En una calle discreta que aún conserva el aire de barrio clásico, se encuentra Terruño Wine Bar: un espacio que vive entre copas de vinos de México, arte recargado y una comunidad que se construye entre charla, música y momentos compartidos. Conócelo. Fotos: Alejandra Carbajal
Lejos de la gentrificación característica de la zona, este pequeño wine bar en la Roma vibra con autenticidad. Cafetería por la mañana, wine bar por la noche, Terruño es una excepción honesta y de buena vibra en una colonia que muchas veces disfraza lo esencial con apariencias, donde el vino —siempre mexicano— fluye sin pretensiones.
Terruño Wine Bar: una idea fermentada
Terruño Wine Bar surgió desde la intuición, cuando su fundador Alberto Moyeda decidió que era momento de poner el vino mexicano en el lugar que merecía. “Teníamos una taquería abierta, pero no había mucho más que hacer… y pensé: ¿por qué nadie está hablando del vino mexicano?”, cuenta.

Con raíces en Coahuila y una afición por el vino alimentada durante su tiempo en Europa, Alberto identificó una brecha: los vinos mexicanos fuera del circuito del Valle de Guadalupe y Querétaro eran casi invisibles en la capital. Fue entonces cuando apostó por abrir un espacio que diera voz a los pequeños viñedos del norte del país, que casi no tienen representación en Ciudad de México.
“Mi intención era que la gente probara lo que solo descubrirías recorriendo la ruta del vino del norte”, dice. Así nació un concepto que honra a los productores independientes y ofrece al público una ventana a los sabores poco conocidos del vino nacional.
Terruño, más que un wine bar en la Roma
Desde su inauguración en 2021, Terruño Wine Bar se ha consolidado como mucho más que un wine bar en la Roma. Es un punto de encuentro para winelovers sin etiquetas, para vecinos que quieren cerrar el día con una copa relajada, y para curiosos que se acercan sin saber que están por entrar a una comunidad.

“En México tomamos mezcal o cerveza sin pensar demasiado. ¿Por qué no vino?”, plantea Moyeda con un rosado de San Juan de la Vaquería en mano, un vino fresco de las tierras altas de Saltillo. Con esa filosofía, creó un espacio donde la cultura del vino se vive sin rigidez. Nada de sommeliers intimidantes ni cartas crípticas; aquí, el vino se sirve como un pretexto para convivir, compartir y celebrar.


Su carta incluye etiquetas de Don Leo y Bodega Los Cedros, entre otras invitaciones a explorar los distintos terroirs del país. Sin maridajes complejos, tan solo basta la música, el arte en las paredes y una conversación honesta para redondear la experiencia.
Revolución vinícola desde un wine bar en la Roma
La esencia de Terruño Wine Bar se condensa en su más reciente proyecto: Espíritu de Vino, un vino colaborativo con San Juan de la Vaquería, hecho con uvas verdejo y criado en barrica de acacia. La etiqueta —diseñada por un artista con base en Los Ángeles— representa el espíritu del lugar: “Las mesas son las nuestras y los fantasmas que las habitan son nuestros clientes, nuestros amigos”, describe Moyeda.
Este vino simboliza lo que Terruño Wine Bar ha construido en pocos años: una comunidad sólida que trasciende el vino. Entre DJs, chefs invitados, artistas visuales y eventos temáticos, el bar se transforma en un espacio de expresión colectiva. “El vino no debe intimidar. Aquí se bebe con alegría, se escucha música y se hacen amigos”, afirma Moyeda.
Mientras otros espacios se llenan de solemnidad, Terruño continúa siendo lo que siempre fue: un wine bar en la Roma que pone a los vinos de México en el centro de la conversación, con honestidad, frescura y una chispa rebelde que lo hace único. Dónde: Guanajuato 27C, Roma Norte. IG: terruno_roma
