En la vibrante Ciudad de México, el restaurante Sonia se ha posicionado como una de las paradas gastronómicas más interesantes de la zona. Con una propuesta única que combina historias de migración, tradiciones culinarias y técnicas de alta cocina, este espacio es un punto de encuentro para quienes buscan comer en la colonia Juárez con una propuesta auténtica y sabor a hogar. Fotos: Cortesía
El legado de Sonia
Más que un restaurante, Sonia es un homenaje a la memoria familiar. Su historia es una narrativa de migración, valentía y adaptación en honor a Sonia Bielous de Dutrenit, una mujer polaca que, tras huir de su país durante el Holocausto, se refugió en Uruguay, donde reconstruyó su vida y formó una familia. Posteriormente, debido a la dictadura militar, se trasladó a México, donde continuó su legado.
Su travesía no solo dejó huella en su familia, sino que también se convirtió en la fuente de inspiración para la creación de este restaurante, desde su decoración hasta la manera en que se presentan los alimentos. Así, su nieto Rodrigo Puchet Dutrenit y el chef Edgar Delgado decidieron abrir el restaurante Sonia, un espacio acogedor y cálido que rinde homenaje a su memoria.
La decoración es parte fundamental de su propuesta. Fotografías familiares, objetos que remiten a la migración y detalles sutiles que evocan la memoria, crean un espacio que invita a la nostalgia y la reflexión. Cada detalle está pensado para transmitir la esencia de Sonia y su historia de vida.
Un espacio único en la Juárez
Lejos de la pretensión de los grandes salones de alta cocina, Sonia propone una experiencia cercana donde la gastronomía se convierte en un vehículo para el encuentro y la memoria. Su concepto no se basa en modas pasajeras ni en recetas ostentosas. Aquí, la premisa es sencilla pero poderosa: la cocina debe emocionar.
Al frente de la cocina, la trayectoria del chef Edgar Delgado habla por sí misma. Con formación en San Sebastián, España, y experiencia en cocinas con Estrellas Michelin, Delgado se ha forjado un camino sólido en la alta gastronomía. Pero su propuesta en Sonia va más allá de la técnica y la sofisticación: aquí, su cocina se convierte en una forma de contar historias.
La memoria juega un papel crucial en la construcción del menú. Para Edgar Delgado, el objetivo de cada platillo es evocar recuerdos y emociones. “El hilo conductor que uso para construir siempre tiene que ver con alguna memoria, algún recuerdo o algún plato que yo quiero volver a poner en la mesa”. Este enfoque no solo convierte a la cocina en un acto de creatividad, sino también en un ejercicio de nostalgia y tradición.
Platillos con raíces
En Sonia, cada platillo que llega a la mesa está impregnado de la intención clara de evocar los sabores familiares que se transmiten de generación en generación. Así son los tacos de papada con paté de lobina y habanero tatemado, un homenaje a la cocina callejera con una presentación elegante y un equilibrio perfecto de sabores.
Otro ejemplo es el pulpo a la Mario con cebolla rostizada y crema quemada, un platillo basado en la receta del abuelo de uno de los empleados. “Su abuelo salía a pescar todos los martes y preparaba un plato con pesca y jitomate. Eso lo tradujimos a un platillo con jitomate quemado, crema quemada y pulpo cocido en seco —comparte el chef. Así, es un plato que tiene una fuerte carga emotiva”.
La selección de vinos en Sonia es una extensión de su propuesta culinaria, donde la memoria, la migración y la exclusividad se reflejan en cada botella. Bajo la curaduría del chef Delgado, la carta se compone de vinos de pequeñas bodegas independientes y productores sostenibles, evitando etiquetas de grandes cadenas comerciales. Los comensales pueden descubrir vinos únicos como el Mariatinto de Valle de Guadalupe, el Clot de les Soleres de Cataluña o el Château Mourgues du Grès de Francia, todos elegidos para complementar platos icónicos del chef.
El broche de oro para la experiencia en Sonia es, sin duda, el budín de pan dulce. Este postre transforma un elemento cotidiano en una joya de la alta repostería. Con un cremoso de queso de cabra que añade un contraste salado, helado de vainilla para aportar frescura y una compota de blueberries flambeada con Hennessy V.S.O.P., es el final perfecto para una experiencia llena de sabores.
Visitar el restaurante Sonia es mucho más que salir a comer en la colonia Juárez. Es entrar en una historia de migración, familia y memoria que se cuenta a través de los alimentos. ¡Reserva tu mesa hoy y sé parte de esta historia viva de migración, tradición y sabor! Dónde: Oxford 23, Juárez. CH: $700 pesos. restaurantesonia.com.mx