Eugene H. Johnson, neoyorquino residente en Omán, busca capturar momentos esquivos en los que la cámara es capaz de revelar los secretos del alma. Desde retratos hasta paisajes, comparte una serie de fascinantes imágenes en blanco y negro tomadas en Ladakh, un rincón remoto del Himalaya indio también conocido como el Pequeño Tíbet.
El legado paterno de Eugene H. Johnson
Hace casi 50 años, la primera cámara DSLR de Eugene, un regalo de su padre, despertó su curiosidad por la cruda intensidad del mundo. Hoy, paralelamente a una carrera en Ciencias Biomédicas, recorre las cuatro esquinas del mundo en busca de historias de humanidad y narraciones que inspiren a su audiencia a despojarse de lo superficial y contemplar la belleza de la simplicidad de la vida. Su trabajo ha sido exhibido internacionalmente y su quinto libro, Tibetan Memories from the Roof of the World, se publicará a finales de este año.
Ante la inmensidad
Un par de monjes budistas hacen una pausa para conversar en el Monasterio de Hemis, en Ladakh, capturados contra el espectacular telón de fondo de los Himalayas.
Imágenes de resistencia
“Hace muchas décadas, miles de tibetanos cruzaron los peligrosos pasos cubiertos de nieve y se establecieron en Ladakh”, dice Eugene. Wangdak Tashi, en la foto, era uno de ellos, nacido en una familia aristocrática en Golok, al sureste del Tíbet.
Reminiscencia lunar
Un paisaje fascinante, que alguna vez estuvo sumergido bajo un lago cerca del pueblo de Lamayuru, cuenta con un terreno tan similar a la superficie lunar que se conoce como la Tierra de la Luna de Ladakh.
Los guardianes de la cordillera
El descendiente de una tribu nómada, Tsering Tseput, se enorgullece de su resistencia, a pesar de no poder caminar. “La edad le ha pasado factura”, explica Eugene H. Johnson.
Hospitalidad ladakhi
Un retrato de Tsering Palzom quien, según Eugene, se distinguía de los ladakhis que había conocido en su viaje. “Tan pronto como entramos a su casa, nos sirvió gur-gur chai, un té tibetano con mantequilla salada. Se necesitó un poco de persuasión para convencerla de que era imposible beber más después de haber llenado nuestras tazas por quinta vez”, dice Eugene H. Johnson.
Tocar el cielo
El monasterio en una de las aldeas más antiguas de la India, Likir, se eleva a 3,700 metros sobre el nivel del mar y es conocido por su estatua de Buda de 23 metros de altura encaramada en el techo.
Hebras entre los dedos
En preparación para el invierno, un aldeano hila lana a mano en un tradicional huso. “Sería más barato comprar la lana”, explica Eugene H. Johnson, “pero los ladakhis aman mucho a sus ovejas”.
Para ver más del trabajo de Eugene H. Johnson, visita su IG: eugenehjohnson. Para comprar copias de sus fotografías, contáctalo a través de su sitio web: eugenehjohnson.com
También te puede interesar: Los mejores lugares de Arizona para fotografiar cielos oscuros