta que el té debe beberse en máximo tres sorbos y, antes de devolverlo, el tazón debe rotarse nuevamente a la posición inicial.
Cha no yu concluye con la limpieza de todos los utensilios, los cuales también deben volver a su posición inicial. Concluido el ritual, todos y cada uno de los asistentes son invitados a volver a tomar los tazones para admirar su forma y acabado.
“¿Todas las ceremonias son iguales?”. Realmente no. Más allá de rituales cortos, Japón celebra grandes y largas ceremonias de té, asociadas a épocas y momentos particulares; con la llegada del invierno, por ejemplo, los nipones también celebran Yobanashi, un protocolo que rinde tributo a las largas noches de temporada. Entre conocedores del tema siempre se dice que cada ceremonia es diferente y única, es decir, “ichi go ichi e: un encuentro, una oportunidad”. escueladete.mx