Pensar en sushi es, en definitiva, apuntar a té verde japonés… Es cierto, la infusión de hojas y brotes de camellia sinensis (la planta del té) es el acompañamiento natural de nigiri, maki, chirashi, inari, oshi, nare y todo tipo de tipologías asociadas a este icónico bocadillo. No, querido lector, contrario a lo que se piensa comúnmente, el sake o fermentado de arroz es la pareja por excelencia del sashimi. Fotos: Escuela Mexicana de Té.
Originario de la región de Edo, actualmente Tokio, el sushi surgió a principios del Siglo XVIII como un bocadillo rápido y sencillo para las clases populares japonesas.
Arroz sazonado con awasezu, mezcla de vinagre de arroz, azúcar, sal y mirin, así como pescados, mariscos, huevo cocido y algas comestibles (denominadas genéricamente nori) son indispensables para su confección, sin importar si se trata de piezas moldeadas a mano, “nigiri”; rollos, “maki”, o cubos prensados con todo tipo de proteínas, “oshi”.
Maridando sushi
La tradición en territorio nipón dicta que el buen sushi siempre debe acompañarse con té verde tibio, generalmente gyokuro o sencha de alta calidad; la infusión de camellia sinensis ayuda a limpiar el paladar, a refrescarlo entre bocadillos gracias a su marcada astringencia. Delicioso y lógico, ¿a poco no?
Una a una, las distintas expresiones de la camellia ofrecen posibilidades frente a pescados blancos crudos, encurtidos, crustáceos, moluscos… El bancha, por ejemplo, té verde puro de cosecha tardía, de hojas gruesas y grandes obtenidas después de la nueva estación, valorado por sus intensas notas marinas y herbáceas, es perfecto para acentuar el sabor del sushi aderezado con pescados blancos de sabor neutro, como el robalo, de algas marinas y vegetales frescos.
Crustáceos y moluscos de buena intensidad gustativa, por el contrario, encuentran balance con infusiones ricas en matices torrefactos; un nigiri de erizo de mar es fascinante con pequeños sorbos de genmaicha, blend de sencha y arroz tostado, mientras que makis y oshis de camarón dulce y arroz sazonado hacen lo propio con un buen cuenco de hojicha, té verde puro tostado, de sabor dulce y suave.
Vayamos ahora al extremo de la complejidad sensorial. En el caso de los sushi preparados con pescados encurtidos, como la macarela, la opción son tés verdes potentes, con buena mineralidad y amplia expresión aromática y gustativa.
Té con sabor a mar
Los expertos señalan al sencha y al gyokuro como los ejemplares idóneos; los matices yodados que caracterizan a estas hebras, así como su dulzor, astringencia y amargor balanceados, los hace perfectos para acompañar untuosas y avinagradas sardinas, lomos de verdel fresco e incluso huevas de pez volador envueltas en pequeñas láminas de nori.
En el caso de los pescados grasos, las proteínas más deseadas a la hora de servir sushi, es necesario apuntar a tés de igual intensidad. Un nigiri de toro, corte extra graso del atún, es verdaderamente sublime al compás de cualquier gyokuro, mientras que el hamachi, exquisito y de textura mantecosa, casi graso, hace lo propio con un cuenco de matcha de grado ceremonial.
La próxima vez que pruebe sushi, hágalo con una taza de té verde. ¡Se sorprenderá! escueladete.mx