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Niños a bordo

Cultura viva, gastronomía típica que sorprende, aventura a su medida… Sí, este estado de México es muy kid-friendly. Vívelo a través de su mirada curiosa y su infinita energía.

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Yucatán con niños: un viaje de verano entre pirámides, cenotes y dinosaurios

«¿Mamá, los mayas tenían motos?» Esta pregunta de mi hijo de ocho años, mientras recorríamos Izamal, resume la magia de un viaje a Yucatán: un territorio donde lo ancestral y lo contemporáneo se funden, incluso en el imaginario infantil. En esta aventura con niños recorrimos Mérida, Izamal, Valladolid y Progreso, ¡y nos encantó! Fotos: Elsa Navarrete y cortesía de la Secretaría de Turismo de Yucatán y de los sitios mencionados

¡Un viaje a Yucatán con niños!

Redescubrí Yucatán de la mano de mi hijo de ocho años, y lo que encontré fue un destino perfecto para las familias: un lugar donde la historia se vive como una aventura, la amplia oferta de actividades te conectan con la tierra y el agua, la gastronomía es un juego de sabores que enseña sobre la tradición y cada rincón invita a convertirte en un explorador.

Desde volar en tirolesas sobre la selva en Valladolid hasta recorrer las calles amarillas de Izamal en cuatrimoto, pasando por lecciones de arqueología en el Museo del Meteorito de Progreso y noches de serenatas en Mérida, este viaje nos demostró que Yucatán no solo es fascinante para los adultos, sino también un paraíso para los niños.

Gracias a su sorprendente diversidad natural y cultural, aquí los niños aprenden sin darse cuenta —desde la extinción de los dinosaurios hasta culturas prehispánicas, todo se vuelve juego—. Aquí, entre el agua de chaya y los panuchos, todos comen bien y prueban comida diferente. Aquí encuentran aventura a su medida: tirolesas, cuatrimotos y cenotes son sueños cumplidos. Aquí viven la cultura: la música, el color y las leyendas mayas hacen volar su imaginación.

Mérida: cultura y cocina tradicional

 

Comenzamos en el Parque La Plancha, el nuevo pulmón de Mérida. Mientras mi hijo corría hacia la fuente interactiva —un espectáculo de luces y agua sincronizado con música—, admiraba cómo este espacio —antes la antigua Estación Central de Ferrocarriles de Mérida— ahora late con arte, gastronomía, juegos infantiles de primer nivel, un área de patinaje y hasta un lago artificial donde reman las familias. Aquí la memoria ferroviaria se funde con una vocación lúdica para dar vida a un espacio de convivencia que se ha convertido rápidamente en un imperdible de la capital de Yucatán.

Un momento wow llegó al caer la noche en el Parque Santa Lucía: entre aplausos, mi hijo y yo vimos por primera vez una serenata yucateca. Es una tradición que se lleva a cabo cada jueves a las 21:00 horas y te envuelve en trova, poesía y folklor. Para disfrutarla, una buena idea es sentarse en la terraza del restaurante La Tratto y acompañar la música y los bailables con platones de deliciosa y reconfortante pasta.

Otro de los sitios obligados para aprender que la gastronomía también es música… pero para el paladar es Teya Santa Lucía. Se trata de un pedacito de la famosa Hacienda Teya, con 20 años de historia, en el corazón de Mérida. En su menú se encuentran los platillos más representativos de la cocina yucateca, además de un apartado especial desarrollado en colaboración con el chef Roberto Solís, uno de los representantes más influyentes de la cocina yucateca contemporánea.

Entre los sabores del achiote y la naranja agria, que son una lección de historia comestible, es una excelente oportunidad para hablarle a nuestros hijos sobre la comida tradicional y, por un momento, dejar a un lado los menús infantiles. Entre los platillos que pueden agregar a la comanda, se encuentran la sopa de lima, ese tradicional consomé de pollo que es sazonado con lima de la región y servido con pollo deshebrado, tiras de tortilla frita y rodajas de lima, y el poc-chuc, carne de cerdo asada, previamente marinada con naranja agria.

De este restaurante no se pueden ir sin probar el exquisito flan de la casa con caramelo, elaborado con la receta de su fundador, Don Jorge. Es el preferido de chicos y grandes y algo que recordarán de este viaje a Yucatán.

Izamal: cuatrimotos y un convento que parece de oro

 

Al día siguiente de este viaje a Yucatán con niños, Izamal —a una hora de Mérida— nos recibió pintado de amarillo. Considerada una joya colonial, esta ciudad fue fundada por los españoles a mediados del siglo XVI sobre los vestigios de una antigua ciudad maya. Esta fusión de elementos prehispánicos, coloniales y contemporáneos, y saber que fue una de las ciudades más importantes y una de las más antiguas de los mayas prehispánicos, resulta fascinante para nuestros pequeños viajeros.

Aquí el pasado maya se puede vivir a todo motor y con un toque de aventura. Para explorar La ciudad de las tres culturas, optamos por el recorrido en cuatrimoto que ofrece el Hotel Rinconada del Convento. Una de las paradas estelares fue en la pirámide que domina el paisaje, la más grande en superficie de la península de Yucatán: Kinich Kakmó, que se convirtió en «el castillo del rey maya» según mi hijo, quien juraba escuchar «susurros de guerreros antiguos». Al subir los escalones, hasta la cima del adoratorio, juntos disfrutamos de la mejor vista de la ciudad.

Pero el verdadero hechizo llegó en el Convento de San Antonio de Padua, donde la luz de la tarde bañaba el segundo atrio cerrado más grande del mundo, después de la Plaza de San Pedro en el Vaticano. En este viaje a Yucatán, los niños pueden vivir la historia y hasta tocarla con las manos.

Valladolid: tirolesas, cenotes y cuentos de luz y sonido

 

En Valladolid —a una hora y media de Izamal—, nos hospedamos en Mesón del Marqués, uno de los hoteles más tradicionales de este Pueblo Mágico. En una antigua casona del siglo XVII, donde elegancia colonial se mezcla con comodidades modernas, encontramos un hermoso patio donde se aloja su restaurante y una alberca con jacuzzi, perfectos para terminar un día exploración.

En Selva Maya emprendimos otra de las aventuras de este viaje a Yucatán con niños. Su circuito de tres tirolesas nos transformó en superhéroes, volando sobre la frondosa selva a 30 metros de altura, antes de recorrer sus senderos en bicicleta. Luego, nos zambullimos en el cenote Saamal donde se halla magia pura. Nos echamos clavados desde la plataforma —obviamente más el hijo que la mamá— y nadamos entre rayos de luz que iluminaban las aguas cristalinas que se encuentran debajo de un amplio sumidero, como en una película de fantasía. Tip: opten por el paquete premium, que incluye las actividades mencionadas más comida buffet —¡nunca es suficiente cochinita pibil!—

Por la noche, hay que caminar por la Calzada de los Frailes, con casas coloniales iluminadas, muchas de ellas convertidas en boutiques, restaurantes y cafeterías, para luego dirigirse al video mapping del Exconvento de San Bernardino, en el barrio de Sisal. Bajo el título: Noches de la Heroica Valladolid, el espectáculo nos dejó boquiabiertos al transportarnos al siglo XVI con tecnología del XXI.

Utilizando avanzadas técnicas de proyección, las paredes del convento cobran vida, de martes a domingo a las 21:00 horas, para vivir los momentos más emblemáticos de la historia de la región. También se realiza en la fachada de la Parroquia de San Servacio, en el corazón del centro histórico. Valladolid es perfecto para un viaje a Yucatán con niños, porque sabe que la mejor forma de enseñar historia es convertirla en un cuento de luz y sonido.

Progreso: dinosaurios y hamacas frente al mar

 

El clímax científico de este viaje a Yucatán con niños fue el Museo del Meteorito, el lugar ideal para despertar su curiosidad mientras aprenden sobre el impacto del famoso meteorito de Chicxulub, que cayó en el noroeste de la península de Yucatán para cambiar la vida en el planeta hace 66 millones de años.

El museo —pequeño pero de gran valor— ofrece un viaje desde el Big Bang hasta la era de los dinosaurios. Los niños quedan asombrados al descubrir piedras de 4,500 millones de años traídas de lugares remotos como el Polo Norte o Australia. El Túnel del Tiempo, donde sentirán cómo la Tierra evolucionó hasta la época de los dinosaurios, es perfecto para la foto del recuerdo de este viaje a Yucatán. Mientras que las pantallas interactivas, junto a una colección de dinosaurios mecatrónicos, narran la vida de estos gigantes.

Después, el beach club El Haguay nos regaló la calma en este viaje a Yucatán. Mientras él chapoteaba en las aguas tranquilas del Golfo de México, yo recordaba que Yucatán es el único lugar donde puedes hablar de que ahí se impactó un meteorito y al mediodía mecerte en una hamaca escuchando el mar con un vasito con Xtabentún en mano, ese licor tradicional del estado que es elaborado a partir de miel fermentada, anís y la flor de xtabentún.

Este recorrido no fue solo un itinerario: fue una lección de que un viaje con niños debe mezclar aventura, aprendizaje y comida deliciosa en proporciones iguales. Yucatán lo sabe. Cada sitio —ya sea una pirámide, un cenote o un plato de poc chuc— se convirtió en diversión y nuevos conocimientos.

¡Así es un viaje a Yucatán con niños! Planeen sus próximas vacaciones de verano y tengan su propia aventura yucateca. yucatan.travel

 

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