Existe comida que quizá a primera vista no sean precisamente los más apetitosos, pero la explosión de sabores que provocan en el paladar los convierte en imperdibles. Aquí te presentamos cinco alimentos que debes probar por lo menos una vez en tu vida.
Bichos
La entomofagia es el término con el que se designa la alimentación basada en insectos. Las opciones son muchísimas; para los principiantes, los gusanos de maguey y los chapulines suelen ser la mejor opción, y para los comensales más intrépidos los jumiles, los escamoles y las hormigas chicatanas pueden ser una gran tentación. Descúbrelos como Simba, personaje de la película El Rey León, para que compruebes por qué gozan de increíbles sabores.
Caviar
Este tipo de comida se trata de la hueva del pez esturión, originario de los ríos y lagos de Europa y del centro de Asia. Tiene un alto costo debido a que es difícil conseguir este pescado. Se sabe que los persas fueron los primeros en consumirlo de manera regular. Cuando vayas a probarlo, te recomendamos hacerlo con la preparación más sencilla posible, por ejemplo sobre una rebanada de pan tostado y untado con un poco de mantequilla. Si lo deseas, marídalo con un vodka helado, champaña o vinos blancos secos.
Caracoles
Una de las preparaciones más comunes de este platillo es a la bourguignonne, cocidos en caldo de pollo y servidos con mantequilla de ajo y perejil picado. Esta receta clásica es bastante apreciada en Francia. Anímate a probarlos, pues además de su gran sabor, son altos en proteínas y bajos en contenido de grasa. Claro, esto si los cocinas sin mantequilla.
Foie gras
Es un producto francés elaborado con el hígado de pato o ganso que se sobrealimentó con maíz o cereales. Sus orígenes se remontan al siglo V a.C, tiempo en el que se tiene la referencia más temprana de gansos sobrealimentados. En la actualidad, los países que más producen este alimento en el mundo son Francia, Hungría, Bulgaria y España.
Trufa negra
Se le conoce también como trufa Perigord y es muy apreciada debido a su gran aroma. Se trata de un hongo con aspecto oscuro y verrugoso que se encuentra debajo del suelo. Suele recolectarse en invierno con perros o cerdos adiestrados para detectarlos por medio del olfato. Puedes usarlas crudas o cocidas, cortadas en láminas o en aceite para dar un toque diferente a algunos de tus platillos.