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Columna del té

Nacida en Asia, la Camellia Sinensis ha empezado a echar raíz en otras latitudes. Conoce algunos proyectos de té cultivado en Europa.

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El renacer del té en Europa: proyectos innovadores en el Viejo Mundo

En el imaginario colectivo, Europa ha sido tradicionalmente un gran consumidor de té, con países como el Reino Unido liderando la demanda gracias a siglos de comercio e importaciones desde Asia. Sin embargo, en las últimas décadas, un cambio significativo ha comenzado a gestarse. Diversos proyectos de cultivo de té han emergido en países no asociados históricamente con su producción, desafiando las condiciones climáticas locales y reconfigurando el mapa global de la industria del té. Fotos: Escuela Mexicana de Té

Té hecho en Europa: tres ejemplos

 

En el Reino Unido, nación icónica por su cultura del té, el surgimiento de plantaciones comerciales ha marcado un punto de inflexión. El proyecto más representativo es Tregothnan, en Cornualles, en el suroeste de Inglaterra; desde 1999, esta finca ha cultivado Camellia Sinensis aprovechando un microclima único. Este clima es influenciado por el estuario del río Fal, que crea condiciones de humedad y temperaturas moderadas ideales para el cultivo del té. La combinación de suelos fértiles y una cuidadosa selección de cultivares ha permitido a Tregothnan producir tés negros y verdes de alta calidad, posicionándose rápidamente en el mercado de productos de alta gama.

Té hecho en Europa

Francia, otro país más conocido por su tradición vinícola, también ha comenzado a incursionar en la producción de té, aunque a menor escala. En Bretaña, la finca La Petite Plantation ha optado por el cultivo de té orgánico, destacando la adaptabilidad de ciertas variedades al clima atlántico húmedo de la región. Este proyecto no sólo pone énfasis en la calidad, sino también en la sostenibilidad, al integrar prácticas agrícolas regenerativas. La producción francesa de té sigue siendo más anecdótica que comercial, pero está captando la atención de un público especializado que valora la conexión entre el producto y su terroir. 

En los Países Bajos, iniciativas como Tea by Me han comenzado a explorar el potencial del cultivo en invernaderos. Este enfoque, que aprovecha la tecnología agrícola avanzada para replicar condiciones subtropicales, ha permitido a los productores holandeses sortear las limitaciones climáticas de su geografía. Aunque todavía en fases experimentales, estos esfuerzos son un ejemplo claro de cómo la innovación tecnológica puede ser una herramienta poderosa para expandir la frontera del cultivo de té. 

Té cultivado en Europa: ¿una apuesta viable?

 

El impacto de estos proyectos en la escena global del té no puede subestimarse. Por un lado, han introducido una narrativa nueva en un mercado dominado por los grandes productores asiáticos. Los tés europeos, con sus características únicas derivadas de climas, suelos y técnicas de producción no tradicionales, están comenzando a atraer la atención de entusiastas y consumidores en busca de experiencias diferenciadas. En el ámbito gastronómico, chefs, sommeliers y restaurantes de alta gama han empezado a incluir estos tés en sus menús, promoviendo maridajes innovadores que resaltan la singularidad de su origen. 

Por otro lado, estas iniciativas han puesto sobre la mesa la cuestión de la sostenibilidad en la producción de té. En un momento en que el cambio climático afecta de manera crítica a las plantaciones tradicionales en Asia y África, Europa ofrece un modelo alternativo basado en la proximidad al mercado de consumo y en prácticas agrícolas más sostenibles. Esto no solo reduce la huella de carbono asociada al transporte, sino que también responde a una creciente demanda por productos locales y éticamente responsables. 

Té europeo

Sin embargo, el desarrollo del té en Europa no está exento de desafíos. La escala de producción sigue siendo limitada y, en muchos casos, los costos asociados son significativamente más altos que los de los países productores tradicionales. Esto plantea interrogantes sobre la viabilidad económica a largo plazo y la capacidad de estos proyectos para competir en un mercado global intensamente presionado por los costos.

Otro aspecto para considerar es la adaptación del consumidor europeo a una nueva narrativa de producción local. Durante generaciones, el té en Europa ha sido percibido como un producto exótico, estrechamente vinculado a las historias de la Ruta de la Seda, las plantaciones de Assam o los jardines de Darjeeling. Cambiar esta percepción para incorporar el té europeo como una alternativa válida requerirá tiempo y una estrategia de comunicación efectiva. 

Té verde

A pesar de estos retos, el renacer del té en Europa es una señal alentadora de la capacidad del continente para innovar y diversificar su matriz agrícola. Más allá de la viabilidad económica inmediata, estos proyectos ofrecen un laboratorio para experimentar con nuevas formas de cultivo y producción que podrían ser adaptadas por otros países en contextos climáticos similares. Si bien falta mucho para que Europa se convierta en un actor de peso en la producción global de té, los avances logrados hasta ahora ya han demostrado que, incluso en terrenos inesperados, las preciadas hojas y brotes de Camellia Sinensis pueden echar raíces. escueladete.com.mx

 

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