Escaparse a Rosewood Mayakoba, a bordo de Lincoln
Hoteles | 8 min

 

Escaparse a Rosewood Mayakoba, a bordo de Lincoln

La Riviera Maya con Rosewood Mayakoba se ha vuelto un de los destinos favoritos en México, tal vez debido a la Quinta Avenida, ubicada en Playa del Carmen, la calle peatonal más concurrida de Quintana Roo; o posiblemente sean sus 130 kilómetros salpicados de hermosas playas de fina arena blanca, su imponente selva tropical o sus cenotes, que los mayas consideraban un acceso al inframundo.

Fotos: Charly Ramos. 

Nuestro destino en esta ocasión es el complejo Mayakoba, que respeta de cierta forma el manglar que lo hospeda, sin dejar el lujo que lo representa, pues algunos de los mejores hoteles de la zona se agrupan aquí. Nosotros en particular vamos a hospedarnos en el Rosewood Mayakoba, que ha estado frecuentemente nominado en los Readers Award de Food and Travel México.

 

Rosewood Mayakoba

 

Para llegar ahí desde el Aeropuerto Internacional de Cancún, tenemos tres autos Lincoln esperándonos: un MKC, una MKZ y, el rey de todos, el Continental. Hay que admitirlo: este será un viaje lleno de clase, elegancia y sobre todo disfrute. Desde que puedes prender los vehículos a distancia con tan solo presionar dos veces el botón correcto; bastante conveniente en un clima cálido, pues el aire acondicionado también inicia y así el interior no está tan caliente.

La carretera de Cancún a Riviera Maya es recta, pero de todos maneras se puede sentir el agarre, la seguridad e incluso el potencial dormido de estos Lincoln, que si pudiéramos presionar su acelerador un poco más, seguro veríamos autos distintos, más fieros y orgullosos.

En poco tiempo nos encontramos en Mayakoba, cuyos angostos caminos, cubiertos de vegetación abundante, nos reciben a un fin de semana lleno de sorpresas.

 

Rosewood Mayakoba

 

Llegar al paraíso selvático

El comité de bienvenida del Rosewood Mayakoba espera a todos de la misma manera: con un trago fresco y una toallita que ayudan a que el calor se vuelva algo placentero. Sin embargo, es su lobby abierto, adornado de artesanía mexicana y una vista al río que corre por entre las suites, lo que conquista en definitivo. Además, al centro de la recepción hay una escalinata circular con una especie de candelabro de estrellas de latón, dándole ese toque casi de fantasía al lugar.

Bajamos al embarcadero y tomamos el pequeño barquito que nos llevará a nuestras suites. Nos ofrecen fruta fresca de la región y champaña para el recorrido, mientras admiramos las diferentes suites que se encuentran separadas unas de otras, justo para dar privacidad a los huéspedes; lo único que nos piden es que no nademos en el río pues hay cocodrilos en él.

 

 

Después de que Emmanuel, el mayordomo que tengo a mi disposición en la suite, me enseñe todo lo que tengo que saber respecto a ésta, incluida la aplicación que debo bajar para que cualquiera de mis peticiones le llegue más rápido, tomo la bicicleta que dejan afuera de cada habitación para ir a El Pueblito. Este lugar está diseñado para lucir justo como un pueblito mexicano de la península de Yucatán, con sus casas de colores y  su artesanías típicas.

Ahí se encuentra La Fondita, un restaurante relajado donde solo se ofrecen tostadas y mezcales, que es parte de Rosewood. La ambientación es bastante sencilla con algunas sillas estilo Acapulco, una cocina abierta dónde puedes ver cómo preparan todo y aguas de sabores a la entrada, en esta ocasión de guanabana y jamaica. La tostada de atún fresco con aguacate, chicharrón y brotes de cilantro complace desde la primera mordida, mientras la de birria, elaborada de lengua, es simple y al punto. Para acompañar, un mezcal Real Minero es esencial, aunque de su gran selección de etiquetas puedes escoger tu favorito. El cierre lo ofrecen los churroles, un híbrido entre churros y roles de canela difíciles de abandonar en la mesa.

 

Saborear la espiritualidad

Finalmente llega un momento de verdadera relajación, de la mano de la chamana residente del Rosewood, una ceremonia que se llama Casarse con uno mismo. Normalmente la experiencia toma cuatro días, pero debido a que solo estaremos tres, han decidido darnos una versión rápida de la experiencia. La idea es volver a conectarse con las necesidades de uno y esto solo es posible a través de los cuatro elementos: agua, aire, tierra y fuego. La chamana nos explica: “Ellos son nuestros abuelos, ellos saben que nos falta para estar en armonía”.

 

Rosewood Mayakoba

 

 

La primera es la abuela agua que te conecta al interior y te dice que te falta o que le duele a tu cuerpo a través de cuencos que resuenan con tu interior; el segundo es el abuelo aire, capaz de armonizar el interior y recordarte que todo tiene su tiempo, hay cuestiones que vale la pena esperar. La abuela tierra tiene el propósito de recordarte que estás conectado a este mundo y que si sufre, tú sufres con él, así que hay cuidarlo como lo harías con tu cuerpo; finalmente el abuelo fuego, el verdadero chaman, purifica y limpia todo, ofrece un nuevo inicio con uno mismo.

La cena es en Agave Azul, un restaurante de sushi y bar de tequilas, que cuenta con 250 etiquetas de dicho destilado y otras 100 de mezcal para crear una colección que definitivamente vale la pena. A la celebración nos acompañan el chef ejecutivo Juan Pablo Loza y el chef repostero Fidel Baeza, quienes nos han preparado un menú especial, aunque sin salirse de la línea que marca el restaurante.

 

 

Justo Juan Pablo nos dice: “Este es un lugar de inspiración asiática que quisimos vestir muy de mexicano usando el Sense of Taste”. Esta es una idea que tienen los Rosewood de usar ingredientes locales, en el caso de Mayakoba casi todo proviene de 40 kilómetros a la redonda; solo los tequilas y mezcales no, porque justo en la Península no existen estas Denominaciones de Origen.

Lo primero en llegar son los edamames locos, que van salteados con limón, ajo, salsa de soya y hojuelas de chile; y que saben justo a demencia culinaria, pero tan bien lograda que enamoran.

Sin embargo, la mesa está indecisa si les gustó más el Oaxaca roll que lleva plátano macho con reducción de jamaica, camarón en tempura, jícama y aguacate o los fideos soba salteados en salsa barbecue picante con filete Wagyu. Los maridajes con tequila y mezcal hacen resaltar lo ahumado o dulce de cada preparación.

 

Rosewood Mayakoba

 

 

Al final llega al postre de Fidel, que ya había amenazado que llegaría enlatado. Y justo así es, claro que la “lata de sardinas” está hecha de chocolate blanco, incluyendo la tapa que se le puede quitar. La preparación dentro es como un strudel de manzana deconstruido que evoluciona según avanzas, aunque la sorpresa es cuando le das una mordida a la lata y la explosión en boca es suficiente para generar un suspiro de algo que creías que no existía.

 

Conexión maya

Amanece una vez más en la Riviera Maya, pero para ¿qué quedarse tirado al Sol todo el día? Mejor tomar los autos Lincoln y dirigirnos hacia Jungla Maya, una experiencia de Alltournative, quienes se dedican a hacer turismo de aventura respetando el medio ambiente. Claro que antes de entrar al parque, debemos pasar con su chaman a pedir permiso. La ceremonia es totalmente en maya, así que Eduardo, nuestro guía nos traduce. Es importante hacerlo bien, sino los aluxes no se sentirán satisfechos y nos harán travesuras.

 

Rosewood Mayakoba

 

Lo primero es hacer rappel hacia un cenote, que resulta divertido sobre todo cuando a cierta altura te permiten soltarte y dejarte caer al agua. Las tirolezas son lo siguiente, para las cuales tenemos que usar el equipo adecuado, y seguir las instrucciones de Eduardo. De la primera sale uno volando de espaldas, con la única seguridad de que alguien te detendrá atrás, una especie de salto de fe. Es la tercera la más divertida, pues desciendes al interior de un cenote. Sin embargo, es bucear en Nohoch Nah Chich, el cenote principal del sistema Sac Actum, que es un río subterráneo que se expande por 16 y medio kilómetros.

Aquí es aún más importante prestarle atención a Eduardo porque de no hacerlo, podría uno perderse en el río subterráneo y nunca encontrar la salida. Sin embargo, al seguir a nuestro guía nos permite maravillarnos de un ecosistema lleno de sorpresas como los pequeños pececillos que lo llaman su hogar o los murciélagos que cuelgan en sus techos, entre estalactitas, para descansar.

 

Rosewood Mayakoba

 

La tarde afortunadamente es para pasarla en la tranquilidad de la piscina que tiene la suite, junto a un buen libro. Pero la noche es para bajar a la playa y vivir la parrillada mexicana que el Rosewood Mayakoba realiza todo los viernes.

Taquitos al pastor con tortillas frescas, que también sirven para las quesadillas de diferentes guisados. Productos del mar, traídos diario, y cortes de carne son algunas de las maravillas que se sirven con ese sabor que solo una buena parrilla puede transferir. Es un festín difícil de resistir, sobre todo cuando lo combinas con un coctel a base de mezcal y tepache que refresca la noche con los pies enterrados en la arena.

Nos subimos por última vez al Continental, seguido por el MKZ y la MKC, para dirigirnos hacia el aeropuerto internacional de Cancún. Nos llevamos el Sense of place de Rosewood Mayakoba, que te hace sentir que no estás de visita, sino que volverás una y otra vez a este paraíso del cual no es necesario salir en absoluto. Sin embargo, si lo haces, la Riviera Maya tendrá más opciones para los aventureros y sibaritas. Aunque, también se vale, si así lo quieres de disfrutar la arena, el mar y el Sol. lincoln.mx       mayakoba.com