Situada entre la cordillera Cantábrica y el Golfo de Vizcaya, la climatología ha dotado a Asturias de un clima oceánico y exuberante vegetación, motivos de sobra para explorar sus espacios naturales. Además, su dilatado pasado (a pesar de su breve territorio) hace imprescindible recorrerla y permite asombrarse en aquellos puntos de su geografía donde la historia de España cambió para siempre. Aquí presentamos lo que hay qué hacer en Asturias. Fotos: Arturo Torres Landa.
Qué hacer en Asturias, en el norte de España
Recorrer Oviedo
Comenzar aquí este recorrido en busca de qué hacer en Asturias no solo es obvio por ser la capital, sino también por contar con la mayor conectividad carretera y ferroviaria del principado. Esto ha sido así prácticamente desde tiempos medievales, ya que Oviedo es punto indispensable del Camino de Santiago toda vez que fue aquí, como cabecera del reino de Asturias, desde donde el rey Alfonso II comenzó su peregrinaje hacia Galicia para comprobar si las reliquias halladas por un pastor eran los restos del discípulo de Jesús. Testigo de la relevancia de Oviedo para el reino y la ruta jacobea es la Catedral de San Salvador, en el centro de la ciudad. Conformada por estructuras de estilo románico, gótico y barroco, la catedral también es notable por las reliquias que resguarda.
Entre ellas destacan la Cruz de la Victoria –que se puede ver plasmada en la actual bandera de Asturias– y el Santo Sudario, manto en el que fue envuelto Jesús después de su crucifixión. Después de recorrer el interior de la imponente catedral, habrá que salir a la luz para caminar por las callejuelas del casco histórico de Oviedo y disfrutar cómo se conectan entre sí bajo arcos y torres hasta desembocar en animadas plazas como la de la Constitución, con sus elegantes edificios, o la Plaza del Fontán, donde los locales se reúnen a beber una caña de cerveza por la tarde mientras se resguardan del sol o la lluvia bajo los soportales de colores. Sin duda, algo que hay que hacer en la capital de Asturias.
Acudir a Covadonga
De acuerdo con la tradición y algunas versiones históricas, fue en las proximidades de esta población de Asturias donde aconteció la primera victoria cristiana de lo que habría de ser el lento y complejo periodo medieval conocido como la Reconquista, durante el cual los reinos del norte de la península ibérica comenzaron su expansión hacia el sur sobre territorio dominado por reinos musulmanes. Tras la batalla, también se dice que el líder de los astures cristianos, de nombre Pelayo, se refugió en una cueva en el monte Auseva dentro de la cual brotaba una fuente, donde él y sus hombres dejaron una imagen de la virgen María que comenzaron a venerar en agradecimiento por la victoria.
Más de 1300 años después, de la Santa Cueva de Covadonga sigue brotando el agua, pero ahora ya no ofrece refugio contra tropas enemigas sino un espacio para la contemplación para miles de católicos practicantes. Dentro de la gruta, las velas, los poemas incrustados en sus muros y el vaivén de los rayos del sol marcan el camino (casi siempre resbaladizo) para quienes desean llegar hacia el estrecho rincón donde se sitúa la Virgen de Covadonga, a metros de distancia de una enorme boca de piedra sobre un voladero, desde donde se alcanzan a escuchar los cantos y risas de los viajeros que, ya sea por devoción o por admirar un espacio de singular belleza natural y trascendencia histórica en la cornisa verde de España. Sin duda, visitar Covadonga es algo que todo viajero debe hacer en Asturias, sin importar las creencias.
Visitar las calles y playas de Gijón
En cuanto el sol aparece sobre los tejados de Gijón, sus habitantes acuden en tropel a colocar toallas, hieleras y sombrillas sobre las arenas de la playa de San Lorenzo, una de las varias que adornan el litoral de esta ciudad de Asturias. El espectáculo humano (que invita siempre a unirse a los bañistas) se puede disfrutar desde su costanera, un paseo que une a las playas de Poniente y San Lorenzo con Cimadevilla, barrio en una península que aún conserva el trazo y encanto de cuando Cimadevilla fue germen de Gijón y pueblo pesquero. Lo que hay que hacer es caminar por sus calles (casi todo el barrio es peatonal) para ver los monumentos históricos que conserva, como un tramo de muralla romana o la iglesia de San Pedro, con campanario recortado contra el horizonte del mar Cantábrico.
Beber sidra
Si a la pregunta «¿qué hacer en Asturias?» le siguen faltando más respuestas convincentes, existe una que no dejará lugar a dudas: «beber sidra». Esta bebida dorada forma parte del ADN cultural de los asturianos desde tiempos anteriores de la conquista romana, pues su fabricación se entrelaza con el paisaje, las actividades económicas, la gastronomía y el disfrute, tanto de las bondades de la sidra como del campo.
El Consejo Regulador de la Sidra de Asturias es claro respecto a lo que debe cumplir una sidra para ser considerada auténtica: debe estar hecha con manzanas cultivadas en Asturias, haberse fermentado mediante métodos naturales y sin la añadidura de levaduras o azúcares. De todo ello y más se puede aprender en el lagar de Trabanco, marca de sidra que ofrece recorrido por sus campos y zonas de elaboración. ¿Más qué hacer en Asturias? Aprender a escanciar la sidra de la manera tradicional. No es fácil pero el intento es divertido.
Recorrer Llanes y Ribadesella
Finalmente, como en prácticamente toda España, si se está en busca de qué hacer en Asturias que incluya naturaleza, cultura y tradición, hay que visitar sus pueblos. Hay muchos por elegir y explorar en este principado al norte de la península, pero una combinación puede ser conocer Ribadesella y Llanes.
El primero es un encantador poblado surgido en donde el río Sella (de ahí toma su nombre) desemboca en el mar Cantábrico, razón por la cual también es sede de una de las competencias de remo en kayak más famosas de Europa, el Descenso del Sella, que suele celebrarse en agosto. Si no se visita Ribadesella en este mes, no importa, porque siempre es posible caminar por la playa de Santa Marina para ver las coloridas casonas de estilo modernista mientras se disfruta la sensación de hundir los pies sobre la arena dorada de una de las playas más largas de Asturias. ¿Más qué hacer? Por supuesto, también existe la opción de hacer compras en los mercadillos ambulantes de la costanera, o adentrarse en su casco histórico para ver tabernas, balcones con flores y ventanales en galería, típicos del norte de España.
Respecto a Llanes, también se trata de una población sujeta al mar, o –mejor dicho– asomada hacia el Cantábrico, pues colinda con altos acantilados. Se les puede admirar mientras se recorren las áreas de parque que siguen el contorno del mar al amanecer, mientras muchos vecinos salen a pasear y disfrutar de la brisa antes de que el sol cobre más potencia. Después, hay que caminar hacia el casco medieval hasta los pies de Santa María del Consejo, iglesia de estilo gótico asturiano cuyas robustas paredes de tiempos de reyes han sido conquistadas por las bugambilias. En su interior, una imagen de la Virgen de Guadalupe recuerda el inesperado vínculo de Llanes (y de gran parte de Asturias) con México y América, ya que de ese puerto partieron muchos inmigrantes hacia el Nuevo Mundo en busca de una mejor vida. Quienes lo consiguieron y volvieron al terruño, alzaron en Llanes y en muchas otras regiones de España acaudaladas mansiones llamadas hoy Casas de Indianos, en donde las palmeras plantadas en sus jardines no solo daban testimonio del paso de su dueño por territorios tropicales, sino también de su nueva fortuna.
Así, se busca qué hacer en Asturias, las opciones no solo se limitan a lo inmediato en el tiempo, sino que ofrecen la oportunidad de adentrarse en el fino entramado que une a España con América desde lo evidente hasta lo familiar y lo cotidiano.